2015 comenzó a tambor batiente para el oro y la plata. El primero se disparó 10 por ciento durante las primeras tres semanas de enero, para luego retomar la tendencia bajista que había dejado en noviembre del año pasado. Cabe recordar que a pesar de haber cerrado 12 años al alza, el rey de los metales comenzó una corrección (baja) mayor en septiembre de 2011. La excepcional duración de su “bull market” (mercado alcista), predispone junto a otros factores que su declive será también extraordinariamente prolongado.
De 2011 a la fecha, las bajas del oro han encontrado un fuerte soporte alrededor de 1,150 dólares la onza troy. Pese a ello y a que esta semana la dupla de metales preciosos monetarios ha tenido jornadas de buenas ganancias, la realidad es que las presiones bajistas aún están presentes.
Sí, en este espacio como sabe, hemos sostenido que la Reserva Federal (Fed) estadounidense optará por no subir los tipos de interés este año. Debido a los malos datos que se han publicado de la economía de ese país, a la debilidad de la Unión Europea, Japón y China que ha fortalecido el dólar, etc., los estimados de crecimiento para el primer trimestre se han recortado a 1 por ciento. Ese escenario adverso que condicionaría la posposición del alza de tasas, podría ser muy positivo para los precios del oro y la plata en el corto plazo.
No obstante, ese rally sería de breve duración pues a finales de este año, el tema del alza de tasas se volverá a hacer presente. El cuento de nunca acabar.
De manera que en este espacio, aunque nuestra posición sigue siendo “bullish” (alcista) en el largo plazo –pues los fundamentos del oro y la plata cada día se vuelven más sólidos, consideramos que hay más riesgos de desplome que probabilidades de que sigan subiendo, por ahora. Niveles de 1 mil dólares en el oro y de 10 dólares para la plata no suenan descabellados.
Y es que eventos como el “Grexit” (posible salida de Grecia de la Zona Euro), tensiones geopolíticas y otros imponderables, podrían seguir abonando al fortalecimiento del dólar en perjuicio de todo lo demás.
En cualquier caso, recordamos que hay dos datos a seguir más importantes que el mismo precio de los metales preciosos monetarios: la Base y la Cobase, exclusivos de la Nueva Escuela Austríaca de Economía. Estos miden el nivel de abundacia/escasez que se presenta en el mercado del oro y plata. En próxima entrega actualizaremos las lecturas más recientes, pero como se ha observado en los últimos años, la condición de “backwardation” (escasez) se dispara cada vez que caen los precios, y desaparece cuando suben.
El mensaje de este entrar y salir de “backwardation”, o lo que es lo mismo, de la relativa escasez y abundancia física del metal en el mercado, es que se están escondiendo de la circulación cientos de toneladas que, sobre todo, están emigrando hacia el lejano Oriente. Estos duros compradores asiáticos entran con fuerza a adquirir lingotes al contado a precio de ganga. Esa demanda extraordinaria es la responsable de que el precio “spot” se torne más alto que el del contrato de futuros activo y exista la citada “backwardation”.
Base y cobase pues, nos dicen en mensaje cifrado que el camino del oro y la plata es el que hay que seguir. A lo largo de la historia cada vez que los metales preciosos se comienzan a ocultar, es un presagio de tormenta. Ambos son activos financieros que, cuando se tienen en físico, constituyen un seguro contra la crisis. Cuando ésta llegue y haga borrar de un plumazo un montón de riqueza imaginaria que solo existe como asientos en hojas de balance de empresas y bancos, sus tenedores confirmarán que tomaron con ellos una buena decisión. Habrá que esperar el momento de oportunidad de compra, pues si se presenta, no la debemos dejar pasar.