La semana pasada el INEGI informó que los índices de confianza empresarial de los sectores manufacturero, constructor y comercial durante mayo, se mantuvieron por debajo de los 50 puntos. Esto significa que el mes pasado hubo una caída en la confianza de los empresarios respecto del mismo mes del año pasado.
Este Indicador de Confianza Empresarial lo construye el INEGI preguntando a los empresarios sobre el momento adecuado para invertir, sobre cómo ven la situación económica presente y a futuro, la condición de sus empresas y sus perspectivas. De manera que si el índice cae –como es el caso–, quiere decir que los creadores de riqueza no auguran buenas cosas ni para sus negocios ni para la economía del país.
En ese contexto, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado en su análisis semanal, dijo que aunque la actividad económica en el primer trimestre de 2015 mostró un mayor avance al del año pasado, no prevé que haya un repunte de consideración. A ese mismo centro le preocupa que aun cuando el gasto interno sigue al alza, no está teniendo efectos importantes en el crecimiento.
Hace unos días le decíamos que los especialistas privados consultados por el Banco de México recortaron de nuevo su expectativa de crecimiento de 2.8 a 2.66 por ciento este año. El problema es que eso se traducirá en menos producción, menos empleo y menores ingresos para muchas familias.
De hecho, algunas grandes empresas ya han comenzado procesos de cancelación de proyectos de inversión e importantes recortes de personal. Si las cosas no mejoran, esta noticia se seguirá repitiendo con más frecuencia.
Mientras tanto, el que por desgracia sigue siendo el verdadero motor de la economía mexicana, Estados Unidos, sigue mostrando signos de debilidad. Sí, es cierto que hay indicadores contradictorios que por un lado dan cuenta de una presunta fortaleza económica estadounidense, pero lo cierto es que de lo que no hay duda, es que esa “recuperación” en el mejor de los casos, es débil. El miércoles publicaremos una entrevista con un famoso bloguero experto en la economía de ese país, y veremos que el optimismo no está fundamentado.
El mismo Fondo Monetario Internacional ya recomendó que la Reserva Federal (Fed) no suba su tasa de interés sino hasta 2016. Está claro que una opinión de esa naturaleza no es vinculante para el banco central, pero sirve para medir tanto el nivel de desconfianza que hay en la fortaleza de su economía como el gran temor por los efectos que una medida como el alza de tasas, tendría sobre los países emergentes. Por ejemplo, el viernes el dólar alcanzó un máximo histórico al menudeo que lo llevó por arriba de los 16 pesos por unidad y ni siquiera hay certeza de que la Fed hará algún movimiento. O sea, hay una crisis no reconocida.
En este entorno adverso, es prioritario que aquí el gobierno equilibre cuanto antes sus finanzas, pues como recordará, todavía siguen en déficit. Los recortes presupuestales anunciados para 2015, serán insuficientes. Ese desbalance no abona a la fortaleza del país, y en cambio, está forzando a que el gobierno busque maximizar sus ingresos por la vía de cargar la mano a los contribuyentes, pues ya no puede seguirlo haciendo con el petróleo que cada vez producimos menos.
El gobierno federal tiene que apretarse el cinturón, la gente y las empresas ya no pueden más. Beneficios como menores impuestos o precios de la gasolina más bajos, sólo serían posibles si el gobierno gasta menos, muchísimo menos. Son los trabajadores y empresarios los que deben decidir qué hacer con su dinero, no los políticos. Eso sí estimula la economía, no el dispendio. Es ahí donde nuestras demandas se deben centrar.