La semana pasada organizamos en el IEB la inauguración académica del MARF, el mercado de renta fija para pymes, impulsado por el Ministerio de Economía.
Se trata de un mercado que tiene todo el sentido del mundo. Además de laventaja más obvia que representa para una empresa mediana emitir pagarés o bonos proporcionándole una fuente alternativa de captación de dinero y hacerla menos dependiente de la tradicional financiación bancaria, y más en los tiempos que corren, salir a emitir deuda a un mercado organizado (ahora accesible para este tipo de empresas), es un ejercicio de transparencia y de reflexión continua de su modelo de negocio y de su plan estratégico.
En la jornada que celebramos sobre el MARF, una de las ponencias se dedicó a explicar un caso de éxito, y para ello elegimos sin equivocarnos a Ence que en enero de este año emitió 250 millones de euros a un plazo de siete años en la modalidad ‘bullet’ (amortización de todo el principal al vencimiento), con lo que se aseguró una gran estabilidad en su estructura financiera por alargar plazos y reducir su dependencia de los bancos.
Ignacio de Colmenares, consejero delegado de la papelera, explicó el gran esfuerzo que supuso para su compañía esa primera emisión de renta fija, exigiéndole a él como primer ejecutivo y a su dirección financiera una intensa ronda de presentaciones (‘road show’) con innumerables inversores extranjeros donde tenían que explicar con pelos y señales su plan estratégico, lo que suponía en primer lugar una gran interiorización del mismo y una reflexión continua del modelo de negocio. Ignacio de Colmenares reconoció que había supuesto un esfuerzo adicional de transparencia al normal que ya tiene la empresa al cotizar en el mercado continuo.
Y esa es la otra gran ventaja que puede suponer el MARF para una pyme: un esfuerzo continuo, primero interiorizando y reflexionando sobre su estrategia, sus proyecciones de resultados, su endeudamiento, etc., para después saber explicarlo y poder convencer a sus potenciales inversores. Nadie honrado vende lo que no tiene.
Y volviendo a ENCE, podemos decir que es el mejor ejemplo en el que las finanzas se vuelven corporativas, porque están plenamente enfocadas para hacer realidad el plan estratégico de la empresa que, bien elaborado, será la fuente de creación de valor.