En una reciente entrevista con Risto Mejide, en Viajando con Chester, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, reiteró su defensa de una renta básica para todos los ciudadanos argumentando que ésta era perfectamente financiable tan sólo equiparando la presión fiscal española a la europea: subidas de impuestos, sí, pero, aclaró Pablo Iglesias, únicamente soportadas por los ricos y no por las ya depauperadas clases populares.
Las declaraciones de Iglesias, sin embargo, contienen dos esenciales errores fácticos que invalidan por entero su propuesta de financiación de ese megaprograma de gasto público que es la renta básica universal: ni es verdad que equiparando nuestra presión fiscal con Europa seríamos capaces de financiar la renta básica universal ni es cierto que equipararse tributariamente con Europa signifique una mayor losa tributaria sobre “los más ricos”.
Primero, los propios economistas de Podemos han estimado el coste neto de una renta básica universal de 500 euros mensuales en 145.000 millones de euros; si eleváramos el importe de la renta básica hasta cubrir el umbral de la pobreza -676 euros mensuales-, el coste aumentaría hasta los 200.000 millones de euros. Conviene aclarar, además, que estamos hablando de coste “neto”, es decir, una vez deducidos los ahorros a cuenta de otros programas de gasto público (como prestaciones por desempleo o pensiones) que podrían alcanzarse mediante la implantación de la renta básica. Por consiguiente, el coste neto de la renta básica oscila entre 14 y 20 puntos del PIB.
Según Eurostat, los ingresos estatales de España en el año 2013 representaron el 37,8% del PIB, mientras que en el conjunto de la Unión Europea ascendieron al 45,7% del PIB: es decir, una diferencia de 7,9 puntos. Dado que para financiar la renta básica necesitamos un mínimo de 14 puntos del PIB, equipararnos con Europa apenas nos proporcionaría la mitad del monto necesario para ello (y poco más de un tercio de los ingresos necesarios para proporcionar una renta básica que cubriera el umbral de la pobreza). Y tales cálculos están omitiendo una cuestión esencial: el déficit público de España sigue representando entre 6 y 7 puntos del PIB: brecha que sería necesario cerrar antes de siquiera plantear la implementación de nuevos programas de gasto como la renta básica universal. Por tanto, equiparando nuestra tributación con Europa no lograríamos en absoluto sufragar una renta básica universal.
Hasta aquí el primer error básico de Pablo Iglesias. Vayamos con el segundo: ¿es verdad que equipararnos fiscalmente con Europa equivale a que sólo los ricos paguen más impuestos? No: ni sólo los ricos ni especialmente los ricos. Si el Estado español recauda menos que la media de los Estados europeos es, sobre todo, porque las rentas bajas pagan muchos menos impuestos que en el resto de Europa: en particular, porque nuestra tributación indirecta es sustancialmente menor (España recauda 10,7 puntos del PIB por impuestos indirectos mientras que Europa cosecha 13,6).
Por ejemplo, tomemos el caso dos de los países europeos con un Estado más sobredimensionado de Europa: Suecia y Finlandia. En Suecia, el tipo impositivo implícito sobre el consumo es un 90% superior al español: esto es, los suecos pagan, como media, un 90% más de impuestos que los españoles cuando consumen. En cambio, el tipo implícito sobre las rentas del trabajo es sólo un 15% superior al español: ¿y quién paga esos mayores impuestos sobre el trabajo? El tipo impositivo medio sobre la renta personal del 20% más rico de Suecia fue, en 2012, del 31,2% (frente al 24,5% de España); en cambio, para el 20% más pobre de Suecia fue del 11,3% (frente al 0,34% de España). Una pauta similar se observa en Finlandia: el tipo impositivo sobre el consumo es un 88% superior al español, mientras que en el caso de las rentas del trabajo sólo un 18%. Asimismo, en Finlandia el tipo efectivo sobre la renta personal para el 20% más rico fue en 2012 del 27% (frente al 24,5% de España) y del 5,6% para el 20% más pobre (frente al 0,34% de España).
Por tanto, para equipararnos fiscalmente con Europa deberíamos incrementar entre un 70% y un 90% la tributación sobre el consumo (casi duplicar el IVA) y disparar los tramos más bajos del IRPF. Los ricos, al igualarnos con Europa, apenas percibirían cambios significativos; los pobres, por el contrario, se sumirían en una deplorable miseria. En definitiva, aumentando los impuestos a niveles europeos no conseguiríamos financiar la renta básica pero sí lograríamos esquilmar fiscalmente a los ciudadanos: en espacial, a aquellos menos pudientes. Podemos carece de un programa económico conocido para financiar una de sus propuestas estrellas: a imagen y semejanza de otros partidos de ‘la casta’, Podemos vende humo sin sustanciarlo en propuestas tangibles. Y cada vez que alguno de sus integrantes abre la boca para tratar de sustanciarlo, sólo consiguen apuntalar la imagen de que, en efecto, únicamente están vendiendo humo a una ciudadanía desesperada por comprar cualquier promesa biensonante.