Era política arriesgada de primer orden, que enfrentaba a los griegos contra los alemanes en una batalla entre el racionalismo teutónico contra el espíritu ferozmente independiente de la democracia griega. El debate sobre quién tiene la razón y sobre si Grecia tiene que salir del euro ha sido encarnizado. Pero a principios de la semana pasada, después de semanas de tensas negociaciones, los ministros de Finanzas de la eurozona acordaron extender el programa de rescate de 240 mil millones de euros para la maltrecha economía de Grecia por otros cuatro meses. Y así el mundo sobrevive a otra crisis.
¿Es el drama económico griego una tragedia o una comedia? En estos momentos, lo que podemos decir con seguridad es que probablemente podría haber sido peor, dice Joe Chidley, de Financial Post.
“Durante semanas, el nuevo gobierno griego del primer ministro Alexis Tsipras - electo con las promesas de derogar las medidas de austeridad sujetas a la financiación europea - mantuvo una posición dura. Mientras tanto, los ministros de finanzas europeos no mostraron signos de retroceder desde su posición: Grecia tenía que trabajar más para poner sus finanzas en orden si quería seguir disfrutando del dinero europeo.
En un momento dado, los analistas pensaron que si las negociaciones fracasaban, podría significar la salida de Grecia de la Unión Europea, o incluso el eventual colapso de la propia UE.
La incertidumbre estimuló la volatilidad en los mercados bursátiles mundiales, en medio del temor a una epidemia que podría extenderse a otras economías en problemas (¿Italia, España, Portugal?) Y tal vez a todo el mundo.
Pero la UE sigue intacta. Grecia se encuentra todavía en la eurozona. Y los inversores respondieron como si el drama hubiera sido un caso puntual de incertidumbre que significa no mucho.
Las bolsas europeas registraron ganancias después del acuerdo, gracias también a otros factores como la paciencia mostrada por la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, a la hora de acometer futuras subidas de tipos de interés.
El mundo no entró en pánico. Después de todo, Grecia es una parte muy pequeña de la economía europea. Y para un inversor extranjero, todavía hay muchas razones para tener exposición a las Bolsas europeas, tanto desde un punto de vista oportunista (las valoraciones y la flexibilización cuantitativa del Banco Central Europeo) y una perspectiva a largo plazo (Europa ofrece diversificación en industrias pujantes).
Pero el drama griego está lejos de haber finalizado, y su mayor impacto en los mercados europeos y mundiales aún puede estar por llegar.
El problema central para Grecia es que está en medio de lo que normalmente se llama depresión. Mientras gran parte del mundo desarrollado se recuperó tras la recesión mundial de 2008, la economía griega se ha reducido en una cuarta parte. El desempleo se encuentra en torno al 25%, pero aproximadamente la mitad de los jóvenes trabajadores del país no tienen trabajo.
Cualquier economista puede señalar los grandes problemas sistémicos que están detrás de los malos resultados de Grecia: el exceso de regulación, la falta de competitividad en las grandes industrias, el gasto excesivo del gobierno, un hinchado y sobrepagado mercado laboral del sector público, un plan de pensiones costoso y demasiado generoso, envejecimiento de la población y un "mercado informal"(también conocido como economía sumergida) que comprende tal vez el 25% del PIB.
Los acreedores de Grecia requirieron al anterior gobierno que abordara algunos de estos desafíos de una manera significativa, sobre todo el gasto el gobierno.
Estas medidas de austeridad fueron enormemente impopulares entre los griegos, que comprensiblemente no aceptaron de buen gusto que los forasteros les dijeran qué tienen que hacer.
Para asegurar la extensión de rescate de la semana pasada, el nuevo gobierno propuso términos revisados, incluyendo la promesa de acabar con la corrupción y la evasión fiscal (la economía "sumergida" no paga impuestos).
Una encuesta de 2013 de Transparencia Internacional sugirió que el 90% de los griegos creen que la corrupción gubernamental es un problema serio, y la demostración pública de querer abordarlo, debe permitir a Tsipras salvar la cara ante una población enojada.
Pero esto no asegura ningún resultado. Todos los gobiernos anteriores lo han intentado (o por lo menos dijeron que lo hicieron) y han fracasado, y es muy poco probable que la lucha contra la corrupción y las medidas para atajar el fraude de impuestos tengan mucho impacto económico en el corto plazo.
Europa compró tiempo la semana pasada, pero no una solución. En algún momento, Grecia, sus acreedores europeos y los inversores globales tendrán que asumir que no hay ninguna solución.
Volveremos a ver todo este drama en verano. Y esta vez, podría ser una tragedia.”
Fuentes: Joe Chidley, Financial Post