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Julio de 2015: Comienzan los grandes cambios

por The Oil Crash Hace 9 años
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Este mes de Julio ha acabado con el signo del cambio, de los grandes cambios que ya están comenzando a tomar cuerpo y que van a marcar la segunda mitad de este 2015. A pesar de que desde los medios se pretende proyectar una imagen de tranquilidad y serenidad, lo cierto es que el ambiente de nerviosismo es creciente. Y no es para menos, porque la desestabilización a la que nos enfrentamos no se refiere sólo a la disponibilidad de recursos (y por ende, la imposibilidad de continuar con este sistema económico basado en el crecimiento infinito), sino a la rápidamente creciente inestabilidad climática y la no menos emergente inestabilidad política. Comencemos con el resumen de este mes de Julio de 2015.

A principios del mes la Agencia Internacional de la Energía emitió un comunicado en tono muy serio, con una puesta en escena pensada para realzar la gravedad e importancia de lo que iba a decir. Habida cuenta de que, a pesar de las advertencias de los últimos años, el mundo continúa consumiendo combustibles fósiles como si no hubiera mañana (y a este paso no lo habrá), la estrategia de la AIE es ahora intentar meter miedo a las grandes compañías que se dedican a la explotación de combustibles fósiles, y así afirma que pueden perder miles de millones de dólares en inversiones que no se van a poder rentabilizar a medida que cada vez más sectores económicos se alejen de los combustibles fósiles. Tal advertencia parece, en realidad, un tanto pueril. En primer lugar, porque si hay una tendencia a la desinversión (y efectivamente es el caso, pero no por la preocupación ambiental, como ahora comentaremos) las propias compañías lo detectarán antes que nadie y ya se adaptarán al volumen inversor real; y en segundo lugar, porque la evidencia histórica muestra que ningún actor económicamente relevante se ha desenganchado nunca de los combustibles fósiles. Y es fácil de comprender por qué: ninguna otra fuente de energía tiene las mismas buenas propiedades: alta densidad energética, fácil de transportar, versatilidad en el uso, gran rendimiento... Ninguna compañía apostará por fuentes de energía que reduzcan su competitividad. Lo que sí que pueden hacer es reducir su actividad si no hay suficiente demanda de sus productos, que es exactamente lo que está pasando.

Y es que ciertamente la demanda de combustibles fósiles está cayendo, pero no hay nada que la esté sustituyendo. Lo que sucede es que la demanda de energía, de todo tipo, está cayendo. Lo que está en ciernes es una enorme crisis económica de alcance global, con China, la factoría del mundo, a la cabeza de la contracción de la demanda. Las autoridades chinas están gastando dinero a espuertas para apuntalar su bolsa, con éxito moderado, pero los vaivenes bursátiles no cesan y en cualquier momento la bolsa china podría colapsar. Seguramente, el problema de fondo es que China no puede aumentar su producción porque no hay suficiente demanda para sus productos en un Occidente que, aunque se niegue a reconocerlo, está cada vez más empobrecido. Por tanto, los problemas de demanda de petróleo que explicábamos hace meses se agravarán en los próximos meses, profundizando más aún la actual caída de precios.

Los problemas de China repercuten aumentando los problemas que se presentaban en otras partes del mundo, principalmente en las economías exportadoras de materias primas. Un dólar caro y la caída global de la demanda de muchas materias primas, desde la soja hasta el cobre, ha puesto en jaque a la mayoría de las economías de América del Sur, pero su vecino del norte no está en una situación mucho más boyante. En un reciente análisis publicado por Ron Patterson sobre el último Drilling Productivity Report del Departamento de Energía de los EE.UU. se ve que la producción de petróleo ligero de roca compacta (light tight oil) ha llegado ya a su máximo y a comenzado su declive; en Bakken:

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en Eagle Ford

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en Niobrara

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y probablemente está llegando a su máximo en Permian:

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y en el resto de regiones:

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El hecho es que la producción de petróleo de fracking de los EE.UU. llegó a su máximo en Marzo de 2015:

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Cuando los despistados expertos de guardia que pueblan nuestras teles se den cuenta de que la producción de petróleo de los EE.UU. no está aumentando como indicaban las proyecciones no actualizadas de principios de año, sino que en realidad ya lleva meses disminuyendo, comenzarán a decir que si debido a la bajada de precio de petróleo las petroleras estadounidenses se reservan el petróleo de fracking, que si el fracklog (la práctica de perforar pero no terminar los pozos) les permitirá volver al negocio en cuanto los precios se recuperen y toda una retahíla de barbaridades sin sentido económico. Todo antes de aceptar que en realidad el petróleo de fracking es demasiado caro como para que la economía lo pueda tolerar (no hablemos ya del gas de fracking), que si las compañías se han mantenido a flote hasta ahora ha sido gracias a los seguros (hedges) de garantía de precio a 80$ el barril (que ya están caducando sin ser renovados) y que, en suma, el fracking es y siempre fue una estafa que en realidad ya estaba llevando a la ruina a las petroleras antes de la caída de precios que empezó a finales de 2014. Como siempre, a todos esos expertos, con todo nuestro cariño, les dedicamos nuestra guía.

Por supuesto que la debacle del petróleo está empezando a tener consecuencias, que presagian un semestre final del año bastante complicado para los productores, públicos y privados, de petróleo. Hace unos días Shell anunció que su beneficio se redujo un 14% y que despediría a 6.500 trabajadores; si eso le pasa a una de las grandes multinacionales del sector, imagínense cómo lo estarán pasando las medianas y pequeñas compañías (quizá algunos expertos que antes mencionábamos podrían poner en mejor contexto los actuales "ataques bajistas" contra la cotización bursátil de la española Repsol). Pero más preocupante es el anuncio de Emiratos Árabes Unidos de la supresión desde hoy, 1 de Agosto de 2015, de todos los subsidios al consumo de gasolina en su territorio, que pasará a venderse a precios internaciones. Eso no es poco: para los habitantes del EAU supondrá una subida de precio del 100%, lo que ya podemos imaginarnos que no será bien recibido. EAU ha adoptado esta medida para aliviar la actual presión fiscal que le supone la caída de ingresos del petróleo, pero contrariamente a lo que piensan muchos de los expertos de salón y de plató el coste de producción de barril de petróleo no es sólo el coste técnico de producción del mismo, sino también la mínima redistribución de la riqueza para evitar que la población se vuelva contra la clase dirigente. EAU se acerca a la bancarrota petrolífera, y no era de los países que necesitaba precios más elevados: ¿qué va a pasar con otros países que necesitaban precios del barril de petróleo más altos? Los próximos meses prometen ser agitados, pues la demanda permanece débil y no parece que el precio del petróleo vaya a volver a subir hasta que la producción de petróleo no se reduzca considerablemente en medio de la bancarrota de empresas y países.

Para aquellos que albergan la esperanza de que alguna fuente de energía vaya a substituir al petróleo, no está de más señalar que no parece que las cosas vayan por ese camino. Dejando al margen las consideraciones bienintencionadas sobre las energías renovables (las cuales son sin duda el futuro, pero el futuro no tiene por qué ser tipo BAU), lo que se está viendo es una contracción generalizada del uso de materiales y energía. El problema más grave de esta contracción es que se va destruyendo capacidad productiva, que dadas las complejidades actuales de la explotación de cualquier materia son difíciles de recuperar una vez perdida; en suma, que se avanza a una destrucción de la capacidad productiva no sólo de petróleo sino de toda materia prima, simplemente porque lo que queda ya no es asequible, es demasiado caro de producir y nuestra economía necesita costes más bajos tanto económicos como energéticos. En suma, es el perverso mecanismo de altos precios - destrucción de demanda - caída de precios - quiebra de compañías productoras - destrucción de la producción y vuelta a empezar. La espiral de la decadencia energética y económica. Un ejemplo de ese efecto de destrucción de demanda - destrucción de oferta en espiral nos lo ofrece la fuente de energía que más posibilidades tenía de reemplazar al petróleo en el corto plazo: el carbón. Después de la relativa sorpresa que supuso que la Agencia Internacional de la Energía reconociese en su último informe que el carbón podía estar llegando a su propio cenit productivo, nos encontramos en la actualidad que muchas compañías productoras de carbón están quebrando. Otra materia prima crítica, ésta imprescindible para los sueños de electrificación en masa de una sociedad movida con electricidad de origen renovable (que, por cierto, no es la mejor manera de aprovechar la energía renovable) es el cobre. Chile, el principal productor del mundo, está viviendo jornadas muy agitadas por el desplome del precio de este metal (y la consiguiente merma de ingresos) y por el anuncio de que sus minas podrían estar llegando al temido pico del cobre. Y podríamos seguir un buen rato enumerando multitud de países cuyos presupuestos son demasiado dependientes de los ingresos por la exportación de materias primas y que ahora mismo están en una situación económica comprometida (lo cual no deja de ser paradójico, si lo piensan bien, pues son estos países los que tienen las materias primas y siempre se las podrían guardar para ellos).

Entre tanto, los cambios de los grandes patrones climáticos nos indican que a la ansiedad económica que provoca la llegada del peak everything se le va a tener que sumar la preocupación cada vez mayor por el clima. De acuerdo con el último informe del Centro de Predicción Climática de la NOAA, estamos asistiendo a un fenómeno de dimensiones inconcebibles y absolutamente inusual: El Niño se está desarrollando en el Pacífico, seis meses antes de lo que debería pasar, y con una amplitud que hace anticipar que tendremos El Niño hasta mediados del año que viene. La temperatura de la superficie del Pacífico es inusualmente elevada, con anomalías de temperatura (desviaciones con respecto a la medida histórica para el mes de Julio) de entre dos y tres grados en el Ecuador (y también enfrente de California, fenómeno asociado a la profunda sequía de la zona):

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Aparentemente el Pacífico había actuado como un tampón, reteniendo parte del incremento de calor de las últimas décadas y moderando la subida de temperaturas, pero actualmente está devolviendo ese exceso de calor, según se explicaba en un reciente trabajo del Jet Propulsion Laboratory (liderado por cierto por Verónica Nieves, una antigua doctoranda mía, una expatriada científica más). A uno de nuestros expertos de salón y de plató, que el océano se caliente sobre vastas áreas entre dos y tres grados más de la media seguramente le deja frío, pues considera que dos o tres grados no es para tanto. Aquí se ve de nuevo la falta de formación técnica de nuestros líderes y opinadores: baste hacer notar que la capacidad calorífica de un litro de agua es unas cuatro mil veces más grande que la de un litro de aire (¿o no usan Vds. agua en sus radiadores?), y que la profundidad de la capa de agua sobrecalentada puede llegar a los 700 metros. Estamos hablando, por tanto, de una gigantesca cantidad de calor retenida por el mar y que éste está en parte devolviendo a la atmósfera.

¿Qué efectos traerá este El Niño de proporciones monstruosas? El Niño es una perturbación de alcance planetario, y está siempre conectado a eventos extremos, desde grandes inundaciones a extremas sequías. Y también a huracanes más intensos. Seguramente es debido a eso que durante este mes de Julio hemos visto un tren de tres tifones consecutivos (sí, han leído bien: tres, uno detrás de otro) barriendo el Pacífico. Quizá porque no han pasado por este rincón de Europa donde vivo mis compatriotas no se habían enterado, pero no nos preocupemos: seguro que si alguna vez viene algún huracán intenso a visitarnos las noticias nos informarán de ello con todo lujo de detalles.

¿Es tan improbable que un huracán de cierta entidad llegue a Europa con fuerza suficiente como para causar estragos semejantes a los que hacen en otras latitudes? Si han mirado con atención el mapa de anomalías de la temperatura superficial del océano de más arriba se habrán dado cuenta de que en el Atlántico hay un brazo de agua caliente que se extiende de Florida hasta España, y que el Mediterráneo está también experimentando anomalías intensas de temperatura. Son el calor y la humedad de la superficie del océano los que alimentan a los huracanes, por lo que la actual situación favorece un escenario, el de la llegada de un huracán a Europa, evento que afortunadamente para nosotros es a pesar de todo esto poco probable. Las continuas olas de calor africano que ha experimentado Europa durante estas semanas han contribuido a elevar tanto la temperatura del aire como la del mar hasta los extremos, y aunque un huracán sigue siendo una posibilidad remota no lo es tanto un temporal de levante de gran intensidad en la zona del Mediterráneo Occidental donde yo vivo, semejante al que se produjo en un anómalo 30 de Noviembre el año pasado. Y eso hablando sólo de Europa: por todo el hemisferio norte el calor es agobiante, con temperaturas por encima de los 50 grados en Oriente Medio. ¿La presencia de tantas anomalías hace presagiar un éxito, por fin, de la Cumbre sobre el Clima de Naciones Unidas de este Diciembre en París? Es dudoso. Ya podemos anticipar que se pondrán las excusas de siempre, se contemporizará, y al final no se avanzará en nada. Si en medio de la cumbre llegase un huracán a la capital del Sena, quizá los delegados allí congregados tendrían que aceptar que, efectivamente, algo muy gordo está pasando con el clima.

El último gran cambio que se ha manifestado con más intensidad durante el pasado mes de Julio es el político. Por un lado hemos asistido al bochornoso fiasco griego. Como ya explicamos, el Gobierno de Alexis Tsipras ha cedido a las abusivas condiciones impuestas desde el gran capital internacional, en un intento de evitar males mayores a su población. Intento infructuoso, pues las mismas falsas recetas que han hundido a Grecia estos años acabarán de destruirla, y ocasión perdida para plantar cara a un abuso que no cesa. Entre tanto, en España, el Gobierno español ultima la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2016 casi cinco meses antes de lo habitual, en pleno verano, con el silencio cómplice y culpable del resto de partidos tanto parlamentarios como extraparlamentarios. El trasfondo son las elecciones que tendrán lugar en Diciembre y la necesidad de proyectar una imagen a los amos del capital de que España cumplirá sus draconianos compromisos, por lo menos durante el año que viene, a pesar de que el Gobierno que saldrá de las urnas probablemente no tenga nada que ver con el actual (o quizá sí, y más de lo que pensamos). Así, el gran capital tendrá un año para extorsionar al Gobierno español entrante y forzarle a seguir la hoja de ruta marcada, que no puede ser muy diferente a la de Portugal, Italia o incluso Grecia. La prensa repite una y otra vez que España ha comenzado ya la recuperación económica (a pesar de las ominosas señales a escala global que explicábamos al principio de este post, y que hacen presagiar una gran recesión global en ciernes) y el Ministro de turno dice que nadie discute que España está volviendo a crecer y el líder de la oposición acepta tal falacia. La realidad es que las bases de la exigua recuperación española del último año son muy débiles: como nos muestra Jesús Nácher en La proa de Argo, casi nada ha cambiado en el modelo productivo español, que sigue siendo igualmente poco viable, y su naufragio sobrevendrá en un par de años si los eventos internacionales no fuerzan su caída más prematura. Pero eso no importa en estos meses electorales, en los que además hay que insistir en que esta vía, la que propone el Gobierno español, es la única viable, y que apartarse de ella puede ser la causa de que vuelva la temida recesión (buena manera de auto-justificarse ante lo inevitable, echando de antemano la culpa a otros).

Y es que uno de los problemas internos que comienza a quitarle el sueño a los políticos españoles en general y al Gobierno español en particular es el desafio soberanista catalán. Después de ningunearlo durante años y tras meses trufados de vodevil de anuncios y amenazas, el Gobierno español ha comprendido que los promotores de la independencia de Cataluña van en serio. Los dos partidos de más peso en el Parlament catalán concurrirán a las elecciones autonómicas que se convocarán la semana que viene para el día 27 de Septiembre con una lista única y con un único punto en su programa: declarar la independencia de Cataluña. Dicha lista, más la de la Candidatura d'Unitat Popular (que también es independentista pero ha preferido presentarse aparte) pueden conseguir cerca de la mitad de los votos válidos y con toda seguridad (dado el sistema de circunscripciones electorales en Cataluña) bastante más de la mitad de los escaños. Por qué se ha llegado a este callejón sin salida es algo que la Historia tendrá que analizar en su momento; el hecho es que el desafío está sobre la mesa, y la posibilidad de que los independentistas consigan más de la mitad de los votos (fundamental para dar legitimidad a sus aspiraciones) es remota pero no imposible. Pase lo que pase en esta elecciones, está claro que marcarán un antes y un después en la vida política española, y dado que la victoria de los independentistas está garantizada los problemas se enconarán, por más que el Gobierno fatuamente insista en que lo único que se puede hacer es aplicar y respetar la ley (la española, claro está).

Muchas son las grietas y muchos son los problemas. Nos empeñamos en creer que nada pasa cuando en realidad pasa de todo, y bastante grave. Nuestro mundo se está desequilibrando políticamente, económicamente y climáticamente. En particular, y por volver al tema central de este blog, con la llegada del cenit del petróleo de fracking en los EE.UU. el mundo ha llegado, con bastante probabilidad, a su peak oil. Agárrense, porque de ahora en adelante todo va a ser descenso.

Salu2,
AMT


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