Este artículo es uno de mil preguntas, no esperen una sola respuesta. ¿Qué sentido tiene debatir si esta década generó un pobre más o un pobre menos que la década anterior? ¿Qué tal si asumimos la cruel realidad de que ambas décadas fracasaron y es necesario plantearnos de una vez por todas, un plan de largo plazo en la inclusión de los pobres sin asistencialismo? La pobreza más extrema no radica en lo material, la forma más cruel y siniestra de empobrecer a un ser humano es secándolo de intelecto. ¿Nos animaremos alguna vez como nación a fijar un plan de educación a 25 años vista?, si no me equivoqué, dije 25 años para un país que no puede descifrar su próximo mes. Y seguramente antes de avanzar en este artículo muchos ya lo den de baja y no lo lean diciendo: esto es ficticio, es demasiado utópico, con todos los problemas que enfrenta este país tenemos a un marciano o sea, yo, pensando a 25 años vista, olvidate delete……
Pero para los pocos argentinos que todavía sigan leyendo este segundo párrafo, explico que lo que motiva a este artículo utópico es el patético y preocupante nivel de debate que observamos cotidianamente. Cuando escucho a cada político con intención de ser presidente me lamento y pregunto: ¿es ésto lo mejor que tiene esta tierra para liderarnos? Y después de mi frustración inicial entiendo que el nivel del debate no lo sienta el político de turno sino la sociedad que lo subyace. Somos una sociedad acostumbrada a preguntarnos pocas cosas, por lo que no nos queda otra alternativa entonces, que resignarnos a esperar pocas respuestas. Al día de hoy sigo sin conocer los principales diez puntos que caracterizarían la gestión de cada presidenciable y me animo a decir que no los conoceremos nunca. ¿Tendré que votar sin saber qué estoy votando? ¿Otra vez, votaremos personas y no ideas? ¿Pero, por qué votamos personas, qué subyace a esta inescapable necesidad de depender siempre de algún ser único y salvador todo poderoso?
Desde que nací en este suelo, al cual le debo mi educación primaria, secundaria y universitaria, tengo la misma sensación: Argentina está empantanada en una coyuntura en donde la permanente mediocridad y mezquindad política le ganan a los sueños que hacen grande a una nación y no sé por qué hoy desperté con ganas de soñar en este artículo tan utópico que seguramente será leído sólo por algunos, el resto y no los culpo, está ahogado en una coyuntura que nos agobia permanentemente, en donde lo urgente siempre le gana a lo relevante. Quizá mis ganas de soñar están inversamente correlacionadas a la casi exclusiva y permanente atención que prestamos a nuestras riñas cotidianas.
¿Por qué no? Sí, por qué no desafiarnos a nosotros mismos e imaginarnos a una nación que se fije como principal objetivo eliminar la pobreza a través de la educación en todas sus etapas. ¿Qué tal si Argentina se plantease como principal objetivo el de educar a los más pobres a través de un sistemático programa de enseñanza que asista a un niño carenciado desde su infancia y lo veamos crecer hasta su graduación universitaria? ¿Estos chicos ricos de intelectualidad, votarían a los mismos de hoy?
¿Por qué es imposible imaginar a un país más grande en donde erradiquemos la pobreza y en donde los frutos de la soja culminen creando universidades nuevas en todo el país, accesible primordialmente a los más pobres? ¿Por qué es imposible imaginar a un chico carenciado que a los cinco años ingrese a la escuela primaria y culmine 25 años después siendo un universitario?
Las próximas décadas a pesar de la volatilidad, seguramente seguirán jugando en favor de un país que tiene algo muy escaso y muy codiciado por todo el mundo: enorme abundancia de recursos naturales: SOJA + VACA MUERTA, entre otros. ¿Qué tal si en vez de financiar gasto corriente, comenzamos como nación a exigir al político de turno que la soja financie inversión en capital humano de largo plazo orientada productivamente hacia los que más la necesitan? ¿Qué tal si usamos a Vaca Muerta para transformarla en 5.000 universidades nuevas, en 40.000 escuelas secundarias nuevas?, pongan ustedes el número que quieran, voy al concepto ¿Por qué no?
En esta argentina utópica en donde la pobreza se comience a desterrar no con asistencialismo de corto plazo sino con generación de intelectualidad de largo plazo, me pregunto: ¿los políticos de hoy, podrían perpetuarse en debates inconsistentes y plagados de mediocridad?; ¿los medios de hoy, podrían perpetuarse haciendo todos los días las mismas preguntas de coyuntura?; ¿en esta Argentina utópica, los argentinos escucharíamos a los mismos personajes de hoy?
Alguna vez como nación, deberemos plantearnos si queremos seguir navegando este siglo empantanados en una realidad que no le da solución a quienes más lo necesitan. Alguna vez deberemos comprender que la forma más cruel de pobreza es la intelectual y que los países se hacen grandes invirtiendo en capital humano. El camino es muy largo, muy sacrificado, pero la recompensa al final del túnel es enorme.
Presidenciables: ¿qué tal si sacan la cabeza del hormiguero y comienzan a hablar de estas cosas? ¿Qué tal si alguna vez les ofrecemos a los más carenciados la chance de vivir en un país que les cambie la vida a largo plazo? ¿Nunca los argentinos nos animaremos a sentar ésto como prioritario en nuestra agenda? ¿Somos una nación condenada sólo a hablar del blue, del contado con liqui, del PBI a seis meses y de fútbol? Hoy somos sólo eso, pero podemos ser mucho más.