Por norma general la inmensa mayoría de inversores minusvalora la importancia de la operativa a la hora de invertir y habitualmente suelen actuar de acuerdo a ciertos criterios, como pueden ser:
- Noticias positivas entorno a un valor, rumores.
- Recomendaciones llegadas de todo tipo de fuentes: amigos, prensa, radio, televisión, foros, blogs etc...
- Análisis técnico, proyección de figuras con sus objetivos.
- Análisis fundamental, valor en libros, la acción está muy barata o muy cara, tiene descuento con respecto al sector o simplemente presenta buenos resultados.
Y algunas otras que seguramente me dejo atrás. Hasta aquí el planteamiento parece correcto pero... ¿qué ocurre cuando acertamos o erramos en la inversión? Si, digo bien, también cuando las cosas salen según nuestros planes ¿qué solemos hacer? Analicemos los dos supuestos sin tener en cuenta el motivo de la inversión.
En el caso de no coincidir la evolución del activo conforme a nuestros planteamientos lo más común es aguantar las pérdidas, da igual las que sean, el caso es que las aguantamos porque pensamos que nuestro argumento era muy bueno y que por tanto recuperaremos la inversión. O también existe la popular variante de pensar que mientras no vendamos no hemos caído en pérdidas. Creo que no hace falta explicar el error que cometemos y que nos lleva no sólo a perder dinero, sino a la oportunidad de poder hacer nuevas operaciones, imposiciones a plazo fijo o de poder darnos un gustazo y comprarnos una moto, un coche, lo que sea... porque recuerdo que mientras no vendamos ese dinero está bloqueado, no podemos usarlo para otros fines. Es lo que suelen llamar coste de oportunidad. Retomando el asunto, existen todo tipo de variantes que la mente humana pueda concebir, del estilo he vendido y justo ahora se pone a subir, por ende vuelves a comprar y resulta que ahora empieza a caer y no sube, entonces piensas que no vas a volver a vender y las aguantas contra viento y marea. Es como la pescadilla que se muerde la cola. ¿Nunca os ha pasado?
Y para el primer supuesto la cosa es mucho peor. Cuando compramos algo y sube nos cuesta la vida vender. Además solemos regodearnos de lo bien que lo hemos hecho y la pedazo de inversión planteada, incluso a veces es más grave, lo contamos a la familia, a los amigos, ¡incluso a la vecina! Es curioso, pero fijaros que en este caso nunca nos planteamos que mientras no vendamos no hemos ganado nada, como solemos mantener con las pérdidas ¿por qué será?. Incluso suele pasar, que es más grave aún, alcanzado el precio de venta que preveíamos... ¡no vendemos!, claro y es que como ha ido tan bien para qué vender si va a seguir subiendo. Entonces puede venir lo peor, el precio baja y ahora si que es aún más difícil autoconvencernos de que hay que vender, si no vendimos antes... ¿cómo vamos a vender ahora más barato? Es algo que no nos entra en la cabeza.
Bueno, quizás he exagerado un poco las situaciones que he contado antes, pero piénsenlo a pequeña escala... ¿nos suelen pasar cosas parecidas cuando operamos? De aquí la importancia que para mi tiene la operativa. La operativa es fundamental en mi opinión, incluso os digo más, muy por delante de lo buen analísta técnico, fundamental o astrólogo que se sea. De hecho creo que una persona que plantee buenas operativas, aunque sea un simple analista técnico, obtendrá mayores beneficios que un experto en análisis técnico que no sepa plantearse su operativa y llevarla a raja tabla.
Después de todo este ladrillo, muchos podéis preguntaros... ¿y qué es eso de la operativa? En mi opinión una definición simple sería: "De antemano, saber lo que hay que hacer según evolucione el precio y... lo más importante, ejecutarlo".
Ahora bien, no os lo niego, pueden existir miles de formas de operar en el mercado, algunas mejores y otras peores, pero piénsenlo... una operativa tan simple como las del tipo stop de pérdidas / objetivos, con buenos ratios entre beneficio y pérdida, pueden conseguir que de cada 10 operaciones que realicemos, con tan sólo 3 ó 4 en beneficio, estemos en plusvalías a nivel general.
En conclusión, quizás deberíamos pensarlo mejor antes de entrar en el mercado.