El intento de Grecia para romper las cadenas de su rescate ha fracasado. Y con ello, el riesgo de que la eurozona se rompa ha retrocedido, al menos hasta el verano. El nuevo gobierno de izquierda ha reculado bajo la presión del resto de la unión monetaria y ha aceptado completar las reformas exigidas hace dos años y medio a cambio de un acceso continuo a la única tabla de salvación financiera que tiene. También se comprometió a cumplir todas sus deudas y no anular las reformas emprendidas hasta ahora bajo los programas de rescate de 2010 y 2012, incumpliendo sus promesas preelectorales más importantes.
A cambio, los acreedores acordaron extender durante cuatro meses el acuerdo existente, lo que significa que Atenas obtendrá unos 3.600 millones de euros de la zona euro y del Banco Central Europeo, y un poco más del Fondo Monetario Internacional, dice Geoffrey Smith en Fortune. También tiene casi garantizado los objetivos presupuestarios del país, y mantener disponibles los casi 11.000 millones de euros destinados a recapitalizar los bancos griegos si tienen problemas.
Lo mejor que Atenas puede decir sobre el acuerdo, es que da al nuevo gobierno la oportunidad de sustituir algunas reformas impuestas por algunas propias. Con imaginación, los griegos todavía pueden redactar una agenda alternativa que calificar como "conjunta".
"Ya no vamos a seguir el guión que nos den por organismos externos", dijo el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis en rueda de prensa después de una breve conferencia de prensa. El viejo programa, añadió, está "en suspenso".
Pero esa no es toda la verdad. No cuando comenzamos a escuchar los que dice otra persona en la sala.
"Las instituciones tendrán que aprobar la revisión del acuerdo ampliado, para permitir un nuevo desembolso de dinero", dijo el Eurogrupo en un comunicado.
Mientras tanto, Europa controla al gobierno griego con una correa muy corta. Como muestra de la pérdida de confianza que ha sufrido Grecia durante el último mes, el dinero para a recapitalización bancaria se ha trasladado desde Atenas a Luxemburgo para que el nuevo gobierno no tenga la tentación de usar ese dinero para financiar el déficit del nuevo gobierno. Al mismo tiempo, el BCE mantendrá a los bancos griegos en el alambre, no restaurando sus antiguos privilegios hasta que la Troika (lo siento, "las Instituciones") diga que son seguros.
¿Y qué pasará después de la prórroga de cuatro meses? Eso todavía está en el aire. El presidente del Eurogrupo y el ministro de Finanzas holandés Jeroen Dijsselbloem dijeron que no se ha recibido ninguna petición ni ninguna discusión sobre un nuevo programa, "pero todos estamos de acuerdo en que tiene que haber una discusión sobre la posibilidad y la necesidad de un acuerdo".
Cuando se discuta eso, es difícil que Grecia tenga una posición negociadora más fuerte que la actual. Tiene que pagar más de 3.500 millones de euros al BCE y al FMI en julio, y es casi seguro que entre en default si no tiene acceso a nuevos préstamos para entonces.
Las negociaciones sobre el nuevo programa sucederán mientras Bruselas se prepara para el 200 aniversario de la batalla de Waterloo, la derrota final de Napoleón Bonaparte y de la Revolución Francesa. Los mercados financieros podrían volver a ser volátiles en junio, pero lo más probable es que cuando el humo se disipe, será la Alemania, de Wolfgang Schaeuble, la que tenga el papel del duque de Wellington, diciendo que "vinieron como siempre y les devolvimos de la misma vieja manera ", mientras enviamos al espíritu de la revolución, encabezado por el primer ministro Alexis Tsipras, al exilio de Santa Elena.
Fuentes: Fortune