En lo que va de este año, el oro no ha dejado de subir. De hecho, el mínimo de 2015 se vio precisamente el 2 de enero, apenas el primer día que abrieron los mercados. Desde entonces, la escalada ha sido constante y la ganancia acumulada es de 12 por ciento. Al cierre de este artículo las cotizaciones ya están por encima del nivel de resistencia de 1,300 dólares la onza troy (31.1 gr.), lo que representa un máximo de más de cinco meses.
Las compras técnicas y sobre todo la búsqueda de refugios financieros seguros –del cual no hay ninguno mejor que el oro y en segundo lugar la plata, es la que está impulsando los precios de los metales preciosos. De este modo, otros instrumentos que son vistos como “libres de riesgo” –los bonos del Tesoro de Estados Unidos, también están subiendo. Dicho de otra manera, sus rendimientos se siguen comprimiendo a niveles récord alrededor de 2.35%. Existen más, pero estas dos solas circunstancias son síntoma de que la economía global en general, se acerca cada vez más a una nueva recesión. Estados Unidos, que por ahora luce como un oasis de crecimiento frente al resto del planeta, no tendrá por mucho tiempo esa apariencia.
Por cierto, los precios de la plata no se han quedado atrás y ya están en un máximo de cuatro meses, alrededor de 18.20 dólares la onza troy.
Como sabe, mañana se espera que el Banco Central Europeo (ECB por sus siglas en inglés) anuncie el lanzamiento de su propio programa de “flexibilización cuantitativa” (QE, por sus siglas en inglés) que, ha trascendido, sería de 50 mil millones de euros al mes. Cabe recordar que Mario Draghi, su presidente, ha dicho que está dispuesto a comprar “todo menos oro” en su intento por elevar la inflación y estimular la economía de la eurozona. Grave error. De hecho, lo que comprará serán bonos soberanos europeos, por lo que de la misma manera en que ha ocurrido con el QE de la Fed, la impresión de dinero por esta vía no solo no elevará los niveles inflacionarios, sino que empeorará la deflación. Sobra decir que si el ECB declara en público que aborrece al oro, es justo del lado del metal precioso donde nosotros debemos estar.
Aquí hemos explicado que contrario a lo que creen las equivocadas teorías keynesianas y monetaristas que siguen los tomadores de decisiones, no se crea inflación en automático imprimiendo dinero, sino que al aumentar la especulación en el mercado de bonos, la deflación empeora. Los especuladores toman posiciones comprando bonos con rendimientos altos/precios bajos porque saben que más tarde podrán vender más caro esos mismos valores al banco central. Ganancia “sin riesgo”. De manera que por primera vez en la historia humana, tenemos a todos los mayores bancos centrales del orbe creando deflación al mismo tiempo, justo lo que querían combatir.
Así que los inversores más avezados, por intuición o sagacidad, están actuando en consecuencia pues, contrario a lo que critican sus detractores, los metales preciosos son necesarios en épocas inflacionarias, pero indispensables en deflación. Esto se debe a que son un seguro financiero tangible contra el completo colapso del sistema monetario, que es a lo que nos aproximamos. Y es que, desesperados y guiados por teorías equivocadas, gobiernos y bancos centrales llegarán hasta las últimas consecuencias para tratar de revivir la economía con sus métodos: derrochando dinero, imprimiéndolo sin límites y deprimiendo más y más las tasas de interés. Nada de esto funcionará –como ya debía haberles quedado claro a estas alturas, pero eso no les importa. Harán lo que crean necesario, incluso cosas absurdas como regalar dinero para “estimular” la economía. Será un desastre.
Por los motivos anteriores, los inversionistas están buscando refugio en el oro y la plata. Claro está que como saben los amables seguidores de este blog, para que sea de verdad un escudo contra la estupidez de funcionarios y banqueros centrales, deben tenerse en forma física. Esto aplica para el pequeño inversor individual que compra una moneda, pero también para países enteros cada vez que adquieren oro para sus reservas. Es preciso que en estos casos ordenen que sus lingotes sean transportados al interior de sus fronteras. Cuando de metales preciosos se trata, no se puede confiar en nadie.
Todo lo anterior nos hace prever que 2015 podría ser de nuevo, el año del oro. Eso sí, que no se olvide que la regla fundamental en el mundo de los negocios es comprar barato para vender caro. El momento de entrar a cualquier activo es cuando los precios están deprimidos y es ignorado, no cuando está en rally alcista y llama la atención. Ojalá volvamos a tener oportunidades de compra en metales preciosos.