Como una señal más de la pérdida de confianza en el oscuro Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés), ahora un país más –Austria, se suma a Alemania y Holanda en la política de repatriar la mayor parte de sus reservas de oro a territorio nacional. En un comunicado publicado ayer en su sitio web oficial, el Banco Nacional de Austria (BNA) dijo que al corte de este mes contaba con 280 toneladas (t) del metal en reservas, mismas que han permanecido sin cambios desde 2007.
Luego de señalar que los lingotes los mantiene y administra “con el máximo cuidado”, dijo que con su política actual de localización mantiene el 17 por ciento de sus tenencias en Austria, 80% en el Reino Unido y solo el 3% en Suiza.
Sin embargo, la Junta de Gobierno del BNA decidió modificar dicha política, siguiendo las recomendaciones hechas por la Corte Austríaca de Auditoría. Ésta les había advertido en febrero pasado que había un “elevado riesgo de concentración” por mantener la mayoría de sus reservas en Gran Bretaña.
Eso cambiará ahora. Para 2020 el 50% de sus lingotes estará ya en bóvedas del BNA y de la Casa de Moneda Austríaca, 30% en Londres y 20% en Suiza. Con lo anterior, queda claro que en materia de oro, son más confiables los suizos que los británicos, pero que nada se compara a la seguridad que da tener el metal precioso en casa. Es demasiado valioso y más en épocas turbulentas.
A partir de mediados de este año la nueva política de localización comenzará a implementarse y tendrá una revisión hacia 2019. El BNA reportará periódicamente los avances.
La jugada del banco central austríaco implica que de Londres retirarán 140 t de oro –bastante más por cierto, que las 120 t que en teoría el BoE le guarda a Banco de México (Banxico) –, de las cuales 92.4 t llegarán a Austria y 47.6 t a Suiza.
No es cosa menor que allá la autoridad monetaria sí haga caso de lo que le recomienda la máxima auditoría del país. En México las cosas son muy distintas.
La historia del BNA nos remite a la exclusiva que le trajimos en este espacio en 2013 cuando la Auditoría Superior de la Federación le recomendó a Banxico que verificara en el BoE la existencia de las 100 t de oro que adquirió en el primer trimestre de 2011. Meses más tarde Banxico adquirió 20 t más que tampoco quiso auditar.
La institución que gobierna Agustín Carstens se negó a hacerlo aduciendo que resultaría “costoso” y que además el BoE era “una institución financiera con reconocido prestigio” que “establece estándares muy estrictos en cuanto al peso y pureza del oro”. Con eso se conformó y nada pasó.
En Viena, en cambio, no se conformaron con ir a corroborar la existencia y calidad de las barras de oro que les resguardan, sino que de plano ordenaron su repatriación.
Justo la misma exigencia hemos tenido en este espacio para que México traiga sus pequeñas reservas del metal precioso desde Londres a la bóveda central de 5 de mayo, y compre más.
En Austria, Alemania, Holanda, China, Rusia, etc. sí conocen la primera regla de la inversión en metales preciosos: o los tienes en tu mano, o no son tuyos. Dado que el oro es un activo sin riesgo de contraparte, confiarlo a terceros nos expone de forma innecesaria a la expropiación, y con un sistema monetario de bases tan débiles como el actual, es como confiar el gallinero al lobo hambriento.
Las reservas de oro son un seguro contra el colapso del sistema monetario, que no es solo posible sino probable. Para eso se adquirieron y el propio Carstens declaró en su momento que servirían para diversificar las reservas, pero mientras no estén en el país –cuando menos en su mayoría, la protección que brindan es mínima si se compara con el riesgo de que nos lo expropien. El 98 por ciento de las reservas de oro mexicanas está en manos británicas, ya es hora de que sigamos el ejemplo austríaco.