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¿Por qué lo llaman capitalismo cuando quieren decir estatismo?

por Laissez Faire Hace 10 años
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Llego al siguiente artículo del diario Público donde se atribuyen al sistema capitalista diez males que los anticomunistas le achacaban al comunismo durante los años 50 y 60: hambre, cierre de empresas, censura, espionaje, burocracia, etc.

Lo gracioso del asunto es que, de esos 10 males, siete son una consecuencia directa del intervencionismo estatal; y los otros tres no sólo son una consecuencia indirecta del intervencionismo estatal, sino que están tremendamente exagerados. Los expongo por orden de aparición:

1)      Hambre: El hambre vuelve al capitalismo. Se nos dice que tres millones de niños en riesgo de pobreza en España. Lástima que se estén forzando los datos. No es que quiera minimizar la situación de carencias materiales en las que se hallan muchos españoles azotados por la crisis económica y las sangrantes subidas de impuestos, pero no es verdad que tres millones de niños pasen hambre. Si acudimos al informe de la ONG Save the Children, en que se basa el autor para hacer sus afirmaciones, veremos que tasa de pobreza o de exclusión social no se define como “pasar hambre”, sino familias que se encuentren en una de estas tres situaciones: a) ingresos por debajo del 60% de la renta mediana (en España, ingresos de hasta 14.784 euros para una familia de dos adultos y dos niños); b) privación material severa (entendida como la ausencia de al menos cuatro de estos elementos: estar al corriente del pago de la hipoteca o del alquiler; temperatura adecuada en el hogar; irse de vacaciones al menos una semana al año; comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días; capacidad para afrontar gastos imprevistos; teléfono; televisión en color; lavadora; coche); c) baja intensidad en el empleo del hogar (cuando las horas trabajadas por la totalidad de los miembros del hogar es inferior al 20% de las máximas que podrían estar trabajando). Fijémonos que, según esta definición, el establecimiento de una renta básica universal de 1.000 euros mensuales (tal como defiende Podemos) no conseguiría reducir la tasa de pobreza si, simultáneamente, el paro no se redujera: una familia con todos sus miembros en paro pero que recibiera ayudas mensuales perpetuas de 2.000 euros sería considerada pobre (por el tercer criterio). Por tanto, cuidado con el abuso de las estadísticas. Si queremos medir cuánta gente pasa hambre, lo mejor es acudir a la FAO. Y en las estadísticas de la FAO nos encontramos con que España se encuentra entre los países del mundo con menor proporción de hambrientos: inferior al 5% de la población (la FAO no desagrega datos debido al bajo porcentaje). En cambio, para el conjunto del mundo, la propia FAO estima que el número de hambrientos se ha reducido desde el 18,9% (1.015 millones) de la población mundial en 1990 al 12% (842 millones) en 2013.

2)      Vuelven los sin techo: Según se nos dice, en España se producen cada mes 5.600 desahucios ordenados por los juzgados. Los datos no son del todo exactos: las entregas judiciales de vivienda son 28.173, lo que implica 2.350 desahucios al mes en 2013. De ellas, viviendas habituales eran 21.054, esto es, 1.750 mensuales; y de ellas, sólo 1.668 estaban ocupadas, esto es, 139 al mes. No digo que no sea duro tener que abandonar una casa, pero de nuevo es altamente equivocado transmitir la idea de que los españoles se están quedando sin un techo en el que vivir: según el INE, de los 18 millones de hogares que hay en España, siete millones tienen una casa en propiedad totalmente pagada, 1,3 millones tienen vivienda en propiedad obtenida por herencia y 5,9 millones tienen casa en propiedad hipotecada. El resto, unos 3,7 millones, carecen de vivienda en propiedad (si bien 2,4 millones viven de alquiler y 0,4 millones cedidas de manera gratuita por familiares o por su empresa). Por consiguiente, estamos hablando de que en el año 2013 las entregas judiciales de viviendas habituales ascendieron a aproximadamente el 0,35% de los hogares con vivienda hipotecada y al 0,015% de las viviendas en propiedad. De nuevo, no quiero minimizar su importancia, pero sí poner de manifiesto que no es verdad que los españoles estén perdiendo en masa su vivienda y que es muy fácil mentir con las estadísticas. Cuestión distinta es el tema de que los hipotecados estén siendo desahuciados y los acreedores de los bancos rescatados: eso lo denuncia el articulista y en parte tiene razón. Pero el culpable es quien rescata por tener autoridad política para usar arbitrariamente el dinero de los contribuyentes: el Estado.

3)      Cierre de empresas: Desde el año 2008, en España han cerrado 250.000 empresas debido a la escasez de oportunidades de negocios. En realidad, si echamos mano del INE, son algunas más: 275.000. Y hay que tener en cuenta que se trata de cifras netas (cerrar han cerrado muchas más, pero simultáneamente se han abierto otras, de modo que, en términos agregados, el número de empresas se reduce en 275.000). Una cifra impresionante que, no obstante, debemos ubicar en su contexto. Primero, en un sistema capitalista es bueno que las empresas que dejan de generar valor para los consumidores cierren: ese era uno de los dramas del comunismo por la ausencia de cálculo económico, a saber, que las empresas que destruían valor seguían operando y, por tanto, seguían destruyendo valor. Segundo, pese a su notable volumen, estamos hablando del 8% del total de empresas de España: de nuevo, una tragedia pero se trata sólo del 8% en medio de la mayor crisis económica de nuestra historia reciente, esto es, en términos agregados, el 92% de las empresas han resistido. Segundo, de esa desaparición neta de 275.000 empresas, 218.000 (el 80%) proceden de estos tres sectores: construcción, servicios de arquitectura e ingeniería y mobiliario; en su ausencia, habrían desaparecido en términos netos 57.000 empresas, el 1,6% del total. Por consiguiente, la destrucción de empresas en España está esencialmente asociada a la crisis económica y ésta a la burbuja inmobiliaria. ¿Y quién generó la burbuja inmobiliaria? Un sistema financiero privilegiado por ese monopolio estatal de la moneda llamado banco central.

4)      Corrupción en las instituciones: En efecto. Instituciones estatales corruptas. El problema de la corrupción estatal es estatal. Tengo poco que añadir salvo que las oportunidades de corrupción se multiplican cuando el Estado interviene en numerosísimos aspectos de la vida social y, por tanto, tiene mucho poder para decidir y para lucrarse de esa capacidad de decisión. Ya lo decía Lord Acton: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por tanto, a más estatismo y menos libre mercado sometido a tribunales independientes y al imperio de la ley, más oportunidades de corrupción. No es capitalismo, es estatismo.

5)      Censura: La Casa Real censurando revistas y el Gobierno nombrando casi a dedo a directores de medios de comunicación. En efecto: censura que viene del Estado y de las instituciones políticas. No es capitalismo, es estatismo.

6)      Espionaje del Gran Hermano: La NSA viola las libertades y las propiedades de los ciudadanos para espiarlos. ¿Y qué es la NSA? Una agencia estatal. No es capitalismo, es estatismo.

7)      Falta de libertad religiosa: La Iglesia Católica tiene una excesiva influencia sobre la legislación estatal. De nuevo, políticos con demasiado poder influenciables por grupos de presión organizados. No es capitalismo, es estatismo.

8)      Desprecio a la cultura y triunfo de la mediocridad: El problema de una cultura dependiente del Ministerio de Hacienda que carece de pujanza y vigor. Evidentemente, es lo que sucede cuando el artista no se preocupa por su público, por el mecenas o por sus inquietudes intelectuales sino que se convierte en un cazador de rentas presupuestarias. No es capitalismo, es estatismo.

9)      Una burocracia insoportable: España sigue siendo el país del papeleo y del “vuelva usted mañana”. En efecto: burocracia estatal asfixiante. No es capitalismo, es estatismo.

10)   Derechos humanos socavados: Por ejemplo, el libre tránsito de los inmigrantes para llegar a España o a Europa. El liberalismo se basa en la libertad de movimientos de personas, capitales y mercancías. Remarco personas: las fronteras las imponen artificialmente los Estados. No es capitalismo, es estatismo.

En suma, creo que cuando la inmensa mayoría de los males que se achacaban al comunismo son hoy en día consecuencia directa de nuestros Estados occidentales sobredimensionados deberíamos replantearnos a qué llamamos capitalismo y qué problemas son atribuibles a la libertad de mercado y cuáles, en cambio, a su dramática ausencia.


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