Un reporte titulado Debt Sustainability Analysis (DSA) del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado ayer, reveló que Grecia necesita una quita de deuda más grande que la que los demás miembros del eurogrupo tienen contemplado. Lo anterior debido a que “los eventos de las pasadas dos semanas –el cierre de los bancos y la imposición de controles de capital- están convirtiéndose en una pesada carga sobre el sistema bancario y la economía, lo que lleva a un mayor deterioro significativo en la sostenibilidad de la deuda con respecto a lo que se había proyectado en nuestro recientemente publicado DSA.” Dicho informe se dio a conocer dos días antes del referéndum del 5 de julio, lo que revela que en quince días las cosas han empeorado y más cada minuto.
Con el nuevo DSA, el FMI lanza un mensaje político que tiene como destino a Alemania.
Como le señalamos ayer aquí en este espacio, la humillación que Angela Merkel ha propinado al gobierno y pueblo griegos no son algo positivo, pues si de lo que se trata la eurozona es de que todos hagan lo que Alemania ordena desde el centro, se trata de facto de una nueva fase de imperialismo alemán, no más de una Unión Monetaria.
Ahora bien, el mensaje que de que Grecia necesita una condonación de deudas no es un asunto nuevo.
De hecho, aquí también hemos sostenido que los compromisos son tan grandes e impagables, que una quita –voluntaria o forzada- es inevitable. Más allá de ello, con el nuevo reporte del FMI queda claro que detrás también continúa la presión de Estados Unidos para no soltar este tema que los acreedores quieren eludir.
Para Washington es estratégico que Grecia se mantenga en el euro, ante el riesgo de que un miembro de la OTAN pudiera terminar cayendo bajo la influencia de Rusia.
De acuerdo con el DSA se tienen varias opciones. Las que propone son: una “dramática” extensión de los vencimientos con periodos de gracia de hasta 30 años sobre el volumen total de la deuda europea incluida la nueva asistencia; transferencias anuales explícitas al presupuesto griego o “profundas quitas por adelantado”, lo que Atenas y sus socios europeos decidan.
El nuevo documento del FMI, estima que las necesidades de financiamiento hacia finales de 2018 serán de 85 mil millones de euros, y que la deuda griega alcanzaría un pico de 200 por ciento del PIB en los próximos dos años, mucho más que su cálculo previo de 177 por ciento. Por si fuera poco, el Fondo considera que hay grandes riesgos a futuro para la economía griega, lo que implicaría la necesidad de todavía más ayuda financiera. Un agujero negro.
Por último, la institución que dirige Christine Lagarde destaca que solo unos cuantos países han podido mantener por varias décadas el superávit presupuestal primario de 3.5 por ciento, que ahora esperan de Grecia. La meta pues, es irreal.
En suma, Alemania debe ya hacer a un lado su soberbia, dejar de humillar al país helénico y reconocer que los acreedores jamás recuperarán el dinero prestado, y que si quiere prolongar el sueño del euro tiene que conceder las tan evitadas quitas. Además, debería hacer de líder en vez de imperialista y buscar reformar la Unión Monetaria para hacerla sostenible. Una labor titánica.
Del lado griego, reiteramos que si de verdad están dispuestos a hacer las reformas estructurales necesarias, lo mejor es hacerlo fuera del euro. De este modo, la dignidad del país, su soberanía y el ansiado crecimiento económico serían recuperados de manera más pronta. La vía del sometimiento y la depresión perpetua, no la merece nadie.