Se acerca el momento. El próximo 17 de septiembre, la Reserva Federal (Fed) anunciará su decisión de subir o no su objetivo de tasa de fondos federales. Todo mundo está haciendo sus apuestas. Lo único cierto es que los miembros del Comité de Mercado Abierto saben que tienen a China presionando con todo para que las tasas permanezcan sin cambios.
El propio Banco Central Europeo (BCE) así lo cree o bien, tiene información privilegiada que se lo anticipó ya. Mario Draghi, su presidente, tuvo éxito ayer debilitando al euro con un recorte de las previsiones de crecimiento del PIB y la inflación, al tiempo que prometió más estímulo monetario “si es necesario”. En pocas palabras “se curó en salud” y con ello, dejó ver que considera que por ahora los chinos lograrán su propósito.
Una moneda fuerte es algo que ningún banquero central importante quiere en un marco de “guerra de divisas”, donde de lo que se trata, es de ver quién devalúa más y más rápido. Un absurdo que refleja la debilidad estructural del actual sistema monetario.
En fin. Aquí hemos insistido en la relevancia de lo que el Deutsche Bank (DB) ha llamado la “retracción cuantitativa” (Quantitative Tightening, QT) para los mercados emergentes.
De manera errónea algunos analistas han interpretado que el DB se refiere a una contracción de la liquidez en dólares, cuando en realidad sólo se refiere a la reducción de la cantidad de reservas que los países emergentes –liderados por China- están llevando a cabo, y al impacto que esto puede tener a escala global. Por ejemplo, se habla de la presión sobre las tasas de rendimiento de los bonos estadounidenses, que podrían subir en consecuencia.
Por supuesto, no es que necesariamente esto tenga que ocurrir. Como en cualquier mercado, si la demanda sube más que la oferta los precios se irán para arriba de todos modos. De hecho, eso es lo que ha estado sucediendo, al punto que la demanda por bonos de largo plazo (5, 10 y 30 años) está tendiendo a encarecerlos más con respecto a los de menor vencimiento, que son más abundantes y por tanto los que más se están liquidando.
Así lo confirma la gráfica siguiente de Mish Shedlock en la que se compara el rendimiento actual (barra azul) con el de hace un año (barra roja). Un aplanamiento de la curva se está presentando: los precios de los bonos de menor plazo caen (o lo que es lo mismo, suben sus rendimientos), mientras los precios de bonos de mayor vencimiento suben (lo que hace caer sus rendimientos).
Frances Coppola de Forbes.com ha dicho que se trata de un simple aplanamiento al estilo de la “Operación Twist” que hizo la Fed hace unos años, pero no es así. No es solo que los rendimientos de corto plazo estén subiendo, lo que pasa es que la economía global se está “enfriando” –China es el síntoma más visible- y ese aplanamiento es muestra de que las probabilidades de recesión van en aumento. Ese es de hecho el tema: incluso si se están liquidando bonos de largo plazo por parte de los emergentes, los inversores han aumentado su demanda y el precio está subiendo (rendimiento cayendo).
Por eso aquí hemos dicho que el “contraataque” de China al liquidar sus treasuries es muy arriesgado porque, lejos de evitar que los capitales sigan huyendo del país, provocará una estampida mayor ante la previsión de mayores e inevitables devaluaciones del yuan. Los chinos se han echado solos la soga al cuello, pero piensan que el “ataque” viene de fuera. Como respuesta están consumiendo su “arsenal” de reservas inútilmente (mucho peor y más rápido que México). Todo mundo cree que lograrán su propósito de evitar el alza de tasas de la Fed, pero incluso si es así por el momento, cuando llegue la siguiente recesión la estampida de capitales empeorará y esta vez ya no tendrán el mismo “blindaje”. Una muy costosa defensa del yuan.
Aquí hemos sostenido que si la Fed a pesar de las presiones sube su tasa, la “tormenta perfecta” estará alineada para los mercados emergentes. Si pospone la subida obtendríamos un alivio temporal en sus mercados, materias primas, divisas, etc.
Si como espera el DB los emergentes se suman a China y continúan sus liquidaciones masivas, reiteramos, los rendimientos de largo plazo podrían subir. Pero eso no significa tampoco que el mercado alcista de los bonos estará “ahora sí” muerto. ¿Por qué? Porque repetimos, todos sabemos lo que ocurriría si Estados Unidos entra en recesión en los próximos trimestres o par de años: los precios de las materias primas colapsarían de vuelta, mientras los de los bonos de largo plazo se dispararían (caerían sus rendimientos) por la alta demanda.
En suma. A estas alturas, ya no importa lo que la Fed haga a sus tasas. Las burbujas en activos que se han inflado cortesía de la “flexibilización cuantitativa”, reventarán de cualquier forma, más temprano o más tarde. Las presiones deflacionarias que ello implica, van a seguir. Nada en la economía global ha mejorado. El colapso que han creado los banqueros centrales llegará, hagan lo que hagan para tratar de evitarlo.