En los años de bonanza, antes de la llegada de la crisis, era muy habitual acudir al banco a solicitar un crédito para acometer un gasto o una inversión. La concesión del crédito por parte del banco era casi un trámite y eran muchas las personas que se endeudaron durante esa época. Eran años en los que las vacaciones de la familia se pagaban de esta forma y se iba devolviendo poco a poco durante la vuelta, lo cual hacía más duro el final del verano. Reformas en casa, matrícula de colegios, actividad extradeportivas, caprichos como un segundo coche o residencia, etc. Con el estallido de la crisis, los bancos comenzaron a endurecer sus criterios para la concesión de préstamos, lo que provocó que muchas personas no pudiesen acceder a financiación bancaria y muchas otras personas y familias, ante la falta de liquidez, comenzasen a impagar sus préstamos.
Esta restricción crediticia ha provocado un desplazamiento de la financiación hacia las empresas de microcréditos, normalmente por necesidad más que por puro capricho. Esta alternativa constituye una opción mucho más fácil y cómoda. Los papeleos son mucho menores ya que, en muchos casos, basta con una llamada o con rellenar unos datos por Internet para tener el mismo día o al día siguiente el dinero disponible en el banco, listo para ser utilizado en lo que se desee. Sin embargo, la necesidad de dinero rápido y los altos costes asociados han provocado que muchas personas no hayan podido hacer frente a su devolución. Son esos momentos en los que piensas el por qué solicitaste ese crédito y que va a pasar si no puedes hacer frente a él.
¿Qué ocurre si no pagas un microcrédito?
Si llega la fecha de vencimiento y puedes pagar pueden ocurrir una serie de cosas. En primer lugar, la empresa que te ha facilitado el microcrédito te solicitará, primero por correo electrónico o por teléfono y más tarde por escrito, la devolución del importe. En algunos casos, reclamarán únicamente el importe y en otros aplicarán, además, intereses de demora, que puede ser mucho mayores que los propios intereses y honorarios a los que ya teníamos que hacer frente.
Si no se ha tratado de un descuido, el proceso continúa y, si tras la insistencia de la empresa sigues sin pagar, el siguiente paso es incluirte en una lista de morosos, como por ejemplo la de ASNEF o la RAI. Esto implica muchas cosas y ninguna buena para ti. Entrar en una lista de morosos es algo relativamente fácil, pero salir de ellas puede ser bastante complicado, ya que no basta con hacer frente a tu deuda pendiente. Existen varios requisitos y un tiempo para poder salir. Estar incluido en una lista como la de ASNEF dificultará sobremanera tu vida financiera, ya que la gran mayoría de entidades financieras no concederán créditos bancarios al nombre de la persona incluida en este tipo de listas, además de que otras empresas como las de telefonía no querrán firmar nuevos contratos contigo.
No obstante, el hecho de incluirte en una lista de morosos no finaliza el proceso, por lo que el mecanismo contra los morosos continúa. El siguiente sistema ya es judicial, habiendo primero un procedimiento verbal en el que se intenta llegar a una solución y, en caso de no llegar a ningún acuerdo, se procede a las vistas judiciales.
En una primera vista judicial, se establece el coste de lo que se debe; en el caso de pagar (intereses de demora incluidos) la cosa quedaría ahí; en cambio, en el caso de seguir con el proceso, se inicia la vía ejecutiva. El coste se eleva, ya que hay que añadir el coste de abogados y las costas judiciales que, en este caso, parece evidente que van a ir en contra del moroso. Las últimas opciones suelen ser el embargo de la nómina (en caso de tenerla) o el embargo de propiedades o bienes a nombre del deudor.
Conclusión: evitar el impago
Es muy importante tener la certeza de que vamos a poder devolver a tiempo el importe total del microcrédito junto con los intereses pactados a la hora de acudir a este tipo de préstamos a corto plazo y, en general, a la hora de buscar financiación. Si no podemos hacer frente al mismo, el precio que se acabará pagando puede elevarse hasta límites inimaginables y las consecuencias pueden ser muy negativas.