La tendencia lo es todo. Se trata de una frase muy utilizada en los mercados financieros y la condición que muchos inversores le exigen a un activo para invertir en él. Pero, ¿la tendencia en qué plazo? ¿Merece la pena dedicar tiempo, esfuerzo y dinero en ser un daytrader y estar pegado a la pantalla para desarrollar estrategias de inversión de muy corto plazo o intradía, o es más rentable estudiar las tendencias semanales de los activos para desarrollar estrategias de medio o largo plazo en índices, valores o cualquier tipo de activo?
Ni tanto ni tan poco. Un inversor de éxito tiene que tener un método, y casi más importante, ser riguroso con dicho método. Lo primero es conocerse a sí mismo, las capacidades y el perfil de riesgo que uno tiene como inversor. Lo segundo es llevar a cabo una planificación financiera y comprobar si uno tiene recursos que pueda destinar a la inversión. Con ello, hay que buscar en qué activo invertir e igual de importante, cómo invertir en dicho activo.
Análisis técnico, fundamental, económico, de volatilidad, con índicadores y osciladores, o una mezcla de todos. El estudio del activo es clave, pero no determinante. Se necesita un método que incluya una fórmula de gestión monetaria y que evite la descapitalización y el fin del inversor como inversor. Por tanto, optar por la tendencia o por el rabioso corto plazo dependerá del inversor, del producto de inversión, del mercado y del tiempo de la inversión.
A medida que un inversor gana en conocimiento y se vuelve más sofisticado, incorpora en su cartera productos con apalancamiento. Y cuenta con un abanico muy amplio de opciones: desde Warrants hasta Multi, pasando por Futuros, Opciones, Turbos o Cfds, entre otros. Productos todos ellos que le permiten conseguir un resultado amplificado a partir de una inversión más pequeña, eso sí, asumiendo un mayor nivel de riesgo.
Además del apalancamiento, la mayoría de ellos cuentan también con otras características comunes, como la Liquidez y la Transparencia, y son además productos de inversión complementarios que permiten desarrollar una gran variedad de estrategias (alcista, bajista, cobertura, etc). De los productos de inversión citados anteriormente, los Warrants y los Multi son Productos Cotizados en Bolsa donde la máxima pérdida está limitada a la propia inversión, a diferencia del resto de productos.
Por poner un ejemplo, adecuando cada producto a una estrategia, la oportunidad de inversión para el inversor tendencial surgiría del apalancamiento del Warrant. Una vez más, la tendencia lo es todo. El riesgo es que no haya una tendencia muy marcada, que se prolongue mucho en el tiempo o se seleccione un Warrant inadecuado.
Por su parte, la práctica del daytrading también puede ser muy rentable, ya que existen productos específicamente diseñados para llevar a cabo esa actividad intradía de trading, como los Multi en el caso del Ibex 35. Es cierto que no siempre hay una tendencia clara y definida y la estrategia de comprar y mantener (acciones, ETFs, etc) puede no ser adecuada, pero las variaciones diarias medias que un índice como el Ibex 35 experimenta son suficientes para convertirse en una fuente de rentabilidad. En este sentido, e ilustrando un caso práctico, el Multi podría ser en el producto ideal para el inversor que busca multiplicar por 3 y por 5 las variaciones diarias del Ibex 35 tanto al alza como a la baja en la sesión bursátil, teniendo en cuenta que ese nivel de apalancamiento se aplicará tanto a favor como en contra.
Sea como fuere, para invertir en Warrants, Multi o cualquier otro producto, la condición necesaria es conocer su funcionamiento. Los Emisores de productos ofrecen al inversor una amplia formación en cuanto a posibilidades operativas: cursos de formación, páginas web, simuladores, etc. A partir de ahí, la elección del método más adecuado y de la estrategia óptima para cada activo solo depende del inversor, que tiene que encontrar el equilibrio entre tendencia y daytrading para sacar el máximo rendimiento a su cartera de productos.