La dramática decisión de Grecia de cerrar sus bancos e imponer controles de capital ha evitado - a expensas de un enorme costo para la economía - una corrida bancaria y limitado la salida de capital del país. Pero todavía nos queda una semana muy peligrosa. Es importante destacar que ninguno de estos desesperados esfuerzos generará nuevos fondos para un gobierno que tiene enormes dificultades para pagar sus facturas. Eso significa que las autoridades no tendrán más remedio que pensar seriamente en introducir el uso de pagarés para cumplir las obligaciones domésticas. Si lo hace, sin embargo, Grecia se acercaría a la introducción de una nueva moneda que reemplazaría el euro.
Después de que las negociaciones con los acreedores se derrumbaran el viernes, se comenzaron a formar largas colas enfrente de los cajeros automáticos durante el fin de semana y el domingo el Banco Central Europeo se negó a proporcionar un aumento de la Asistencia de Liquidez de Emergencia. Entonces, el gobierno optó por declarar un día festivo en lugar de hacer frente a las consecuencias inmediatas de una corrida bancaria a nivel nacional. El anuncio fue complementado por restricciones para mantener la mayor cantidad de euros como sea posible dentro del país.
"Estas opciones políticas tienen un coste", dice Mohamed El-Erian en Bloomberg. "El "parón repentino" como resultado del cierre bancario va a agravar una recesión económica que ya es alarmante y prolongada, la pobreza y la excepcionalmente alta tasa de desempleo. Tampoco solucionará nada para aliviar otro problema acuciante de Grecia: El gobierno tiene muy poca liquidez, y la profunda recesión empeorará la crisis de liquidez al desplomar los ingresos fiscales.
El gobierno griego ya ha tomado medidas excepcionales para conseguir el dinero guardado por las autoridades locales y otras entidades del sector público. Continuará buscando cualquier fondo accesible. Pero las cantidades disponibles serán muy pequeñas.
Cada vez es más difícil que pueda cumplir con sus obligaciones domésticas, incluyendo el pago de pensiones, los salarios de funcionarios públicos y las facturas de los proveedores. Cuanto más tiempo pase el gobierno sin tener acceso a nuevas fuentes de financiación, se enfrentará a más presión para introducir pagarés denominados en euros.
Los pagarés pueden funcionar sin grandes daños colaterales, siempre que sirvan como puente a una fuente creíble de financiación en el futuro. Pero esto está lejos de ser cierto en el caso de Grecia, especialmente teniendo en cuenta su mala relación con los acreedores.
Como resultado, si se introducen pagarés en los próximos días, se intercambiarían de inmediato con un descuento en euros en un mercado secundario. Cuánto más tiempo estén en circulación los pagarés, mayor será la probabilidad de que los pagarés sean el precursor de la introducción de una nueva moneda.
Además, esa medida podría verse como la opción menos mala por los que creen que la economía no puede sobrevivir a un largo cierre del sistema bancario. Una nueva moneda facilitaría la recapitalización del sistema bancario nacional, a pesar de que ello implicaría pérdidas para los accionistas y acreedores, así como la probabilidad de una nacionalización.
Los economistas reconocerán estas condiciones tan características en muchas crisis en las economías emergentes. Este fenómeno, sin embargo, es desconocido para muchos responsables políticos europeos, y no tardarían en descubrir que sólo puede evitarse con una combinación de 1) una gran financiación incremental y 2) reformas de políticas integrales.
Por ahora, es probable que la crisis empeore, y el gobierno y sus socios europeos están aún bastante lejos de estar preparados para aprobar estas dos medidas."
Fuentes: Mohamed El-Erian