The Economist ha analizado 190.000 perfiles de mujeres profesionales del sexo en los sitios web donde los clientes escriben sus opiniones. Los datos abarcan 84 ciudades en 12 países, con el mayor número de trabajadores en Estados Unidos y la mayoría del resto de las grandes ciudades de los países ricos. De acuerdo con su análisis, el precio de una hora de sexo con una prostituta femenina ha ido disminuyendo de forma bastante estable en los últimos años. En 2006 el coste promedio fue de alrededor de 250 euros. En 2014 había caído a aproximadamente a 190 euros.
La tarifa por hora de una prostituta depende de una variedad de factores, incluyendo los servicios que ofrece y sus características físicas. Las mujeres que se ajustan más estrechamente a la versión estereotipada de la belleza - en Occidente las delgadas, con un pelo largo y rubio y pechos bonitos - ganan más. Las que proporcionan servicios especializados, por ejemplo, los trabajadores del sexo que aceptan dos clientes masculinos a la vez, también tienen mayores ingresos. La ubicación también es importante. Las prostitutas en San Francisco, donde el coste de la vida es alto, cobran más que las de las ciudades más baratas como Praga.
La caída de los precios se puede atribuir en parte a la crisis financiera de 2007-2008. Incluso lugares que han escapado a los peores efectos, como Londres, también se han visto afectados. En ciudades como Cleveland, Ohio, donde el desempleo alcanzó el 12,5% en 2010, los precios han caído en picado.
La migración es otra razón del descenso de los precios. En las grandes ciudades ricas como Londres, que atraen un flujo continuo de inmigrantes (más pobres), hay una presión bajista en los precios. En lugares como Noruega, donde las prostitutas locales trataron de unificar los precios, el número creciente de trabajadores sexuales inmigrantes hace que tales controles de precios no oficiales sean más difíciles de mantener. El aumento de personas que venden sexo online - donde es más fácil ser anónimo - probablemente haya impulsado la oferta local. Mientras tanto los cambios sociales pueden haber reducido la demanda. El sexo casual y adúltero es más fácil que en el pasado. El sexo pre-marital es más aceptable y el divorcio más fácil, lo que significa un menor número de hombres solteros y casados frustrados que recurren a prostitutas.
Las trabajadoras sexuales se quejan de que están ganando menos que en el pasado. Pero sus ingresos no han caído tan abruptamente como la disminución de los precios podría sugerir.
El cambio hacia la publicidad online hace que las prostitutas dependan menos de los intermediarios, como burdeles y agencias, proxenetas y madams. Esto significa que son capaces de conseguir una mayor proporción de sus ingresos. Pero la venta de sexo online trae nuevas demandas. Los clientes contactan con las trabajadoras sexuales a través de sus sitios web, e-mail, Facebook y Twitter. Algunos sitios web permiten a las prostitutas decir a los clientes si están actualmente disponibles; pero eso significa entrar a internet con frecuencia para actualizar su estado. Este tipo de trabajo requiere mucho tiempo, por lo que algunas prostitutas pueden terminar pagando a alguien para que lo haga por ellas. Para los profesionales del sexo como para cualquier persona, el tiempo es dinero.
Fuentes: The Economist