Acaba de conocerse la recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI) de subir el IVA, y especialmente el que corresponde a los bienes con tipo del 4%, para reducir el déficit público español que camina por la senda de convertirse en una nota conceptual característica de nuestra Economía. Por otro lado, hace un par de meses se hizo pública la intención del partido político Ciudadanos de considerar dos tipos de IVA, del 16% y del 8%, en el caso de que accedieran a gobernar el país en las próximas elecciones generales del mes de noviembre. Ello supondría la disminución de tipos desde el 21% y 10% actuales (que están más o menos en la media europea), y la eliminación del tipo super-reducido del 4% que se ha venido aplicando a lo que podríamos considerar como bienes de primera necesidad.
Se trata de medida contrapuestas que marcan la diferente forma de ver a la misma Economía, una desde el exterior, y otra desde el interior, que a priori se podría calificar como electoralista, pero la eliminación del tipo super-reducido no avalaría este argumento. Lo cierto es que una medida de este tipo favorecería el consumo, pero reduciría los ingresos de un Estado, el español, que sigue teniendo un déficit superior a los 50.000 millones de euros anuales, y que además está “tutelado en la sombra” por las instituciones europeas, y en particular por Frau Merkel, que al final es la que tiene que decir sí o no. No hace falta más que recordar lo dicho por el Sr. Montoro en el año 2012 sobre que no iban a subir el IVA, y después se nos dieron “instrucciones” para subirlo.
Es evidente que Ciudadanos es un partido sin experiencia de gobierno, y lo mismo les ocurre hasta donde yo sé a los economistas que están elaborando su programa económico. También hay que tener en cuenta que una cosa es conseguir escaños en un Parlamento, donde se sabe que no se va a conseguir la mayoría, máxime siendo un partido de nuevo cuño; y otra cosa es gobernar. Cuanto más lejano veas gobernar, más osado eres en tus propuestas, y si no que se lo digan a los “chicos” de Políticas de la Complutense.
Parece razonable que un asunto de esta transcendencia se analice con el rigor que se precisa, y que se obvien los aspectos políticos y las estrategias electores puntuales. También hay que tener en cuenta la particular estructura de la economía española, en la que probablemente hay en torno a un 20% de economía sumergida, lo cual, unido al hecho de que hasta 12.700 € de renta anual, no se tribute por IRPF para aproximadamente el 55% de los contribuyentes, hace que el peso de conseguir los ingresos del Estado recaiga sobre los que todavía se llaman clases medias, y que apenas son el 25% del total.
No es el momento de hacer un análisis de clases sociales, pero si el peso de la contribución directa lo están sufriendo las clases medias, y con ello no da para equilibrar las cuentas públicas, no parece muy razonable que se disminuya la contribución indirecta que es la única con la que contribuyen todos los ciudadanos a los gastos públicos.
Si además resulta que en algún momento hay que armonizar Europa fiscalmente, y resulta que ahora estamos en la media de la contribución indirecta, mover el IVA es ir justo contracorriente, en un momento en el que España necesita centrarse y asumir que es un estado europeo más.
Por su parte, el FMI parece que ha entrado en campaña electoral, y a favor del partido del Gobierno. Su propuesta de subir el IVA es probablemente la menos importante, ya que también advierte de la necesidad de más reformas y del peligro de no seguir con la actual política económica. Esta política es buena para los acreedores, pero ¿lo es para los ciudadanos españoles? Pocas veces hemos visto más descorrelacionadas las variables PIB y desigualdad económica en España. El PIB no para de subir, y el Gobierno y los acreedores están felices, pero hacía mucho tiempo que los salarios no eran tan bajos en España, y que además, los ciudadanos hubieran perdido la esperanza de mejorar en el futuro.
El PIB es una magnitud que mide el valor de las bienes y servicios producidos por el país, pero no dice dónde va ese valor, y en el caso español, se ha incrementado porque se ha producido una devaluación interna que ha permitido que las empresas puedan reducir el precio de lo que producen y por tanto vender más, sobre todo al exterior. Con cinco millones de personas en la puerta demandando trabajo, los empresarios pueden pagar 700 euros y exigir todo lo que quieran, aunque más allá de los Pirineos se pague el doble por el mismo servicio. Lógicamente, el producto español vale bastante menos que el producto francés y se vende bien. Pero el dinero va a las empresas, y se canaliza vía dividendos a los empresarios o accionistas, muchos de ellos extranjeros que cobran sus dividendos, sin que ese dinero llegue a la población española.
Por eso, el FMI pide que se suba el IVA, porque por la vía de las rentas de trabajo, con sueldos de 700 € no va a ser posible reducir el déficit. Sin embargo, si se subiera el IVA, directamente se cobraría una mayor porcentaje impositivo sobre el consumo, y la gente tiene que seguir comiendo, aunque ello suponga que vivan peor. Repito, estamos en la media europea, y no debemos subir el IVA. A lo mejor el FMI debería fijarse en porqué no se dice una palabra de la Reforma de las Administraciones Públicas, lo cual contribuiría a que se gastase menos, y así también se podría reducir el déficit sin que tengan que pagar los de siempre.