El viernes 21 de noviembre las bolsas tuvieron el mejor día del año subiendo un 3% en el día. Y desde los mínimos de octubre las bolsas subieron más de un 16% antes de volver a recortar. Como casi siempre, las subidas son inesperadas. Estas fuertes subidas nos vuelven a recordar a los inversores y ahorradores que encontrar el timing de compra o venta es casi imposible. Es más, aquellos inversores que buscan el punto perfecto de compra (en los mínimos) y el punto perfecto de venta (en máximos) suelen perderse las fuertes subidas casi siempre.
Todos los grandes gestores van comprando en bajadas y van vendiendo en subidas o simplemente mantienen su posicionamiento a largo plazo. Ninguno busca un día concreto o un nivel exacto para tomar una posición en los mercados, porque saben que es, simplemente, imposible de prever.
Un estudio de Columbia Management, que hace referencia a esta idea, muestra análisis empíricos de algunas de las mayores correcciones de los mercados a lo largo de la historia, y la conclusión es impresionante.
Históricamente la rentabilidad anualizada del S&P 500 desde 1983, ha sido de +8,4%. ¡¡8,4% anual!! Ningún activo mixto o de renta fija bate este comportamiento al año. Eso sí, hay que tolerar la mayor volatilidad de la renta variable frente a la renta fija.
Si un inversor no hubiese estado invertido en bolsa solamente en los 5 días de mayores subidas del S&P 500 en ese periodo (ojo, de más de 7.500 días posibles), la rentabilidad anualizada bajaría desde el +8,4% anual al 6,8%.
Si el inversor no estuviese invertido en los 25 días de mayores subidas, la rentabilidad anualizada sería del 3,33%, menos de la mitad de la rentabilidad que tiene la bolsa históricamente. Es decir, si no estás invertido continuamente en bolsa, no obtienes ni siquiera la rentabilidad de la renta fija estadounidense que históricamente (no hoy) aporta un 3,75% al año.
¿Merece la pena estar haciendo trading y buscar el punto exacto de compra, cuando sabemos que los días de grandes subidas siempre son en momentos imprevistos sin un catalizador que lo justifique? Creemos que no.
Desde nuestro punto de vista, el inversor/ahorrador debe permanecer invertido en una cartera de fondos de inversión (por ser los productos más diversificados y eficientes del mercado), dependiendo de su tolerancia al riesgo y su horizonte temporal, para obtener los retornos que históricamente da la renta variable y la renta fija. La suma de ambas rentabilidades anualizadas oscila entre el +9% anualizado de la renta variable con alta volatilidad/riesgo, y el 3% de la renta fija, con menor volatilidad/riesgo.
¿Y si buscamos evitar los momentos de caídas de los mercados? Evidentemente, si es imposible prever el día en el que las bolsas van a subir un 3%, es exactamente igual de difícil prever los días en los que la bolsa bajará ese 3%, pero según Columbia Management, los momentos de crash de las bolsas por diferentes eventos han sido acompañados por fuertes subidas en los meses posteriores. El Dow Jones ha tenido correcciones severas en momentos de recesión, quiebras de bancos, comienzos de guerras, etc, pero en media, en los 12 meses posteriores a la caída, la bolsa lo recupera y sube un 40% más (cae de media un 9,6% y sube a los 12 meses en media un 16%), como se muestra en la siguiente tabla:
La importancia de mantenerse invertido en bolsa (cont.) 4 La conclusión es que no hay que intentar adivinar lo que va a hacer el mercado. Si se es capaz de aguantar los periodos de volatilidad, la renta variable o la bolsa, es el activo que más rentabilidad va a proporcionar a los inversores en el largo plazo y, si no se es muy tolerante al riesgo, se debe amortiguar la exposición a bolsa dando un mayor peso a activos de renta fija que, aunque tengan menor rentabilidad, la obtienen a través de menor volatilidad.
Aplicando la teoría a los fondos mixtos, el gestor de un fondo mixto tiene que decidir en numerosas ocasiones en el año, e incluso en el mes, semana o día, qué porcentaje de inversión destina a renta variable y qué porcentaje destina a renta fija, lo cual implica más costes transaccionales y, sobre todo, mayor probabilidad de perderse una subida importante de la bolsa o estar demasiado invertido cuando la bolsa baja.
Invirtiendo parte de nuestra cartera en un fondo de renta variable en el que estemos cómodos, y el grueso restante en un fondo de renta fija, conseguiremos el efecto de un fondo mixto: Con un riesgo conservador o moderado (dependiendo del porcentaje que se tenga en el fondo de bolsa básicamente), se está en fondos especializados en sus áreas de inversión, se limita el riesgo decisor y se evitan las habituales quejas de: "¿Por qué ha subido tan poco con lo que ha subido la bolsa? o "¿Por qué ha caído si se supone que no iba a invertir mucho en bolsa?“.
En conclusión, el rendimiento de la suma de fondos de renta variable con otros de renta fija es más predecible que un fondo mixto, y menos dependiente del acierto o error de un gestor de un fondo mixto. ¿Para qué correr ese riesgo?