Los alemanes están enfadados con el Banco Central Europeo en general y con Mario Draghi en particular, ¿pero tienen razón o no al respecto? Vamos a ver, la historia es que las medidas anunciadas recientemente por el BCE no han sentado muy bien entre los germanos, vertiendo infinidad de críticas en lo que consideran una política monetaria que les perjudica. Como anécdota, recordar que el Bundesbank, el Banco de Alemania, apoyó dichas medidas. Paradójico todo, ¿verdad? Sí, un tanto surrealista, un escenario esperpéntico digno del propio Valle Inclán.
El denominador común de las críticas se centra en que estas medidas suponen una expropiación de parte del ahorro de los alemanes en detrimento de los países periféricos, ellos lo llaman un flujo de capital desde Alemania al sur de Europa.
Sin entrar todavía a valorar la postura alemana, sería interesante que hiciesen ustedes un breve y a la vez sencillo ejercicio de razonamiento y lógica básica. ¿Por qué seguramente estas medidas no vayan a paliar tanto como se espera las economías? Pues porque el problema no radica en la oferta, sino en la demanda. Es decir, dos cuestiones al respecto:
- La solución no pasa por incrementar la oferta, ya que las familias y las pymes están en números rojos, están muy endeudadas, y bajo esa premisa lo último en lo que piensan es en endeudarse aún más si cabe, con lo que no habrá un fuerte aumento en las solicitudes de créditos.
- No es ningún secreto que el ratio de solvencia está por los suelos, aunque fuesen osados y acudiesen a los bancos a pedir un préstamo, dudo mucho que atendiesen sus peticiones.
Bien, retomemos el tema de Alemania. El pasado 5 de febrero escribí en EXPANSIÓN un artículo en el que hablaba sobre este tema (para que vean que no es algo nuevo, que aunque esté saliendo esta semana en los medios de comunicación, viene de atrás). Les resumo algunas cuestiones que escribí al respecto:
“Alemania siempre ha sido crítica con algunas de las actuaciones del BCE. Una primera crítica es el hecho de que la entidad mantenga los tipos de interés en niveles muy bajos, algo que en el país germano lo ven como un robo a los ahorradores. The Wall Street Journal lo explicaba muy bien al afirmar en una editorial que en Alemania, donde muchos equiparan la inversión en acciones con la especulación y consideran el ahorro como un bien moral, los bajos tipos de interés desatan duras protestas por lo que muchos llaman la expropiación del ahorrador, ya que piensan que las tasas de interés cerca de cero representan una transferencia de riqueza desde la clase media hacia los adinerados y desde los trabajadores alemanes hacia las economías del sur de Europa.
Es cierto que unos tipos de interés tan bajos, máxime por debajo de la inflación, afecta negativamente en el dinero de los ahorradores, pero digamos toda la verdad, gracias a los bajos tipos de interés en Alemania se han visto favorecidos los sectores de la vivienda y la construcción y que las exportaciones alemanas han recibido un buen impulso.
Es cierto que aunque el BCE continuará rebajando los tipos de interés, ya le queda poco margen de maniobra y tendrá que recurrir pronto a medidas monetarias no convencionales, pero si hablamos del QE, Alemania tampoco está contenta, básicamente por el temor inflacionista.
En definitiva, el hecho de que el BCE fuese creado usando como modelo el Bundesbank alemán con el objetivo de mantener baja y controlada la inflación en torno al 2%, es como si hiciese pensar a los alemanes que pueden exigir a su antojo”.
Bien, hasta aquí el resumen de lo que escribí en EXPANSIÓN en febrero.
Por último, hacer referencia al concepto de solidaridad. En la UE fuimos durante mucho tiempo uno de los pobres, no aportábamos nada de dinero y recibíamos de los demás, de los que tenían, en concepto de fondos de cohesión y fondos estructurales. Eso nos parecía muy bien, toma claro, todo lo que sea no pagar y recibir de los demás cómo no va a ser bonito, ¿verdad? Pero claro, el tema cambia cuando es al revés.
En efecto, el ejemplo lo tenemos dentro de España. Las CC.AA con más dinero aportan mucho más que las que tienen menos. Madrid aporta mucho y luego viene Cataluña. Las que más reciben son Andalucía, Extremadura, etc. Claro, la solidaridad se rompe cuando Cataluña se queja de esto. Madrid paga más dinero aún y sigue callada, si se quejase también adiós muy buenas.
Pero bueno, no quiero desviarme a este tema también apasionante y que como decía Michael Ende en su Historia Interminable, esa es otra historia que debe ser contada en otro momento.