Queridos lectores,
Esta semana Televisión Española ha emitido un programa sobre el estado del Mediterráneo y el intento de algunas multinacionales de buscar petróleo en algunas zonas y eventualmente explotarlo. Al final del programa se emite una entrevista que me hicieron hace algunos meses (donde por cierto me presentan con el desmesurado e inapropiado título de "experto reconocido internacionalmente").
Los puntos actualmente candentes en la explotación de petróleo en alta mar en España están en la bahía de Roses (Girona) y en Fuerteventura y Lanzarote (Canarias). En ambos casos estamos hablando de yacimientos que contienen, siendo muy optimistas, unas reservas de entre 500 y 1.000 millones de barriles de petróleo, lo cual es una insignificancia comparado con el consumo mundial de 90 millones de barriles diarios (Mb/d); efectivamente, todo el petróleo contenido en esos yacimientos daría para abastecer entre 5 y 11 días de consumo mundial. Pero además este petróleo no puede se extraído de golpe, sino que los yacimientos seguirán, como cualquier otro, una curva de extracción, con una fase inicial de menos producción, un máximo y un eventual y progresivo descenso de la producción. Al final, dado el tamaño de los yacimientos y a juzgar por la producción de otros yacimientos en el mar cabe esperar que como mucho puedan proporcionar, en conjunto y no por mucho tiempo, no más de 20.000 barriles diarios. Esto puede parecer mucho (teniendo en cuenta que cada barril contiene 159 litros), pero si se lo compara tan siquiera con el consumo de España es bastante poco:
Como se ve, incluso a pesar del escalofriante descenso del consumo del petróleo en España de casi un 25% desde los máximos de 2008, aún se consumen 1,2 Mb/d, es decir, 60 veces más de lo que se puede esperar producir en los yacimientos actualmente en exploración. Eso sin contar con que estos yacimientos tienen muy baja TRE, con las graves implicaciones que eso tiene. En realidad, estos yacimientos, si al final son económicamente viables, serán una buena fuente de ingresos para quienes los exploten pero sin que ayuden para nada a aliviar la grave crisis energética en la que está envuelta España, razón fundamental por la que la actual crisis económica no acabará nunca. En realidad, como los lugares de explotación viven activamente del turismo, la mayoría de los detractores temen que su imagen se pudiera ver perjudicada por la aparición de una industria tan sucia - sin ver que de todos modos el turismo tampoco tiene mucho futuro en un mundo en crisis permanente e irreversible. Más sentido tiene preocuparse por el estado de salud del mar en este mundo profundamente enfermo, aunque quienes piensan en estas cuestiones son una minoría.
¿Por qué consideramos ahora estos yacimientos que hace tan sólo una década desdeñábamos? ¿Por qué nos fijamos en recursos tan poco -o nada- rentables como las arenas bituminosas del Canadá o el fracking? Porque según reconoce la propia Agencia Internacional de la energía la producción de petróleo crudo convencional no superará jamás el nivel de 2006, porque en realidad la producción de petróleo crudo convencional ya decae y porque sin una gran inversión adicional la caída será muy rápida... pero esa inversión no está llegando. Ese imprescindible aumento de la inversión no se produce porque se multiplica la inestabilidad en países que tradicionalmente han vivido muy bien de los ingresos del petróleo pero que con la caída de su producción están ahora inmersos en graves problemas: Egipto, Siria, Yemen, Irak, Nigeria, Venezuela... Soplan intensos vientos de cambio. Para Europa la situación en Ucrania tiene peligrosas implicaciones, principalmente por el suministro de gas ruso a través de aquel país (aunque no debe perderse de vista que el 46% del petróleo consumido en Europa es de origen ruso: no conviene contrariar al oso ruso). En España se sigue soñando con aliviar la situación europea exportando el gas que importamos de Argelia, país que ya pasó sus propios peak oil y peak gas (la producción de gas argelina ya ha caído un 18%), y dónde la desesperación de ver reducirse esta fuente de ingresos les ha llevado a comenzar a tantear el fracking. Y a pesar de eso, cada día sale una nueva ridícula fantasía periodística anunciándonos que EE.UU. exportará petróleo y gas, o que el fracking salvará al mundo, fantasías que no resisten el más mínimo análisis crítico.
Y mientras los hombres se afanan en el imposible objetivo de mantener un sistema social que necesita consumir cada vez más para mantenerse vivo, rebañando las últimas migajas de los combustibles fósiles, las consecuencias de tanto despilfarro se dejan sentir cada vez más. Algo pasa con el verano; no sabemos qué es, no queremos ver qué es, pero la cosa obviamente no mejora. Continuos frentes de lluvia y aire fresco pasan por el tercio norte de la Península Ibérica y azotan Europa; cae granizo masivamente en multitud de localidades diferentes... Nada es insólito tomado por separado, pero sí tomado en conjunto y por su repetición. La corriente de chorro polar, que organiza la circulación del tercio norte del planeta y que depende de la diferencia de temperatura entre el polo y el ecuador, está completamente desestructurada como consecuencia del incremento de temperaturas en el Ártico:
Desgraciadamente, que la corriente de chorro polar se desestructure favorece a su vez que la temperatura del Ártico suba más, con lo que el problema no hace más que agravarse. Ello es debido a que una corriente de chorro polar desorganizada favorece una series de fenómenos que contribuyen a una mayor destrucción del hielo ártico, y como el hielo refleja la luz mientras que el agua la absorbe, menos hielo significa más calentamiento.
La superficie ocupada por el hielo ártico está ahora mismo en mínimos, ya muy cerca de los mínimos históricos del año 2012:
Pero es que encima el hielo tiene ahora un grosor muy pequeño, con lo que es muy frágil. En 2012 el responsable del rápido declive del hielo ártico fue una tormenta que duró más de un mes y que hizo migas una buena fracción del mismo; en 2014 la superficie cubierta por el hielo ya está casi en los niveles de 2012, por lo que la llegada de una fuerte tormenta podría desmenuzar el anterior récord y acercar aún más la situación de un Ártico sin hielo en verano.
Y en este estado de cosas, de repente el huracán Arthur, convertido ya en tormenta tropical, girará hacia el Noroeste y entrará de lleno en el Ártico en los próximos días:
Previsión de evolución de Arthur según el National Hurricane Center. ¿Es habitual que un huracán, en su curso normal de declive, entre el Ártico? No es inaudito, pero no es lo usual: por lo general, por razones geofísicas (conservación de la vorticidad potencial, orografía, presencia de la corriente de chorro polar) lo normal es que giren hacia el este y se acaben extinguiendo en el Atlántico Noroccidental (vean, por ejemplo, la evolución de los huracanes de la temporada 2005, una de las más intensas de los últimos años):
¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe, pero las perspectivas no pueden ser más inquietantes.
En náutica derrota es la trayectoria que sigue una nave para ir de un punto a otro, mientras que la deriva es el desvío de la derrota, atribuíble al efecto de los vientos y las corrientes. Si me lo permiten yo dría que en la actualidad la deriva que seguimos de nuestra derrota nos lleva a una deriva que garantiza nuestra derrota.