Una vez celebradas las elecciones en Grecia y conocido el nuevo gobierno formado, es momento de analizar la situación y el escenario de los diversos mercados financieros.
Quién iba a pensar hace cinco años, cuando Nueva Democracia y Pasok acumulaban el 80% de los votos en el país, que hoy tan sólo tendrían el 30%. Pues así están las cosas, con los socialistas a punto de desaparecer del espectro político, con los neonazis (con su líder en la cárcel) como tercera fuerza política y con la extrema izquierda como vencedor claro y rotundo en los comicios del pasado domingo.
Pues es lo que hay, la democracia se basa en la decisión de la mayoría, tanto cuando gusta como cuando no, y el pueblo heleno se ha pronunciado tajantemente a favor de un cambio radical, que podrá salir bien o mal, pero que es legítimo y democrático, por lo que hay que respetarlo.
Syriza ha tardado poco en encontrar un aliado en el duro camino que le toca recorrer, el elegido ha sido la derecha nacionalista, ANEL, partido escindido de Nueva Democracia. Esta alianza o coalición, como le quieran llamar, tiene su lógica, entre otras razones porque ANEL fue el único partido que apoyó todas las iniciativas de Syriza frente a las políticas de austeridad del anterior Gobierno.
En primer lugar, una serie de consideraciones acerca del tema griego. Vaya por delante que sus ciudadanos no tienen culpa, es responsabilidad de sus gobernantes. Un país que representa el 2 % de la Unión Europea no puede jamás traer en vilo a toda Europa, esto como primera idea.
Y es que no convendría olvidar que Grecia ya se benefició en el año 2012 de una quita del 73% en la deuda que estaba en manos de acreedores privados, por lo que ya se les hizo un favor importante, pero poco sirvió.
Pero lo más escalofriante es que el país heleno se ha ventilado la friolera cantidad de 270.000 millones de la UE (de los cuales a nosotros nos deberían 30.000 millones de euros). Sí, ese dinero se ha evaporado, por ejemplo un 20% en gasto militar, para que vean cuáles son las prioridades de los gobernantes.
Un país que gestionó mal sus recursos, que solicitó dinero para no quebrar en el sentido literal de la palabra, que recibió muchísimo dinero, que se le perdonó buena parte del débito, que gastó todo lo que recibió, que ahora quiere imponer unas nuevas condiciones de devolución, que habla de quitas y condonaciones, y que para colmo pide más dinero.
En poquitas semanas, finaliza el actual tramo del rescate y siguiendo el guión preestablecido en su momento, debería de activarse el siguiente tramo. Una situación muy delicada para Grecia porque necesita a primeros del mes de marzo más de 4.000 millones de euros (en este mes vencen créditos y bonos). Claro, viendo lo mal deudor que es y que en su situación se permite el lujo de imponer condiciones, ¿quién va a osar prestarle dinero bajo riesgo de que más adelante también le venga mal devolverlo?
Por tanto, si Syriza sigue erre que erre y no llega a un acuerdo con Europa, se tendrán que ir del euro con todo lo que ello implica: volver al dracma con una depreciación enorme, fuerte pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos, corralitos, fuga de capitales, falta de inversores internacionales, no podrían financiarse en los mercados, peligro de las pensiones.
Hasta aquí la situación del país heleno. Pero no crean que la UE lo tiene tampoco fácil pese a tener la posición dominante. Van a tener que hilar muy fino si no quieren que se les escape el tinglado montado. Verán, si ceden a las pretensiones de Syriza y se produce una quita, ¿quién va a impedir que luego vengan solicitando lo mismo otros países como Portugal, Irlanda, Italia y España? Sería del todo inasumible porque la viabilidad del proyecto comunitario haría aguas por todas partes. Así pues, la clave es que se llegue a algún tipo de acuerdo.
Para empezar, Syriza propone negociar alguna quita y una moratoria del pago de la deuda para todos los países, con intereses nulos y un plazo de devolución que se prolongaría durante cuatro décadas, hasta que el ratio de la deuda respectiva haya bajado al 20 por ciento del PIB. Por el otro lado, el BCE no descarta que se acuerde en los próximos meses una quita, pero dejando claro que la entidad no participará en este tema por motivos legales.
Y mientras, en España, Podemos se felicita porque es un paso más en su camino al Gobierno. Aunque es un arma de doble filo, porque los españoles estarán muy atentos de todo cuanto acontezca en Grecia, para comprobar si realmente un partido populista es capaz de llevar sus ideas hasta el final frente a la todopoderosa Troika o en cambio finalmente todo quedará en palabras y desilusión de la sociedad.
¿Y dónde deja todo esto a los mercados? Al final los inversores han preferido ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Podían haber optado por vender ante la abrumadora victoria de Syriza, pero han querido quedarse con la parte positiva: que se ha formado Gobierno enseguida, que ya no hablan de abandonar el euro, que el BCE no descarta una quita, que desde Alemania siguen suavizando los mensajes.
Así pues, las Bolsas del Viejo Continente continúan con su inercia alcista, con un Dax marcando de nuevo máximos históricos, con un Eurostoxx en niveles del verano del 2008 y con un euro que se aprecia ligeramente frente al dólar tras marcar 1,1097.