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El Oil Crash a escala humana (Corolario)

por The Oil Crash Hace 9 años
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Crash Oil Escala Humana V. (Corolario).

“El ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica.”
Anthony Burgess

“Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.”
Gilbert Keith Chesterton

Lo primero será solicitar las disculpas por no utilizar la forma gramatical correcta, oil crash, pero crash oil es casi una cábala. Disculpas también por la faltas en la redacción de la serie “El Crash oil a escala humana” I.II.III.IV, publicada anteriormente en este Blog, y del cual este post pretender ser su necesario epilogo. Ahora, entrando en vereda, voy a intentar resumir las entradas anteriores, por medio del siguiente axioma de estructura compleja:

1. A nivel individual y desde una perspectiva puramente material de la existencia, la energía en su estado puro es la que nos permite básicamente calentarnos y alimentarnos. Todas las actividades posteriores (sexo, trabajo, ocio) pasan porque las dos necesidades anteriores (considerando que calentarnos incluye 2 de las 3 necesidades básicas, techo y abrigo) estén un punto de satisfacción adecuado. (Así, volviendo al punto de inicio de esta serie de entregas, podríamos concluir que el seno materno es, para los bebes, lo que para los adultos es un millón de dólares, energía infinita y tibia, recogida con el mínimo esfuerzo de succión… vaya mi reconocimiento entonces a todas las madres del mundo.)


2. Que, todas las demás expresiones materiales de esas fuentes de energía primaria (pan, techo y abrigo…comida y fuego) así como su respectivo desarrollo histórico, hasta su actual representación monetaria, no son sino reflejos de esas dos o tres necesidades básicas. Luego pregunto ¿que nos atrae de un auto veloz? Guau, porque es veloz… ¿pero por qué nos atrae? Claro está que, desde el inicio de los tiempos, hemos apreciado la velocidad; hoy el auto más veloz como ayer el caballo, el carruaje o el camello más veloz. ¿Pero por qué hoy un vehículo que se mueve a 300 km/h es más apreciado que uno que corra a 200 km/h? Déjenme aventurar una respuesta. La velocidad antaño significaba vida, tanto porque podías atrapar tu presa con menos chance a que la misma se escapara, como porque te permitía, a ti mismo, escapar del peligro que asechaba. Así velocidad y agilidad eran por un lado acceso directo y seguro a energía y, por otro, capacidad de ponerse a salvo de los peligros; el mantenimiento, en cualquier caso, de la vida. Así, el BMW que corre a 300km/h es, quizá, sencillamente, la deformación evolutiva, histórica y técnica de esa verdad marcada a fuego en nuestros genes, el más rápido sobrevive. En el mismo sentido, talvez, en el fondo de nuestra actual necesidad BAU, de vivir en una casa de 300 metros cuadrados construidos, con 6 habitaciones y tres baños, 1000 metros de patio y una piscina, solo se encuentre la imagen una cueva bien defendida y protegida contra las inclemencias del tiempo y las fieras… el más fuerte, el más protegido, también sobrevive.

 

3. Porque el peak oil es cierto, lo que sucede actualmente es que la energía real escasea y su representación monetaria lo acusa a través de la dificultad cotidiana de personas y comunidades para: a) acceder al dinero (energía presente) y b) acceder al crédito (energía del futuro traída al presente). Ese fenómeno es real, pero sus efectos, aunque extendidos por el globo, son aun (y quien sabe por cuánto tiempo) efectos atomizados. Estamos, por decirlo de alguna manera, en ese periodo febril pasando de 38º a 39º, pasando del simple malestar al decaimiento; el síntoma aun no es perceptible, ni reconocible, como el preludio de una enfermedad mayor; las molestias se circunscriben, todavía, a lo individual, lo comunal, acaso lo nacional; pero dichas “molestias” no son apreciables como una situación estructural global o con fenómenos de masas o hitos históricos. Recién, estos últimos 15 años, se pueden observar cierto procesos sociales, espacialmente lejanos, que si se pueden asociar, y se asocian coloquialmente, si bien no la falta, si a la presencia de hidrocarburos, como son los conflictos de Medio Oriente.

 

4. Que, a nivel BAU individual, para lidiar con la falta de energía o el decrecimiento energético como un fenómeno real, solo tenemos como alternativa , tanto para adquirir energía o para retener la que tenemos, a) trabajar más b) embaucar o c) delinquir. En este punto decir que falta nombrar la mendicidad y su contrapunto metafísico, el golpe de suerte, para que las vías de recolección energética (y su equivalente monetario) estén completas.


5. Que, las decisiones que cada ser humano tome en su fuero interno, sobre cómo afrontar la escasez de energía o de su correlativo pecuniario (dinero) -cuya brecha debiera ser cada vez más profunda- replicadas a distintos niveles comunitarios o societarios BAU (local, provincial , nacional , continental o mundial), solo puede entregar dos resultados posibles a) Ser cocinados a fuego lento, hasta que se acabe el agua y se funda el caldero: esto es, que la precariedad sea llevada hasta el límite terminando en una única y uniforme masa de excluidos y/o esclavos, dominados por una elite (La Gran Exclusion) o b) que salte la tapa y reviente el caldero, el desorden y el caos total...(La Gran Barricada).

(Antes de continuar señalar que particularmente el punto 5. recién esbozado será, tiempo mediante, objeto de su propia serie.)
Luego, y a riesgo de repetirme, señalaba lo siguiente: la energía mengua y ese fenómeno es particularmente acusado por a) dificultad presente para acceder al dinero (energía presente) y b) dificultad presente para acceder al crédito (energía futura). Detengámonos en estos puntos.

a. Dificultad para acceder al dinero y su correlativo de energía presente: Esto definitivamente tiene que ver, desde la dimensión social, con la precarización de facto del trabajo y con el aumento de precios de bienes de primera necesidad. Así el ajuste energético que estamos viviendo, entre la realidad de la disposición de energía y el dinero que la representa, está dada, en los hechos, por dichos factores…se cobra menos en la chamba y se paga más en el almacén de la esquina. Hoy, en medio de la recesión que asoma a nuestros países, donde bajan de precio vehículos, plasmas 40 pulgadas y viajes, se está pagando más por los productos que resuelven nuestro viejo problema… comida, calor y abrigo. Así, la conjunción de filos, por abajo cobrando menos y por arriba pagando más, funciona con la eficiencia de una tijera y la rigurosidad de una máquina trilladora; luego, si te quedas donde estas, tarde o temprano, serás cercenado y saldrás expulsado del sistema. Pero aquí quiero plantear un supuesto distinto al que cotidianamente trabajamos en las tesis pikoleras, esto es: damos por hecho que el sistema BAU está empeñado en perpetuarse, que el único camino de sustento de las actuales elites, pasa por mantener la estructura de este sistema, que la gente necesite otro automóvil, otro refrigerador, otro Iphone… ¿No nos hemos puesto a pensar que, tal vez, el BAU necesite deshacerse de fábricas, de autos, de televisores, de Smartphones? ¿Deshacerse de millones de obreros que también consumen? Puestos ya en un mundo de energía decreciente, no solo el individuo occidental BAU debe quedar a la vera del camino, también el coreano, el taiwanés, el bengalí y el malayo. La creación de la gran masa de excluidos, a un ritmo constante y creciente, es y debe ser una tarea de orden mundial. Largo se lo fiamos a nuestros gobernantes si creemos que el globo aerostático de este sistema BAU solo gana altura a punta de inyección de propano, lo mismo se consigue si se suelta todo el lastre (y, en el ejemplo anterior, ¿cuál creen ustedes que es la decisión energéticamente correcta?). Por último, al cobrar menos y pagar más, ya enunciado, sumémosle la denegación de la población al acceso de las reservas energéticas estatales (dicho sin ambages: menos salud, menos educación, menos prestaciones sociales). Y tenemos nuestro ahorro energético perfecto.


b. Dificultad presente para acceder al crédito (energía futura): Aquí el BAU está prisionero de su propia trampa: la deuda, energía futura traída al presente funciona solo, y solo si, se mantiene la ficción siguiente: que la deuda debe ser pagada. Lo contrario, el regalo, la cesión, la donación, es la antítesis de la deuda y de la hipótesis que plantea, esto es que todo tiene un precio y un valor. Para prestarte algo debo fingir que ese algo tiene un valor y que tú lo repondrás o lo pagaras. Lo contrario, el que yo te preste todo el dinero del mundo y que tú lo recibas “como si no tuviera valor alguno” es la lanza en el costado del sistema BAU. Tan fatal como la falta de energía es la idea de “falta de valor de la energía”. El problema aquí, en esta economía fiat, es que cada persona que pudo participar del juego de fingir que lo que tú me prestas tiene un valor y por tanto debo pagarlo, parece que llego a su fin. Dicho de otro modo todo el que se pudo endeudar (personas, comunidades, países) ya se endeudó, y para que el juego continúe, o la ficción permanezca, se debe devolver lo prestado o al menos hacer el amago de devolverlo. Así las cosas, como alguien dijo, ya hemos traído toda la energía del futuro que podremos pagar en esta vida, hipotecas a 40 años, dos autos, casa en la playa y créditos de consumo por 50 veces lo que ganamos… cada deudor es un moribundo energético, un zombie energético

Por último, señalábamos que los individuos que se encontraran en un escenario personal de escasez energética solo tenían 3 alternativas BAU para enfrentarlo.

1. Trabajar cada día más: Hipótesis de la Reina Roja, esto es cada día tendrás que trabajar más para mantenerte apenas en el lugar energético en que te encuentras. No volveremos sobre el punto, toda vez que este enunciado ya lo desarrollamos, anteriormente, con algo más de extensión. Decir, sin embargo, que lo significativo de este concepto es que el desgaste energético corre por cuenta del propio individuo más que del sistema; porque ¿qué significa trabajar más? hacer más, hacerlo más rápido, y durante más tiempo, en español castizo decía mi abuela, saldrás antes de casa y volverás más tarde a ella. Pero atención, la elección de esta alternativa nos coloca, a nosotros, la sociedad civil, en el papel de lubricante de dos realidades que se friccionan; por un lado la realidad BAU de energía siempre creciente y por otro la realidad material de energía menguante. Mientras seamos nosotros quienes nos fundamos, ambos mundos podrán coexistir y así lo hacen. Lo anterior, el fundirnos, no es ni siquiera metafórico, el origen de la palabra stress, por ejemplo, proviene etimológicamente del participio latino (strictus) del verbo stringere que significa provocar "tensión”, término energético por excelencia; ni qué decir del reconocimiento de lo que refiero en el nuevo y extendido síndrome del burnout…literalmente el sistema reconoce que nos estamos fundiendo, como la grasa que sirve para asentar dos piezas que no terminan de encajar. Sí, somos la gruesa capa de lubricante, entre los puntos de contacto del sistema, de dos sistemas; el que hemos construido o imaginado por un lado y el que la realidad por otro, entre el BAU y el peak oil. Somos las moléculas de aceite que nos evaporamos, una por una, para que los fierros del sistema no se descuadren. Somos, desde la perspectiva anterior, simples disipadores de energía.

2. Embaucar: lo que en su matiz más sana conocemos como chapucerías. Esto es el ahorro energético por dos vías a) haciendo las cosas a medias b) haciéndolas mal. Y detenidos aquí, la chapucería, energéticamente, es el ahorro de energía por traspaso del desgaste energético, que tú habías asumido y que legítimamente el otro consideraba de tu cargo, por ser la contraprestación al precio o pago que él te realizó. Ese desgaste se radica, en beneficio del chapucero, en un tercero y más probablemente en unas de las partes de la relación, que tendrá que doblar su participación energética para conseguir el mismo fin (o sea, deberá contratar otro maestro y comprar nuevos materiales para terminar el trabajo).


3. Delinquir: que, sociológicamente, nos lleva de vuelta y sin escala a la ley del más fuerte. Pero de esta alternativa, ¿saben cuál es el verdadero problema? Que materialmente, y dejando de lado cualquier remilgo moral, nos guste o no, esta es la alternativa de provisión energética más eficiente. ¿Qué más eficiente que otro cace la presa y seamos nosotros quienes la comamos?.. ¿qué más eficiente que eso? …nada. Asaltar el camión del dinero y llevarse 500.000 euros en efectivo es infinitamente más eficiente, energéticamente hablando, que trabajar 10 años. Y hoy muchos, por arriba en el poder y por abajo en las barriadas están echando, sin haber oído hablar jamás del peak oil, esas cuentas. Y cuando tienes 10 empresas y quieres hacerte de una más, puede que la delincuencia sea un asunto moral y ético, pero cuando se trata de una necesidad insatisfecha y la forma más rápida y eficiente de cubrirla, entonces la delincuencia no es un asunto moral, es un asunto de método practico, y si de buscar la forma más práctica y eficiente de hacerse de energía (y particularmente de su correlato pecuniario, el dinero) se trata, lamento decirles que a la delincuencia, por lo que es en esencia (línea directa entre método y resultado) no la supera nada que no sea ganarse la lotería.

Alguna vez escuche decir que lo irónico de la existencia de 20 millones de leyes en el mundo era que se trataba de hacer cumplir 10 mandamientos. Ahora, con esa misma ironía, podría señalar que esos 10 mandamientos y esas 20 millones de leyes complementarias, han tenido casi como único objetivo prohibirle al hombre utilizar las dos formas más eficientes de acopio energético… mentir y robar.
Entonces, dije en su oportunidad que una de las preguntas que quedó sin contestar fue: ¿podemos elegir? ¿Puede elegir el fontanero dejar bien el arreglo de la red de agua de mis casa o chapucear? ¿Puede elegir el delincuente dejar el revólver y ponerse a trabajar? Claramente la respuesta, a un nivel filosófico, psicológico y/o sociológico es, sencillamente, incontestable…to be or not to be… esa es la pregunta que nos hemos hecho desde el principio de los tiempos y que nos haremos, en ronda, mientras se queme el ultimo barril de crudo. Pero si nos circunscribimos a lo energético quizá, y solo quizá, la respuesta sea algo más sencilla y predecible. Preguntémonos: cuándo desarrollamos un trabajo ¿conscientemente elegimos la forma más difícil de hacerlo? Cuándo volvemos a casa ¿elegimos el camino más largo? En el ámbito de las decisiones en general que hace el hombre común y corriente ¿elige las más complicada o la más simple?... ¿elegimos la que estimamos nos va ahorrar trabajo y/o preocupación, o elegimos la que sabemos más compleja? Y aunque las respuestas aun puedan dejar lugar a algunas dudas, estas, como otras tantas cosas, son más aparentes que reales, como a continuación veremos.

Energéticamente, el común de los mortales nos movemos en razón de un supuesto simple, minimizar el gasto y maximizar el ahorro…nadie elige pagar 200 por algo que te cobran a 100. No existe (sino en un ámbito filosófico muy restringido) lo que Schopenhauer llamó libertad de indiferencia, esto es “quiero porque puedo”, el acto inmotivado. No, detrás de cada uno de nuestros actos, desde los consientes hasta los más automáticos, está el motivo, el argumento; que, desde el tema de esta entrada y este blog, no sería sino la racionalización de la mejor elección… y la mejor elección será, siempre, la que te pide menos y te ofrece más. Así, muy probablemente, nuestros actos conscientes e inconscientes de distribución energética (física, intelectual, monetaria, incluso emocional) quizá estén más regidos por los principios de la termodinámica -o la ley de gravedad si se quiere- que por la voluntad ( y sí , esta afirmación tiene tanto más de licencia poética que de verdad científica).Pero, en efecto, si de acuerdo a la mecánica clásica la trasferencia de energía se produce solo a través del trabajo (fuerza capaz de alterar el movimiento de un cuerpo), si la primera ley de la termodinámica afirma que un aumento en algunas de las formas de energía debe estar acompañado por una disminución en alguna otra forma de la misma y que la segunda ley de la termodinámica enuncia la entropía y los procesos irreversibles y su naturaleza unidireccional…entonces, la mal llamada voluntad, o libre albedrío, solo sea la forma que tenemos los seres humanos de encontrar y más bien aceptar nuestro propio estado de equilibrio energético. Así hay dos razones, estimo, por las cuales lo expuesto anteriormente (esto es que la voluntad no es sino la representación racional posterior, de decisiones tomadas a un nivel más básico o esencial, y que dicen relación con la natural elección de la alternativa de menor desgaste energético) parece no reconocible en el panorama actual del desarrollo humano. A saber:

1. Que, efectivamente, el hombre como individuo y alguna rara vez como especie, en un espacio y tiempo determinado, es capaz de suspender (que no de eliminar) la aplicación de las leyes y principios físicos y mecánicos, universales, que nos gobiernan; ej: lanzo una moneda al aire y rompo la ley de gravedad (por un instante); también puedo pasar por alto todos los limones de la mata, al alcance de la mano, y subirme a la rama más alta, a tratar de alcanzar el limón más lejano. Esa capacidad de la voluntad, de suspender el natural y gravitacional flujo de energía, propio y del medio, es engañosa; no es ni puede ser permanente, si así fuera estaríamos en condiciones de señalar que las leyes físicas y químicas no nos gobiernan y ello, claramente, no es así. Paradigma de esa ilusión siempre perdida, buscada y nunca recobrada es el superhéroe por antonomasia, Superman, quien, con fuerza y energía infinita, rompe con todas las leyes mecánicas, la ley de gravedad le da por los cojones porque puede volar, y qué decir de los principios de la termodinámica, nada, él genera energía (fuerza, trabajo) sin sufrir ningún desgaste. Así su archienemigo es nada menos que Lex (ley) Luthor… en efecto Superman no lucha contra el mal, su auténtica lucha es en contra de las leyes que regulan y gobiernan la Tierra. Pero para nosotros, pobres mortales, romper con las leyes físicas y de la termodinámica, es sencillamente una ilusión. La libertad de indiferencia, esto es el gasto energético inmotivado, es hermana de la demencia y la sinrazón…¿quién tomaría como opción, porque sí, lanzar una piedra de un kilo al aire tantas veces como se lo permitan sus fuerzas? ¿Quién podría hacerlo, obviando voluntariamente el hambre el sueño y la fatiga, hasta la muerte?... solo un loco, todos los demás actuaremos según un motivo y en ese motivo, o razón, está antes que todo mantener nuestro soporte vital, comer, calentarnos y dormir… ¿qué otra cosa es el buen vivir sino el punto de eficiencia de flujos energéticos entre nosotros y el medio que nos rodea?

 

2. Pero la ilusión anterior, esto es que el hombre es capaz de romper con las leyes físicas y químicas (que son leyes de flujo y agrupamiento energético) por pura voluntad, cuando a lo sumo puede suspenderlas, en un espacio determinado y en un tiempo dado (como dejamos de respirar un minuto o de comer un día); además ha sido reforzada y enfermizamente estimulada, en esta era de los hidrocarburos, por otra ilusión, cual es el hacernos creer que energéticamente todas las decisiones tienen el mismo valor, porque la opción entre una y otra, por simple abundancia, son equivalentes. En efecto, si nuestra billetera esta llena, si el estanque del automóvil está lleno, si en la casa ya está encendida la chimenea y hay comida esperándonos en el refrigerador, podemos tomar el camino más largo para llegar a casa. Pero esa es solo una ilusión de la voluntad satisfecha. Déjenme volver al ejemplo anterior del árbol de limones : Día domingo, he comido unas ricas pastas y media botella de vino, mi señora se fue pasar la tarde con su padres y yo caminando por el huerto me detengo ante el limonero y con cierta satisfacción lo observo y veo ese limón amarillo y jugoso en la parte más alta de la copa; como no tengo nada más que hacer , en la siguientes seis horas, arrimo escaleras y comienzo a subir y logro mi tarea, tomar el limón más lejano obviando todos lo demás … pero ¿ porque pude tomar esa decisión, aparente triunfo de la voluntad? Bueno, básicamente, porque todas las decisiones eran equivalentes: tenía tiempo, tenía fuerzas, y nadie me apremiaba; el esfuerzo físico seria recompensado, a nivel intelectual, con la satisfacción de la meta cumplida. Pero imaginemos estos otros escenarios: Si diez personas se dirigen al limonero, donde solo hay nueve limones, ¿cuál de ellas dejaría pasar un limón cercano para tomar el limón más alto? ¿y cuál de ellas elegiría el camino más lejano para llegar al árbol? ¿y si el limón fuera necesario para aliviar la gripe de mi hijo? El Dr. Jekyll elige a condición que todas las alternativas sean equivalentes, cuando ello no es así quien elige (casi) siempre es Míster Hyde. …quien sabe, quizá la verdadera figura de la tentación del fruto prohibido, que tomó Eva, no era la serpiente, tanto como que, él mismo, estaba al alcance de su mano, ¿si Eva -o Adán- hubiesen tenido que equilibrarse en la rama más delgada y alta del Árbol del Bien y el Mal, para alcanzar el fruto prohibido, ¿lo hubiese intentado siquiera?

Decir, entonces, que nuestra voluntad es real y existe, y la libertad que acompaña su ejercicio también. Pero el que sean real y existan no quiere decir que prevalezcan, al menos no siempre y en cualquier circunstancia. Hoy mismo, en las masas, esa aparente voluntad alza la corona de laurel de los triunfadores, se enseñorea sobre dominios que solo ha conquistado gracias la abundancia, en la certeza de la equivalencia, de que lo que pondré será tanto, o menos, de lo que recibiré. Lamentablemente donde hay escasez solo hay necesidad y eficiencia. Así las cosas, las masas, esto es la conjunción infinita y replicada de hombres comunes con decisiones comunes, han actuado siempre en razón de un mínimo común denominador (MCD), y energéticamente hablando ese MCD corresponde a la siguiente ley termodinámica del actuar humano: entre todas las múltiples posibilidades de elección que otorga cualquier circunstancia en cualquier tiempo y en cualquier lugar, cada hombre común y corriente elegirá siempre la que le haga trabajar (sufrir) menos y/o disfrutar más. Para lo anterior tenemos a nuestro infatigable gen TREV (Tasa de retorno energético vital), que en todo momento esta echando cuentas sobre lo que vale esa amistad, esa hora de más en el trabajo, quedarte callado o contestarle al jefe, un cumplido, un insulto, darle el asiento a la anciana o hacerte el weon, mentirle a tu señora y arrancarte una hora al telmo con tu secretaria, no ir al trabajo el día de mañana. Y si bien, cuando existe exuberancia energética, podemos darnos el lujo de no escucharlo, es él quien saca la cuenta sobre la conveniencia, incluso, del siguiente latido.
Y cuando encontramos a hombres excepcionales capaces de doblegar las leyes termodinámicas del actuar humano, les damos el nombre de santos y los elevamos a altares de mármol, y les damos el nombre de héroes y los subimos a pedestales de piedra. Pero, las masas, que no los individuos, históricamente vamos a donde más calienta el sol

Edgardo F. (Parroquiano)


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