A día de hoy las revisiones a la baja de los beneficios esperados por las compañías europeas para 2014 ha sido de doble dígito (desde un crecimiento esperado de +14% a +5%), lo que vuelve a provocar cierto desasosiego en los inversores en bolsa europea, que teníamos la impresión de que la recuperación de Europa, junto al crecimiento del resto del mundo, haría recuperar gran parte del terreno perdido en estos cinco años de crisis económica.
Una parte importante de la decepción viene explicada por la fortaleza del euro frente a gran parte de las divisas mundiales, especialmente del dólar y de los países emergentes.
Para el último trimestre del año, y para el próximo año, esta partida pinta mucho mejor. Es obvio que para las compañías europeas con exposición global de sus ventas es mucho mejor un euro más cerca de 1,20 que de 1,40. Las nuevas medidas del BCE parece que van en la dirección de debilitar la moneda única para ganar en competitividad.
Pero, desde nuestro punto de vista, no sólo se conseguiría la razonable mejora de competitividad de muchas compañías europeas, sino que se incrementaría el crecimiento macroeconómico del viejo continente y se relajarían las tensiones deflacionistas (presionaría al alza los precios por el encarecimiento de las importaciones).
Los PMIs europeos (índice de confianza empresarial) llevan mostrando desde hace meses una recuperación que no se ha acabado de reflejar en los indicadores de crecimiento reales. Es más, los últimos meses estamos viendo como países como Francia e Italia muestran un deterioro de expectativas empresariales que, obviamente, preocupa a inversores, gobiernos y al BCE.
La depreciación del euro ayudaría a las tres variables que más podrían repercutir a la mejora de los fundamentales europeos:
• Crecimiento económico
• Evitar la tan temida deflación
• Incrementar los beneficios empresariales
La mejora de los beneficios empresariales trae consigo el abaratamiento de las compañías a precios constantes, mejora la salud de los balances empresariales y fomenta el incremento de la inversión (capex) y la creación de empleo, que a su vez haría incrementar el consumo privado. Al final, EEUU, Japón y Gran Bretaña han salido antes de la recesión, entre otras cosas, por los macro estímulos monetarios de sus bancos centrales para desapalancar a sus bancos, debilitar su moneda e incentivar la inversión y el consumo.
A nivel bursátil, debemos tener en cuenta que más del 40% de las ventas de las compañías europeas provienen de fuera de Europa, por lo que la mejora de la partida de ingresos tiene un efecto inmediato en las cuentas.
Apostar por compañías con exposición de sus ventas fuera de Europa, sobre el papel, tiene todo el sentido. Los resultados empresariales del primer semestre de 2014 arrojaban sorpresas negativas en las compañías afectadas por la fortaleza del euro en 2013 y 2014 y, si los inversores siguen la lógica de invertir en compañías con mejora de beneficios para los próximos meses/años, es lógico que se fijen en compañías como Technip, Airbus, Vallourec, Arcelor Mittal, Viscofán, Swatch, Ericsson, MTU Aero Engines, LVMH, Thales, BMW, Continental, Michelin, Volkswagen, Philips, Siemens, Alstom, Air Liquide, BASF, Lanxess, Ahold, Wolters Kluwer, Grifols, Novartis, Roche o Sanofi entre otras.
Es razonable esperar que las compañías que han defraudado estos últimos meses, debido a la comparación negativa del efecto divisa, sean las que mejor comportamiento tengan si este efecto revierte a positivo. Una gran parte de las compañías mencionada más arriba están presentes en la cartera de Renta 4 Valor Europa FI, fondo que esperamos que tenga un buen comportamiento a medida que los inversores pongan en precio esta mejora prevista por el efecto depreciación de la divisa.