Ser keynesiano no implica ser ineficiente en el manejo del gasto público. En todo este tiempo electoral cuestiono el énfasis que se suele poner en la preservación de fútbol para todos y otros subsidios improductivos relacionados. Veámoslo de una forma cruel y ácida: cada hora de fútbol para todos, representa “x” libros menos que se leen, “x” metros menos de autopistas que se pavimentan, “x” hospitales menos que se construyen. A este énfasis en cosas improductivas le retruco: la pobreza más extrema del ser humano no radica en lo material, la forma más cruel y siniestra de empobrecer a otro es secándolo de intelecto. Las naciones no se hacen grandes mirando fútbol, se hacen grandes educándose. Y a pesar de que sea obvio vale la pena aclararlo: es función de un líder explicar y convencer a la sociedad de que existen otras alternativas de políticas públicas y lo digo particularmente pensando en el próximo lustro que será caracterizado probablemente por debilidad de commodities, principal financiador del gasto social de la última década. Y un aspecto del que nadie quiere hablar: la mejor parte del ciclo de commodites de este periodo es historia, con una reversión lenta pero indeclinable de la política monetaria de la Fed, a los emergentes les espera presión cambiaria y recesiva en los próximos años. Este fenómeno lo estamos viendo en varias economías exportadoras de commodities.
¿Choripanes o libros? Desde que nací en este suelo, al cual le debo nada más y nada menos que mi educación primaria, secundaria y universitaria, tengo la misma sensación: Argentina está atrapada en una coyuntura en donde la permanente mediocridad política le gana a los sueños que hacen grande a una nación lo que llevado al plano de una metáfora criolla significa que el choripán se come al libro. No sé por qué hoy desperté con ganas de soñar en este artículo tan utópico que seguramente será leído sólo por algunos, el resto y no los culpo, está ahogado en una coyuntura que nos agobia permanentemente, en donde lo urgente siempre le gana a lo importante, en donde la cotización del blue mañana resulta mucho más significativa que la determinación de una estrategia de crecimiento a 25 años. Les adelanto entonces que con este artículo decidí aburrirlos: no voy a hablar del blue porque simplemente tengo los huevos al plato de tanta coyuntura criolla y voy por el contrario, a imaginarme el largo plazo, una receta casi infalible para perder lectores en este país cortoplacistamente esquizofrénico que construimos todos.
El síndrome de la seducción por lo inalcanzable. Quizá mis ganas de soñar están inversamente correlacionadas a la casi exclusiva atención que prestamos a nuestras riñas cotidianas muchas de ellas incluso, autogeneradas y probablemente, se deba también a un síndrome que padezco desde que nací: lo utópico me seduce, lo imposible ex-ante me activa y motiva formidablemente, la utopía probablemente sea mi mecanismo de defensa hacia la no aceptación de una realidad que no me gusta porque siento que es mejorable. Decime NO a un sueño, a una idea y me vas a tener 100% intentando demostrarte que el SÍ es posible, no sé si será por escorpiano, por terco, o simplemente, por pelotudo. Pero para bien o para mal, me pasé la vida con esta actitud, recuerdo que mi maestra de primaria a eso lo llamaba rebeldía, pobre, no la culpo por no entender nada, yo sin embargo lo defino con una frase alternativa: la seducción por lo inalcanzable, cueste lo que cueste.
Una sociedad que debería preocuparse por otras cuestiones. Me pregunto si nos animaremos alguna vez como sociedad a fijar un plan de educación a 25 años vista. Sí, no me equivoqué, dije 25 años para una sociedad que no puede descifrar su próxima semana. No tiene el menor sentido enroscarse estérilmente debatiendo si esta década generó un pobre más o un pobre menos que la anterior. Lo cierto es que debemos asumir la cruel realidad de que ambos periodos fracasaron a pesar del voluptuoso e irrepetible rally de commodities de los últimos años y es necesario plantearnos de una vez, un plan de largo plazo en la inclusión sin clientelismo, en donde un libro y una idea valga más que la zapatilla regalada y el infaltable choripán. Se vienen las PASO en días: ¿qué tal si exigimos esto al votar?
¿Por qué no? Sí, por qué no imaginarnos a una sociedad que se fije como principal objetivo eliminar la pobreza a través de la educación en todas sus etapas. No es utópico plantearnos como principal objetivo el de educar a los más pobres a través de un sistemático programa de enseñanza que asista a un niño carenciado desde su infancia y lo veamos crecer hasta su graduación universitaria. Estos chicos ricos de intelectualidad y que a largo plazo potenciarían formidablemente la función de producción del país, ¿votarían a los mismos muñecos de hoy? Es totalmente posible imaginar a una sociedad más grande en donde erradiquemos la pobreza y en donde los frutos de la soja o lo que esté de moda por entonces culminen creando universidades nuevas en todo el país, accesible primordialmente a los más pobres. No me digan que es utópico imaginar a un chico carenciado que a los cinco años ingrese a la escuela primaria y culmine 25 años después siendo un universitario y no en la cárcel. Los argentinos podemos decirle que SÍ a estas cosas cuando votamos y faltan sólo días para comenzar a pronunciar nuestra voluntad. ¿Qué tal si en vez de exigir fútbol para todos, reclamamos en ésto?
Las PASO 2015. Las próximas décadas probablemente seguirán jugando en favor de un país que tiene algo muy codiciado por todo el mundo: enorme abundancia de recursos naturales. Como sociedad deberíamos tomar la decisión de exigirle al político de turno que la soja o lo que venga, financie inversión en capital humano de largo plazo orientada productivamente hacia los que más la necesitan y no gasto corriente como solemos hacer implacablemente culminando como siempre, en situaciones de estrés cambiario. Alguna vez como nación, deberemos plantearnos si queremos seguir navegando este siglo empantanados en la irrelevancia de lo coyuntural. Oposición a días de las PASO: ¿qué tal si sacan la cabeza del hormiguero y comienzan a hablar de estas cosas? ¿Qué tal si se animan a alinear a una nación y seducirla en la utopía de lo inalcanzable? ¿Nunca los argentinos nos animaremos a sentar ésto como prioritario en nuestra agenda? ¿Somos una nación condenada sólo a hablar del blue, del contado con liqui, del PBI a seis meses y de fútbol? Hoy somos sólo eso, pero podemos ser mucho más, es endógeno a nosotros y recuerdo: comenzamos a votar en una semana.