Parecería que en esta democracia de mudos deberemos nuevamente enfrentar una elección en la que cada ciudadano Argentino está obligado a votar pero en la que cada candidato no está obligado a debatir lo que claramente refleja el enorme grado de mediocridad que caracteriza a la política argentina. Pero así como nadie dice nada, queda muy claro que la economía argentina necesita realizar cambios importantes y a eso cada candidato lo sabe muy bien. No parecería ser una cuestión de qué cambiar sino el gamma del cambio o en criollo, la velocidad del mismo.
Se acercan las elecciones presidenciales y no sabemos nada relevante respecto al plan de acción de los principales candidatos, no vaya a ser cosa que se les caiga una idea y nos enteremos. La economía argentina seguramente enfrentará desafíos importantes en varios frentes al instante de asunción del nuevo presidente aunque ninguno se anime a insinuarlo: cómo finiquitar el conflicto con los holdouts, cómo enfrentar el considerable atraso cambiario, cómo corregir el sustancial déficit fiscal, cómo salir del cepo, etc. Todos estos temas resultan extremadamente relevantes y condicionarán el nivel de empleo y crecimiento del país en los próximos años y lo más importante: el grado de enamoramiento que la sociedad argentina tendrá con nuestro próximo líder.
Se me ocurre que dos son las formas de atacar estos variados desafíos: gradualismo o shock y uno de los pilares donde la sociedad argentina debiera fundamentar su decisión de voto presidencial debería ser qué estancia frente a los cambios que se vienen tendrá cada candidato presidenciable: o cambio lento o cambio rápido, pero cambio al fin porque el mismo resulta inevitable. Se puede hacer la plancha por lo que resta del 2015 pero del 2016 al 2020 algo vamos a tener que hacer en múltiples frentes y más aún frente a un mercado de commodities bajo presión. Lamentablemente, sabemos muy poco respecto a las variadas estrategias que cada presidenciable implementaría en su mandato y solamente conjeturamos respecto a cada uno.
Se teme tanto a un sincericidio que la opción de cada uno es seguir sonriendo y hablar de la nada misma mientras se acercan las elecciones, pero me pregunto: ¿de qué cazzo sonríen? Se acerca el momento de votar y resulta indispensable conocer el plan de acción de cada uno, de lo contrario: ¿sobre qué bases vamos a elegir? Sí, la respuesta ya la conozco: no vamos a conocer nada, no vamos a escuchar intercambio de ideas y votaremos como siempre: como podamos, a pura intuición gaucha. Pero también me pregunto: ¿cuánto quiere saber la sociedad argentina? ¿Qué tan responsable somos nosotros mismos de vivir haciendo la plancha y tomar al voto como un evento automático?
A pocos meses de las elecciones los mercados descontaron cierta preocupación respecto a qué escenario se viene. Si bien no hubo un selloff marcado en los ADRs argentinos los mismos vienen tradeando desde hace semanas con cierta pesadez que claramente se relaciona a la posibilidad de enfrentar el próximo periodo presidencial con un enfoque gradual al cambio que poco podrá hacer para sacar a la economía argentina del estado de falta de empleo que la ha caracterizado recientemente. Con esto quiero decir que los activos argentinos en las últimas semanas han descontado mayor probabilidad de un enfoque gradual y de ahí su pesadez al tradear. Decidir por gradualismo significa muy probablemente imaginar a una Argentina con niveles de empleo y crecimiento débiles más aun frente a un panorama internacional que probablemente defina al próximo lustro como uno de debilidad en commodities.
Por el contrario, implementar una secuencia correcta y rápida de cambios estructurales tendría chances de poner a la Argentina en un sendero de crecimiento y generación de empleo sustancialmente diferente al actual y además yo no descontaría el mega-positivo impacto que dicho enfoque tenga sobre las expectativas. Como ejemplo recuerden qué pasó cuando Argentina sale del default del 2001 mega-devaluando el Peso y cómo reaccionaron las variables macroeconómicas en los años siguientes. Ojo, no estoy en absoluto sugiriendo en mega-devaluar, solamente utilizo al 2001/2002 como un ejemplo de cambio rápido cualquiera tenga que ser dicho cambio en 2016, lo cierto es, la economía argentina necesita ser descomprimida rápido.
Lamentablemente, en esta democracia de mudos y de debates ausentes seguimos intentado votar a candidatos que no hablan y no explican. Se debate mucho más sobre la estrategia del River/Boca próximo, en eso no somos mudos. Extraño país éste.