Queridos lectores,
Vivimos un año de tregua en el CSIC. Después de la crítica situación del año pasado, que nos situó a un paso de la quiebra, el Gobierno nos "rescató" (del problema presupuestario que el propio Gobierno había originado) en el último momento y con esos 70 millones extra pudimos mantener la actividad y compensar parte de nuestras deudas. Parte, que no todas, porque de ser un organismo muy puntual en el pago hemos pasado a tener una cierta (aunque no muy grande) demora en el pago a proveedores; eso supone una cierta deuda corriente que puede ser mantenida indefinidamente en ese estado en tanto en cuanto los ingresos (y los gastos asociados, pues no somos una entidad con ánimo de lucro) se mantengan.
Justamente mantener los ingresos es uno de los nubarrones que se están formando en nuestro horizonte.
Difícil con una cantidad de personal decreciente: partiendo de algo más de 14.000 trabajadores en 2008, el CSIC cuenta ahora con unos 11.000. Se cubren sólo el 10% de las plazas de investigadores que se jubilan, pero las de personal de administración o de los servicios técnicos no se cubren en absoluto. Al descender los ingresos por proyectos los becarios se van, algunos sin haber acabado la tesis, otros acabándola rápidamente y con la misma celeridad marchándose al extranjero. Los posts-docs (una persona pertenece a esa categoría indefinida desde que termina el doctorado hasta que consigue un contrato o plaza que permita llamarle de otra manera) huyen también en masa (en mi instituto a veces se reúnen en corrillos para comentar a dónde se van unos y otros). Y últimamente son los propios investigadores de plantilla los que se van; compañeros míos, asqueados por la indolencia y la mediocridad de nuestro sistema, son un día tentados por una buena oferta en el extranjero y tras dudarlo un poco (o no) aceptan dejar atrás esta miseria e irse, por ejemplo, de jefe de departamento en una prestigiosa universidad americana. Los que se van son, obviamente, los más brillantes y que no tienen ataduras sentimentales (¿de qué otro tipo podrían ser?) con España. Sin ser yo mismo nada del otro jueves, el año pasado recibí una propuesta formal para irme a Francia que decliné cortésmente aunque no cerré la puerta del todo, pues nunca se sabe si aquí las cosas se complicarán tanto como para que realmente no me interese irme.
Pero, ¿qué está pasando? Si nos rescataron y si el Estado ha aumentado su dotación al CSIC este año, ¿por qué se produce este declive de actividad? Para entenderlo, hay que entender cómo funciona la financiación de la ciencia en España.
La actividad científica en el sector público en España se financia de diversas maneras, siguiendo un esquema perfectamente asimilable al de otros países occidentales. Podemos decir que la financiación consta de cuatro vías principales, ordenadas por su importancia económica.
La primera de estas vías consiste en los sueldos del personal fijo en las instituciones de investigación y en las universidades, y algunos gastos de infraestructura elementales. Eso permite tener una actividad investigadora muy básica, pero lógicamente no paga nuevo equipamiento ni reactivos ni personal en formación o especializado ni campañas de campo.
La segunda vía de ingresos es a través de las convocatorias públicas de proyectos de investigación: las diferentes administraciones, desde las autonómicas hasta las europeas, sacan periódicamente convocatorias; los investigadores elaboran sus ideas sobre qué merece ser investigado y por qué creen que se debe investigar; preparan un dossier, típicamente de varias decenas de páginas de extensión, que envían a la agencia financiadora; la agencia financiadora los hace evaluar por expertos externos y finalmente unos pocos proyectos resultan escogidos y son financiados, a veces por medio de subvenciones a fondo perdido, a veces pagando un porcentaje de los gastos presupuestados y a veces - las menos - como créditos reembolsables. Con este dinero se puede comprar todo el material que hace falta para investigar, contratar personal en formación o especializado que no hay en el centro, se mantienen laboratorios, etc. Siguiendo la práctica contable común en todo Occidente y reconocida por las administraciones financiadoras, una parte del dinero recibido (generalmente el 20%) se usa para cubrir los costes indirectos (los servicios de administración, la luz y el agua, el teléfono, el mantenimiento de la infraestructura). Estos costes indirectos son fundamentales para mantener los centros de investigación en marcha, ya que sin ellos los servicios indispensables para el mantenimiento de la actividad dejarían de funcionar y todo se pararía (e.g., si no pagamos la luz o si no reparamos equipos e incluso edificios).
La tercera vía de financiación es a través de contratos con empresas. Algunas veces las empresas tienen necesidad de realizar ciertos estudios previos al inicio de alguna actividad pero no tienen capacidad técnica para hacerlo y recurren a los científicos. Al ser centros públicos no existe beneficio empresarial y nuestros precios son relativamente bajos, pero obviamente no podemos ofrecer servicios que ya los ofrezcan otras empresas porque sería competencia desleal. Al ser un trabajo por encargo, aquí el científico no decide qué estudiar, pero eso no sustrae interés al trabajo realizado. También aquí se cobran costes indirectos.
Y la cuarta vía consiste en los convenios con la Administración, que funcionan de manera similar a los contratos con empresas aunque se paga bastante menos porque a fin de cuentas los científicos de las instituciones públicas forman parte de la Administración.
Cabe mencionar una quinta vía, la de la explotación de los resultados de la investigación (patentes, transferencia del conocimiento) pero las estructuras administrativas españolas son muy rígidas y sacar provecho de esta vía requiere un esfuerzo ímprobo que no siempre se consigue llevar a buen puerto (afortunadamente la cosa va evolucionando lenta aunque positivamente); todavía hoy, el peso de esta vía de financiación es pequeño y en no pocas ocasiones los beneficios de la explotación de los resultados de la investigación, que el sistema de ciencia española genera en mucha mayor medida de lo que muchos creen, los acaba capitalizando una empresa ajena al sistema científico y en ocasiones sin haber contribuido en absolutamente nada al desarrollo explotado.
Como digo, estas vías de captación de recursos son completamente análogas en España y fuera de España. Contrariamente a la percepción de gente ajena a este mundo, la menguante ciencia española no "vive enganchada de la subvención pública", porque los proyectos de las convocatorias competitivas de la Administración requieren un gran esfuerzo, primero para obtenerlos y después para gestionarlos, ya que se han de cumplir escrupulosamente unos objetivos marcados - y si no se cumplen hay penalizaciones muy importantes. Además, cada vez el peso económico de los trabajos por encargo es mayor y cada vez lo será más. Ciertamente hay investigadores y profesores universitarios maleados que son pequeños tiranuelos de sus reinos de taifas donde reina el amiguismo, pero justamente por su mala praxis estas personas son muy poco competitivas ya que no se rodean de los mejores profesionales ni son ellos mismos buenos profesionales, y por tanto sus posibilidades de captar financiación pública y privada es muy escasa por comparación con la que consiguen los investigadores abnegados que trabajan con verdadera pasión y dedicación en su campo.
En realidad, lo que es anómalo de España con respecto a otros países occidentales es que fuera del sector público hay muy poca investigación. En la mayoría de los casos, las empresas que usan tecnología la importan de fuera, y cuando necesitan una investigación ad hoc recurren al sector público. Las empresas en España promueven poco y financian escasamente la actividad científica, con algunas notables excepciones.
En fin, todo lo antedicho es el típico proemio gigantesco que hago en los posts de la serie "Mi colapso y yo" para que un lector casual que no sepa de dónde viene esto pueda ubicarse en el complicado panorama de lo que significa hacer ciencia hoy en España (el lector interesado podrá encontrar los posts anteriores de la serie aquí: 1, 2, 3 y 4 - y de propina uno que no tiene que ver con el CSIC pero sí con mi colapso). Pero vayamos al asunto.
Siendo como es nuestra principal vía de financiación externa, necesitamos captar más dinero en proyectos para empezar a enjugar nuestra deuda, con los dineros que puedan sobrar de los costes indirectos.
A malas, necesitamos captar como mínimo tanto dinero como veníamos captando para poder mantener todas las complejas infraestructuras que tenemos con los costes indirectos. Al crecer durante estos años, hemos creado un Leviatán que nos es muy útil en nuestro trabajo pero es muy costoso de mantener, y no querríamos empezar a desmontarlo, sobre todo porque cuesta mucho más construir que destruir.
¿Y qué está pasando?
Pasa que los ingresos por proyectos decaen. Me consta que se han concedido menos proyectos este año, o al menos la cantidad total de dinero concedida ha sido inferior. Sé que en mi instituto la cosecha de este año ha sido bastante mala, como un 40% de lo que se solía conseguir, y eso que mi centro es un centro de alto nivel con buenas ratios de éxito. No sé que habrá pasado en el contexto de todo el CSIC pero me temo que la cosa no ha ido bien. Los presupuestos de este año para el CSIC ya anticipaban una considerable reducción de los ingresos por proyectos y me temo que las peores previsiones se han cumplido. Tendremos que esperar hasta el balance del final de año para saber si algunos ingresos extra que anhelamos se han materializado al fin o no y ver hasta qué punto compensan el bajón tremendo de nuestra principal fuente de financiación externa.
¿Por qué están bajando los ingresos por proyectos? Pues porque la dotación efectiva del Plan Nacional español es cada vez inferior (no lo es nominalmente porque se contabilizan tanto subvenciones como créditos, pero la mayoría de los créditos no se ejecutan y por tanto nadie los usa: es un dinero que el Estado dice destinar a la I+D pero lo hace con un instrumento sin demanda y por tanto al final se lo ahorra, pero se pretende hacer creer que se puso ese dinero sobre la mesa simplemente porque se presupuestó). Un rápido vistazo a la lista de proyectos concedidos nos muestra que las asignaciones típicas son aparentemente inferiores a las de otros años. En algunos tipos de proyecto, como los Explora, el dinero destinado por el Ministerio representa sólo el 4% del dinero solicitado en las propuestas presentadas por los investigadores, lo cual anticipa un porcentaje de éxito aproximadamente igual, lo cual la convierte en la convocatoria más difícil del ámbito europeo.
Fuera de España tenemos los proyectos del Horizonte 2020 (de infausta evocación en este blog), el sucesor del 7º Programa Marco de la Comisión Europea para financiar la investigación en el espacio europeo. Sin embargo, los problemas presupuestarios nacionales no son exclusivos de España y eso ha empujado a muchos investigadores europeos a refugiarse en estas convocatorias, llevando a situaciones no vistas anteriormente en las que las probabilidades de éxito de una propuesta en algunas convocatorias llegan a ser sólo del 5%. Pero tenemos que intentarlo.
Algunas convocatorias de proyectos europeos, como las del Programa Life, no dan la financiación por adelantado sino que reembolsan los gastos una vez ejecutados. Esto supone un problema para unos centros con cada vez menos remanentes de tesorería con los que absorber esos gastos hasta que lleguen los ingresos. Pero, por otro lado, no concurrir a esas convocatorias, aparte de no cumplir con nuestra misión de investigar, implica dejar de percibir esos imprescindibles costes indirectos que necesitamos para mantener en marcha la maquinaria...
En fin, caen los ingresos de proyectos y nuestra tercera vía de financiación, los contratos con empresa, están también en retroceso. La situación ha pasado de ser complicada a nivel de todo el CSIC a empezar a ser complicada a nivel de cada centro. Es un proceso lento pero difícil de revertir, cuyas consecuencias no se dejarán sentir con intensidad hasta dentro de un año o dos.
Y eso que de momento estamos tranquilos porque mantenemos la primera vía de financiación, la de los sueldos e infraestructura básica. ¿Se mantendrá esta vía mucho tiempo o empezará a retroceder en un futuro previsiblemente no muy lejano? De momento se mantiene la ficción de que empieza una recuperación económica duradera en España. Hacia finales de este año o principios del que viene será evidente que lo que viene es una recesión global del estilo de la de 2008, aún no sabemos si más o menos intensa. Será entonces cuando probablemente me tocará escribir el siguiente capítulo de esta serie.
Salu2,
AMT
P. Data: Por lo pronto las próximas semanas tengo dos importantes obligaciones que me alejarán relativamente del blog. La más relacionada con el tema de este post es dedicarme a escribir algunas propuestas para intentar conseguir financiación con la que mantener mi equipo, en primera instancia, y ayudar a mi centro gracias a los costes indirectos, en segundo término. La segunda pero no menos importante, dedicarle al menos unos días a mi familia y visitar a mis seres queridos, a los que hace tan sólo tres meses pensé que no volvería a ver. La publicación en The Oil Crash continuará en Agosto, pero saldrán menos artículos. La situación se normalizará hacia Septiembre, confiando que pueda conciliarla los numerosísimos compromisos que tengo en este final de año.