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Teoría sobre el funcionamiento del mercado de trabajo

por José Luis Martínez Campuzano Portavoz Asociación Española de Banca Hace 10 años
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En su última revista mensual de Finanzas y Desarrollo el FMI incluye una entrevista al Premio Nobel Christopher A.Pissarides, quizás uno de los mayores expertos sobre el mercado de trabajo. Siempre interesante, lo es mucho más en un momento como el actual donde la recuperación del empleo se ha convertido en el objetivo último de las autoridades.

Aquí extraigo algunos párrafos de la Nota. Merece la pena analizarlos con calma….

El principal aporte de los estudios que Pissarides realizo tras su disertación fue el concepto de la función de emparejamiento. En economía se usa el concepto de la función de producción para expresar la relación entre insumos y productos; los avances tecnológicos permiten extraer mas producto del mismo insumo, y a veces circunstancias adversas o políticas equivocadas pueden entorpecer el proceso de transformación de insumos en productos. Pissarides considero el número de desempleados y el número de vacantes como insumos de la producción de empleos. La eficacia de esta transformación depende del grado de información incompleta sobre políticas públicas y sobre shocks que afectan al mercado laboral. Vean dice que “si bien en la superficie es una ‘caja negra’, [la función de emparejamiento] podría estar justificada por varias historias microeconómicas. Podría estimarse a partir de datos reales”. Pisaréis también uso ideas de la teoría del juego para determinar como el excedente de un buen emparejamiento se repartía entre trabajadores y empleados. Según Vean, esto creaba una “teoría sencilla pero poderosa sobre la determinación de los salarios”.

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Otra implicación practica del trabajo de Pisaréis es que respalda las políticas para ayudar a que los desempleados vuelvan a trabajar. Estas políticas laborales “activas” inciden en la motivación de los trabajadores para buscar y aceptar empleo. Los economistas concuerdan en que durante periodos de desempleo hay que suplir los ingresos de los trabajadores, pero Pisaréis dijo, al recibir el Nobel, que las políticas también deben “incentivar una búsqueda de empleo más intensa, que desplace la curva de Beveridge hacia el origen y mejore la eficacia con que el mercado laboral empareja trabajadores con empleos”. Sin políticas activas, el periodo de desempleo se alarga mucho, lo cual “frustra mas al desempleado . . . y aleja a los trabajadores de la fuerza laboral”.

Una característica clave del modelo es el supuesto de que, una vez creados, los trabajos no se adaptan fácilmente a las nuevas tecnologías. El mercado laboral esta constantemente acosado por avances tecnológicos y de otro tipo que alteran la rentabilidad de los empleos existentes. Estos “shocks idiosincrásicos” destruyen empleos y generan desempleo, hasta que surgen nuevos empleos de reemplazo en otros sectores. La creación y destrucción de empleo también se ve afectada por altibajos en toda la economía. Mortensen y Pissarides combinaron todos estos elementos en un modelo coherente con el enorme volumen de flujos brutos y su variación a lo largo del ciclo económico. En reconocimiento de las contribuciones previas de Diamond, el modelo ahora se conoce como el “modelo DMP”, por las iniciales del apellido de sus creadores. Para Blanchard, el modelo DMP “ha demostrado ser una maravilla teórica y a la vez increíblemente útil para analizar datos”.

El modelo DMP también ha demostrado ser de suma utilidad para formular políticas para el mercado laboral. Muchos países tratan de proteger a los trabajadores del desempleo con procedimientos administrativos que cuestan tiempo y dinero cuando los empleadores tienen que reducir personal; esto representa en esencia un impuesto a los despidos. Estas leyes de protección laboral aminoran los flujos brutos de desempleo al limitar la destrucción de empleo, pero también entorpecen la creación de empleo. “Al crear un puesto de trabajo, una empresa considera el [fuerte] impuesto que tendrá que pagar en el futuro si tiene que despedir al empleado. Eso reduce la creación de empleo”, explico Pisaréis al recibir el Nobel. Con una menor creación de empleo, el flujo de desempleo a empleo también disminuye. En resumen, una política concebida para proteger a los trabajadores del desempleo puede, a la larga, tener el efecto paradójico de prolongar el desempleo al enfriar la creación de empleo (grafico 2). Estas implicaciones del modelo DMP corroboran algo que se ha convertido en un mantra: “proteger los trabajadores, no los trabajos”. La protección exagerada de empleos existentes con restricciones excesivas a los despidos puede detener la generación de empleo que precisa una economía dinámica. Es mejor proteger a los trabajadores de las consecuencias de la desocupación con prestaciones de desempleo y otros apoyos al ingreso, y con políticas activas para que los desempleados encuentren trabajos adecuados antes de que se deterioren sus aptitudes y su confianza.

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La protección excesiva del empleo también puede dar lugar a un alto desempleo juvenil. Los jóvenes aún no saben en qué áreas serán competentes o qué tipo de trabajo les gustaría realizar, y los empleadores tampoco saben cómo se desempeñaran estos jóvenes. Por eso Pissarides dice que es especialmente importante que los jóvenes tengan “la oportunidad de experimentar varios trabajos. Así como no se espera que se casen con su primer novio o novia, tampoco cabe esperar que se queden en su primer empleo para siempre”. Señala que las leyes de protección laboral ayudan a los “empleados hombres y mayores . . . pero perjudican a las mujeres y los jóvenes, que entran y salen de la fuerza laboral” más a menudo.

En Europa, le dijo Pissarides a F&D “la mayoría de los déficits laborales son en el sector de servicios al público y a las empresas”. Una mayor flexibilidad y mejores incentivos del empleador podrían generar plazas en comercios minoristas, hoteles y negocios de automóviles, que podrían ser “ocupadas por muchos jóvenes y mujeres”. Por eso es esencial que los salarios mínimos se mantengan bajos para que los empleadores se atrevan a contratar nuevos candidatos. Lo otro que se necesita, dice, es un cambio de actitud respecto al trabajo en el sector de servicios: “En nada rebaja dar una mejor atención al cliente”.

Una última cosa: su valoración sobre la situación del EUR.

La respuesta al lanzamiento del euro en 1992 fue distinta en los dos lados del Atlántico. En un debate el 21 de septiembre de 1992, cuatro famosos profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts —Olivier Blanchard, Rudiger Dornbusch, Stanley Fischer y Paul Krugman— coincidieron en que “una moneda común europea tendría repercusiones económicas desfavorables”. En cambio, en Europa muchos académicos estaban eufóricos: “Estaba absolutamente a favor de la idea”, escribió Pissarides, que fue al Comité de Política Monetaria del Banco Central de Chipre “para ayudar a traer el euro a mi país”, después de haber trabajado en equipos en Suecia y el Reino Unido analizando como incidiría la adopción del euro en sus mercados laborales.

Pero ahora dice que el euro “ha fracasado, porque está frenando el crecimiento y la creación de empleo, y está dividiendo a Europa”. La política macroeconómica quizá sea adecuada para Alemania y algunos Estados del norte de la Unión, pero a su juicio es “demasiado restrictiva” para los países del sur de la Unión. La austeridad fiscal en particular esta “creando una generación perdida de jóvenes preparados … La troika [la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional] y los gobiernos deberían moderar la austeridad”. Pissarides dice que o se debería desmantelar el euro o los principales miembros de la Unión deberían permitir políticas monetarias y fiscales más laxas que reactiven el crecimiento y la creación de empleo en el sur.


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