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Tropezar tres veces con la piedra griega

por Laissez Faire Hace 9 años
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Grecia nunca debió ser rescatada. Ni en 2010, ni en 2012, ni en 2015. Ni con Pasok, ni con Nueva Democracia, ni con Syriza. Pero lo fue en 2010 con Pasok, en 2012 con la antesala de Nueva Democracia y en 2015 con Syriza. Todos ellos han buscado financiación forzosa de los contribuyentes europeos para no tener que acometer los ajustes y reformas que los ahorradores privados les habrían exigido y para tampoco tener que asumir las consecuencias de su propia irresponsabilidad. La Troika se ha convertido en un auténtico salvavidas para la burocracia corrupta y clientelar de Grecia, pues le ha entregado acceso a financiación barata con condiciones comparativamente ventajosas, lo que le ha permitido no declarar la bancarrota del chiringuito extractivo que durante décadas impuso al país.

Pero la Troika no ha actuado en solitario. Sus dañinas decisiones han contado siempre con el concurso del gobierno español de turno: primero PSOE y luego PP. Incluso Podemos ha manifestado que habría ratificado este tercer rescate en el Congreso. Todos a una contra el contribuyente español y a favor de la cleptocracia helena.

Así, el triple rescate español a Grecia supone elevar nuestra exposición financiera directa al país hasta los 34.000 millones de euros: casi 2.000 euros por familia. Es verdad que, como suelen recordar IU o Podemos, esos 2.000 euros por familia todavía no han salido del bolsillo de los españoles: se trata en su mayor parte de avales que el Estado español ha otorgado al MEDE (el Fondo de Rescate Europeo Permanente), que es quien emite la deuda que luego presta a Grecia. Pero, aun cuando todavía no hayan salido de nuestros bolsillos, la realidad es que cada familia española tiene, como media, una exposición de 2.000 euros a las finanzas del desgobierno heleno. Si la neocasta de Syriza o la paleocasta de Pasok/Nueva Democracia no pagan lo que adeudan, nos tocará hacerlo a todos nosotros porque PP y PSOE a ello nos han querido obligar.

Y es que, en contra de lo que suele pensar, PP y PSOE sí tenían alternativa a participar en este rosario de rescates a Grecia. En 2010, cuando el primer rescate se articuló por la vía de préstamos bilaterales (dado que el MEDE todavía no existía), Eslovaquia se negó a formar parte del mismo y logró eximir a sus contribuyentes de semejante (ir)responsabilidad. En 2012 y 2015, ya con el MEDE en funcionamiento, recordemos que habría bastado con el veto de un solo país para bloquear el rescate a Grecia: y en caso de que se hubiera invocado la cláusula de que, ante emergencia financiera, se requiere de un 15% de los votos para vetar el rescate, no habría sido imposible que España, con casi el 12% de esos votos, hubiese logrado alguna alianza (por ejemplo con Holanda) para impedirlo.

Pero por supuesto ni se intentó. Maltratar al contribuyente sale gratis, sobre todo cuando se canaliza a través de un endeudamiento que de momento no padecemos; en cambio, defender al contribuyente en las instituciones europeas resulta políticamente mucho más incómodo. Al final, pues, España va a participar de lleno en este tercer rescate a un país que, no lo olvidemos, votó mayoritariamente en referéndum para no aplicar las condiciones que éste lleva asociadas. Nos han dicho con abierta, sincera y rotunda claridad que no piensan cumplir con lo pactado —al igual que no cumplieron en 2010 y 2012— pero seguimos confiando en que esta vez sea distinto.

Imposible saber con seguridad si lo será o no —la reciente experiencia histórica nos lleva más bien a concluir lo contrario—, pero lo que sí sabemos con certeza es que, en caso de que esta vez tampoco sea distinto, el contribuyente español lo pagará caro. Y la responsabilidad no será sólo de Pasok, Nueva Democracia o Syriza, sino de PP y de PSOE por habernos metido coercitivamente en un rescate que jamás debería haberse producido.


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