En un esfuerzo por demostrar que incluso la buena suerte se puede planificar con antelación, los Juegos Olímpicos de Beijing comenzaron a las 20:08 del 8 de agosto de 2008, invocando las propiedades supuestamente auspiciosas del número ocho. En chino, la palabra "ocho" suena similar a "prosperidad". Por el contrario, "cuatro" suena como "muerte", y así se cree que trae mala suerte. Muchos de los edificios chinos saltan directamente de la tercera a la quinta planta, al igual que algunos occidentales omiten el piso 13º. Estas supersticiones son generalmente consideradas como rarezas culturales inofensivas. Sin embargo, resultan ser muy costosa si se utilizan como principios de inversión.
Un nuevo estudio analiza cómo las supersticiones afectan a los mercados financieros mediante el examen de las órdenes limitadas (la compra o venta de una acción a un precio determinado) en el mercado de valores de Taiwán. Los autores midieron la fuerza de las supersticiones de los traders por la regularidad con la que eligieron los precios que terminan en ocho, y cómo evitaron por todos los medios el número cuatro. Los inversores institucionales y los inversores extranjeros fueron imparciales en este sentido, sin que se detectara un patrón numérico a la hora de enviar sus órdenes de compra o venta. Los minoristas locales, sin embargo, tenían un 50% más probabilidades de mandar una orden que terminaba en ocho que en cuatro.
Esa irracionalidad cuesta dinero: la rentabilidad diaria del quintil más supersticioso de los inversores fue un 0,03% inferior a la rentabilidad de los menos supersticiosos en las operaciones que terminan en un ocho. Eso equivale a un déficit anual del 8,8%, según los cálculos de El Economista. Evitar el número cuatro fue menos costoso, pero aún disminuía la rentabilidad en un 2% anual.
El coste de esta conducta se extendió más allá de las operaciones que implican a los números cuatro y ocho. Un aumento en las creencias supersticiosas de una desviación estándar provocó una disminución del rendimiento diario del 0,02% (4% en el transcurso del año). Esto sugiere que las creencias supersticiosas están asociadas con otros comportamientos que reducen las ganancias de los traders de manera más amplia. Algunos de éstos son también numéricos, como la preferencia de los inversores por los números redondos. El estudio también alude a los traders supersticiosos que tienen una "discapacidad cognitiva general en la toma de decisiones financieras", una forma diplomática de decir que son imbéciles.
Se sabe que los pequeños inversores sucumben al exceso de confianza, la extrapolación espuria y una preferencia por lo familiar. Estos comportamientos hacen que sean un blanco fácil para los operadores algorítmicos, o "quants", que se aprovechan de este tipo de comportamiento predecible.
Afortunadamente traders intradía taiwaneses, los investigadores encuentran que el prejuicio numérico disminuye con el tiempo. Tal vez cansados de perder dinero, los inversores tienden a deshacerse de sus supersticiones a medida que adquieren experiencia.
Fuentes: The Economist