Desde niño he escuchado hablar del famoso estado de bienestar, de que el estado ayuda a aquellos más necesitados para que puedan tener acceso a la sanidad, a la educación y para que el día de mañana cuando nos jubilemos el señor estado nos pague unas pensiones dignas para que podamos vivir lo mejor posible cuando ya seamos ancianos. Nos han contado que si ganamos más, hemos de ser más solidarios y pagar más impuestos al Estado, para que éste redistribuya nuestra riqueza entre los más pobres, para que de esta manera vivamos en una sociedad más igualitaria donde todos tengamos una mejor sanidad pública, una mejor educación pública y que esta es la base para crear una sociedad más evolucionada, más igualitaria y más preparada, permitiendo que todos tengamos las mismas posibilidades el día de mañana.
Nos han hecho creer que el estado es el protector de nuestros intereses, que en todo momento busca lo mejor para nosotros, nos contaron la historia de Robin Hood y todos pensamos que aquello de quitar el dinero a los más ricos para dárselo a los más pobres era algo con un cierto romanticismo, ya que al rico le sobra el dinero y el pobre sin embargo lo necesita, nos dijeron que si subimos los impuestos el estado recaudaría más dinero de aquellos a los que les sobra el dinero y que de esa manera todo el mundo podría tener acceso a unos mejores servicios públicos.
Hasta aquí todo suena realmente bien, es un discurso solidario y muchos de nosotros crecimos pensando que era realmente cierto, pero la realidad que finalmente hemos podido corroborar es bien distinta y está a años luz de esa fantasía utópica que les acabo de contar en los párrafos anteriores. La creencia en el estado de bienestar ha sido sustituida por la del bienestar del estado, ya que tras haber destinado miles y miles de millones a gasto público, la deuda del estado ha crecido de tal manera que cada hijo que traemos al mundo trae bajo el brazo una herencia en forma de deuda superior a los veinte mil euros y al igual que en las empresas nuestro estado acumula pérdidas año tras año en forma de déficit presupuestario. ¿Conocen alguna empresa que no haya quebrado presentando cada año pérdidas e incrementando año tras año sus deudas? Sinceramente yo no la conozco.
Ayer escuché a Ángel Gabilondo, ex ministro de educación y candidato a Presidente de la Comunidad de Madrid, decir “lo público es más rentable, sostenible, eficiente y barato…” francamente no entiendo como una persona de su talla intelectual puede llegar a hacer semejante afirmación; no conozco ninguna empresa que se rija por los criterios de eficiencia y rentabilidad a los que el ex ministro hace referencia y que permanezca de manera recurrente año tras año acumulando unas deudas superiores y generando unas pérdidas que por cierto alcanzaron su pico máximo cuando él fue ministro de educación.
Si transferimos la situación que se ha dado en las finanzas de nuestro estado a la situación de cualquier empresa o economía familiar, veremos que una empresa o familia que esté endeudada hasta las cejas y que esté todos los años presentando pérdidas tendrá que moderar su gasto para cuadrar su situación presupuestaria. Ninguna familia que gaste más de lo que ingrese puede funcionar eternamente porque antes o después se le cortará el grifo del crédito y ninguna empresa en perdidas puede financiar su descuadre presupuestario eternamente con deuda ya que antes o después se le cortará la financiación, entonces ¿por qué pensamos que con las cuentas del estado va a ser diferente? Sólo existe una norma para cuadrar esta situación y es la moderación presupuestaria o la mal llamada austeridad económica.
Una austeridad económica que en Europa nos la han querido vender como un austericidio (haciendo un símil entre la austeridad económica y el genocidio alemán) y que no ha sido realmente más que un mito. La evolución del gasto, déficit y deuda pública muestra que la austeridad sólo ha sido una mayor moderación en el ritmo de gasto, que el gasto público ha seguido creciendo a un ritmo anual del 7% y que en Grecia pese a todos los recortes efectuados se gasta un 2% más que en 2007 antes del inicio de la crisis, eso sí, la renta disponible en manos de los ciudadanos euro ha descendido a niveles de hace más de diez años.
Si los políticos nos quieren sacar de la crisis, las soluciones no pasan por políticas económicas que vuelvan a incrementar un gasto público estratosférico, ni en dar un mayor peso a las políticas de intervencionismo del estado, ni en endeudarnos más, ni en seguir generando déficit… La solución pasa por incrementar la renta disponible de todos los españoles y empresas, para que se pueda incrementar el consumo y el empleo , siendo la solución la rebaja de impuestos tanto en Renta como en Sociedades, dando un marco adecuado para que la iniciativa privada que es la que crea un empleo eficiente a largo plazo se pueda desarrollar adecuadamente y reduciendo el peso excesivo del estado en la economía, un estado sobredimensionado e ineficiente que se debe reducir a su mínima expresión (sanidad, educación, pensiones…) como bien dicen todos los tratados de Teoría Económica y que en todos aquellos países donde se ha llevado a la práctica ha permitido un mayor desarrollo económico.