Llevamos ya cinco años de devaluación interna, y los efectos de los que algunos han denominado “austericidio” empiezan a ser patentes. Estamos en año electoral, y los políticos de uno y otro lado se afanan en demostrar sus tesis. En el caso de los que gobiernan, nos hablan de que le han dado la vuelta a la situación heredada, nos auguran un futuro esplendoroso, y hasta nos dicen que van a crear cuatro millones de puestos de trabajo (a pesar de que al día de hoy hay todavía 150.000 parados más que cuando cogieron el poder).
Por supuesto, no hablan de los dos grandes problemas que se han generado: Un incremento del 50% de la deuda pública en los tres años que llevan gobernando, y sobre todo del efecto que el cambio de modelo laboral (despedir a los padres y contratar a los hijos por la tercera parte del salario para que las empresas ganen “competitividad” y puedan exportar) va a tener en el futuro del sistema de pensiones en España. Es sobre este tema sobre el que vamos a hablar a continuación.
Como es bien sabido, en los últimos tres años ha sido necesario acudir al Fondo de Reserva con una demanda creciente para poder pagar unas pensiones que, aunque están prácticamente congeladas, no dejan de suponer un incremento en el coste para el Estado. Los motivos son claros:
- Jubilación de los nacidos en los años cincuenta, que supuso el primer “babyboom” de España, tras la conflagración civil.
- Pensiones crecientes al materializarse el efecto que tienen los salarios que percibieron los nuevos jubilados en la década pasada en plena burbuja inmobiliaria, en la prestación media que reciben.
- Aumento del número de desempleados cuya cotización social tiene que aportar el Estado a la Seguridad social, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.
- Disminución del nivel salarial de los nuevos incorporados al sistema laboral, y que en vez de cobrar entre 1.200 y 1.500 euros como en la década pasada, pasan a cobrar entre 600 y 800 euros, cotizando por la mitad, lo cual se une a la tarifa plana para fomentar la contratación (esto último era necesario, a pesar de su coste).
Pero la tendencia no puede ser más pesimista. Según un reciente estudio realizado entre las Universidad de Castilla-La Mancha y San Pablo-CEU, el modelo econométrico de tendencia del “agujero” de la Seguridad Social, será creciente hasta el año 2050, después de acabarse la “hucha” del Fondo de Reserva en 2019, y llegando en 2050 a suponer un coste superior a los 67.800 millones de euros anuales para el Estado, lo que supondrá más del 3,7% de déficit anual, debido exclusivamente al desfase entre ingresos y gastos de la Seguridad Social.
Y de todo esto, nadie habla en la campaña electoral, no vaya a ser que se pierdan votos por mentar a la “bicha”. Los partidos políticos, tanto los de nuevo cuño, como los tradicionales siguen viviendo en los Mundos de Yupi, y en el cortoplacismo de los votos, y los cuatro temas verdaderamente importantes: Deuda Pública, paro estructural, déficit comercial permanente y el agujero de las pensiones, ni se tocan.
En el fondo, nos tratan como a niños, a los que se les da una piruleta, y se les hace reír en el recreo, no contándoles lo que pasa detrás de los muros del colegio, donde esperan los Cuatro Jinetes de nuestra futura Apocalipsis a los que antes nos hemos referido, para ponernos en nuestro sitio.