Cuando tanto los bonos como las acciones sufren fuertes ventas, es que algo interesante está pasando. A principios de esta semana vimos como las Bolsas europeas llegaron a caer más del 2% y el Nasdaq y el S&P 500 más del 1%, mientras el rendimiento del bono alemán a 10 años, que se mueve inversamente al precio, cotizaba por encima del 0,7% cuando hasta hace poco estaba en el 0,05%. El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense subía a alrededor del 2,3%. Y no puede ser porque las condiciones económicas se estén deteriorando, ya que eso sería bueno para los bonos. Y tampoco puede ser debido a que las condiciones estén mejorando, ya que normalmente eso sería bueno para la renta variable. Una subida inesperada en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal podría explicar ese doble movimiento, pero el último comunicado de la Fed no sugiere que el banco central estadounidense tenga nada de prisa.
"Las explicaciones alternativas llegan a ser muy complicadas, pero representan bastante el complejo mundo en el que se mueven los operadores financieros que utilizan una combinación de apalancamiento, coberturas y posiciones diversificadas", señala la The Economist en su columna Buttonwood. "Cuando muchos traders están haciendo la misma apuesta, pueden provocar que los precios se muevan fuertemente en una determinada dirección, pero si esa apuesta ya no se ve atractiva, entonces los precios pueden caer a la misma velocidad.
La operativa consenso para 2015 parece haber sido largo en el dólar, corto en el euro, largo en los bonos de los Estados europeos centrales, largos en la renta variable de la zona euro y largo en las acciones chinas. Todas esas apuestas se han deteriorado en el corto plazo. Esto hace que sea difícil decir qué posición de trading individual fue la más importante. ¿Fue que los traders tenían que pagar los euros que pidieron prestado para financiar sus apuestas alcistas en otro lugar? ¿O es que sus pérdidas en, digamos los bonos del gobierno alemán, provocaron que los traders tuvieran que reducir sus posiciones, reducir su apalancamiento y por lo tanto devolver los euros prestados?
¿Podría ser que el desplome nos esté diciendo algo negativo acerca de los fundamentales? La preocupación más obvia es Grecia, que pudo pagar parte de su deuda con el Fondo Monetario Internacional solamente porque retiró dinero de su cuenta colchón. Un sobresaliente para el ingenio (y por mostrarnos lo absurdo del proceso), pero no van a ser capaces de utilizar el mismo truco de nuevo. La tragedia griega está durando tanto tiempo que los riesgos potenciales de una salida de la eurozona y contagio financiero, se han reducido bastante.
Otra posibilidad, es que los rendimientos de los bonos ofrecen muy poca protección contra la inflación. Por supuesto, en rendimientos casi cero o negativos, los bonos no ofrecen protección contra nada. El posible culpable aquí es el petróleo, que ha recuperado la cota de los 68 dólares por barril después de la caída del año pasado. Pero mientras que el petróleo impulsa la inflación general, también da un mordisco al gasto del consumidor. En el medio plazo, los altos precios del petróleo son una fuerza deflacionaria. Eso puede ser malo para la renta variable, pero no particularmente para los bonos. Como Torsten Slok de Deutsche Bank explica:
"Es difícil ver alguna conexión entre el movimiento que hemos visto en las tasas en la última semana y los recientes datos económicos".
Así que volvemos a la idea de que los traders han estado deshaciendo sus apuestas, un argumento poco satisfactorio aunque válido". Pero lo más importante es que, en un mundo donde los mercados están dominados por los bancos centrales, los fundamentales se han vuelto menos importantes.
Fuentes: Buttonwood - The Economist