Hay un dicho popular que dice que si me engañas una vez la culpa es tuya, pero si me engañas una segunda vez la culpa es mía. Pues bien, convendría tenerlo presente con los CoCos tras el tema de las Preferentes y todo lo acontecido con los inversores.
Fíjense que a primeros del año 2011 escribí un breve artículo en el blog advirtiendo de que los CoCos tienen más riesgo que las Preferentes y las Subordinadas.
Los cocos se han convertido ahora en la nueva arma de la banca para recapitalizarse gracias a sus clientes ahora que las Preferentes están “fuera de juego”.
Los CoCos son deuda subordinada perpetua que se puede convertir en acciones, es decir, son deuda de la entidad que los emite y que se convierte en acciones si se cumplen una serie de requisitos.
El problema radica en que en caso de quiebra, el titular del CoCo será el último en cobrar. Además no existe plazo temporal, de manera que el emisor puede oponerse de manera indefinida a devolver el dinero. Y conviene saber también que el inversor que compró un bono puede sufrir cambios o modificaciones en el producto adquirido, ya que al ser convertible lo que se adquirió como bonos puede pasar a ser acciones.
La idea a tener en cuenta es que si el titular del CoCo desea recuperar el dinero invertido tiene que vender las acciones, y eso ya le supone un riesgo de pérdidas, por no hablar de que si el capital del banco se reduce antes de la conversión en acciones, el precio del producto también lo hará, con lo que se sufrirán pérdidas.
Como pueden ver, es un producto complejo y de riesgo solo “aconsejable” para ahorradores cualificados, es por ello que se ofrece y se comercializa a partir de 100.000 euros.
La ventaja de los bancos con los CoCos es que les mejoran el margen de solvencia y de capital, algo interesante de cara a las pruebas de test estress que se realizan en Europa. El nivel que determina la conversión en acciones se produce cuando el ratio cae del 5,12% en España (en Europa suele ser el 8,25%).