Hace algunos años, cuando gestionaba la cuenta de una corporación empresarial española, tenía un compañero encargado de operar en el mercado de derivados. La mayoría de su actividad es encontrar coberturas para las diferentes posiciones que se tomaban en la corporación, pero también operaba de forma especulativa. Esta era la parte que más tiempo le ocupaba en su cabeza, y en la que ponía más pasión. Era un buen trader de derivados. Tenía sólidos fundamentos y una buena base técnica, pero poseía también un defecto que a la larga le causó mucho perjuicio en su carreta: Era un promiscuo financiero.
Este término, promiscuidad financiera, es utilizado en la psicología del trading para definir aquella acción inversora en la que se va saltando de un activo a otro, de un método operativo a otro, al no estar suficientemente comprometido con su estrategia inversora.
Mi compañero elaboraba durante meses un método especulativo en base a diferentes variables económicas y técnicas. Hacía simulaciones históricas en diferentes escenarios, y sólo cuando tenía una tasa de acierto razonable con un nivel de riesgo asumible, lo utilizaba en operaciones reales. El problema era que ante cualquier etapa de errores del método, algo que sucederá siempre con cualquier método, mi compañero volvía a reformularlo y en muchas ocasiones a descartarlo por completo y elaborar uno nuevo. No estaba suficientemente comprometido con el resultado de su trabajo.
Brett Steenbarger, experto en la Psicología del Trading, tiene una interesante opinión sobre este tema:
El problema con la promiscuidad es que la búsqueda de diferentes opciones no permite alcanzar la profundidad en alguna en concreto. Si vago de un trabajo a otro cada año, nunca construiré una carrera, y nunca acumularé logros de excesivo valor. Si revoloteo de una relación romántica a otra cada semana, nunca voy a experimentar la profundidad de la relación que viene de un compromiso de por vida. Una vez que nos comprometemos a algo optamos por la selectividad.
Es común atribuir la ruptura de las reglas operativas a un lapso en la disciplina. Tal vez esas ocasiones de indisciplina reflejan una ausencia de compromiso. Si usted alcanza un elevado grado de compromiso con una materia, rara vez, por no decir nunca, sería indisciplinado con ella. Ningún artista que esté enfocado en un estilo cambiaría de uno a otro en sus cuadros porque estaría plenamente comprometido con su obra.
Cuando los inversores revolotean de un tipo de operativa a otra, su promiscuidad refleja la ausencia de compromiso. Ellos no han encontrado su enfoque operativo. A menudo sus ideas son tomadas de otros, sin probarlas y analizarlas ellos mismos.
Si tuviéramos que reducir el número de nuestras operaciones en dos tercios, y centrarnos únicamente en aquellas que reflejen nuestra ventaja comparativa en los mercados y nuestros puntos fuertes de inversión, aunque tuviéramos que aumentar de manera significativa el tamaño de cada posición, nuestra rentabilidad global y la rentabilidad ajustada al riesgo aumentarían significativamente.
En otras palabras, añade Steenbarger, si la inversión se convierte en una expresión de nuestro compromiso con nuestro propio enfoque, muchos problemas de la psicología de la inversión desaparecían. En la inversión, como en cualquier otra carrera, la dedicación es la fuente más duradera de la disciplina.