Cuando haya problemas, mate al mensajero. Esto se vio claramente en China la semana pasada, cuando cerca de 200 personas fueron detenidos y penalmente acusados de difundir rumores "falsos" sobre el mercado de valores y la economía. Un infortunado periodista financiero fue paseado ritualmente en la televisión estatal, confesando entre lágrimas sus "crímenes". Mientras tanto, la jefa de la mesa china de un grupo de hedge funds fue convocada a una "reunión" con los reguladores, y ya no se le ha vuelto a oír. Su marido chino dice que "ella se ha ido de vacaciones". A pesar de los grandes avances de las últimas décadas, los viejos hábitos tardan en morir.
China ha declarado su intención de caminar hacia el libre mercado, sin embargo, estas últimas acciones sugieren un enfoque totalmente diferente. Un resumen aproximado equivaldría a: "Las reformas son buenas, pero ¡ay del mercado libre si no hace lo que el alto mando quiere!"
“Cuando el mercado de valores estaba subiendo, las autoridades chinas eran felices tolerando lo que prácticamente todos los analistas occidentales veían como una peligrosa burbuja especulativa, vanagloriosamente de lo que ellos creían era un fiel reflejo de los éxitos maravillosos de la economía china”, dice Jeremy Warner en The Telegraph.
“La primera regla de la inversión en bolsa - que los precios de las acciones pueden subir o bajar - fue casi totalmente olvidada ante el espejismo de la riqueza instantánea. Cuando, inevitablemente, la bolsa se estrelló, las autoridades no pudieron detener la carnicería. Fue un brusco despertar porque demostró a un público ya desilusionado que los responsables políticos ya no tenían el control de los acontecimientos. Tal vez no se habían dado cuenta, pero hay hoy más chinos con cuentas de trading de acciones - unos 90 millones - que miembros del Partido Comunista - "sólo" 80 millones. En cualquier caso, impotentes ante la tormenta, las autoridades han recurrido en su lugar a los chivos expiatorios.
Al parecer, las economías más liberales y avanzadas, tampoco son inmunes a este tipo de comportamientos. Hace unos años, los fiscales italianos acusaron a nueve empleados de Standard & Poor's y Fitch Rating con un cargo de abuso de mercado por atreverse a rebajar la calificación crediticia de Italia, mientras que en Francia sigue siendo común culpar a los especuladores anglosajones y sus compinches de la prensa de Londres de cualquier revés financiero o económico.
Pero los gobiernos occidentales y los banqueros centrales también son propensos a manipular el mercado cuando les conviene. ¿No es la "flexibilización cuantitativa" otra cosa que la impresión de dinero para apuntalar los precios de los activos? La negativa de China a aceptar el juicio del "Señor Mercado" es sólo una versión más extrema de lo mismo. No es de extrañar que los funcionarios europeos vean a veces con nostalgia el otro lado del capitalismo dirigido por el Estado practicado en China.
Como han demostrado los recientes acontecimientos, ese no es camino. La caída de la bolsa de China no es el resultado del trabajo de perversos periodistas financieros ni de hedge funds que abren posiciones cortas, sino una señal de tiempos difíciles venideros y quizás incluso una crisis económica futura. Después de casi 35 años de progreso espectacular, la economía china se enfrenta a múltiples desafíos en muchos frentes que no van a ser resueltos por negar realidades duras y encarcelar a periodistas.
El progreso de las últimas décadas desmiente un sector industrial que ya no es tan competitivo para los estándares internacionales. Muchas de las fábricas de China necesitan una reorganización completa para mantenerse al día con la evolución de la robótica y otras formas de mecanización. Sin embargo, si la industria llega a ser menos intensiva en mano de obra, ahondará en el problema de la creación de empleo.
Se calcula que China necesita crear unos 20 millones de puestos de trabajo al año sólo para mantener el ritmo de la demanda de empleo, ya que la población está emigrando de la zona rural a la ciudad. De esos 20 millones, necesita 8 millones de profesionales de alto nivel. La modernización de China ha creado un monstruo que está luchando para alimentarse.
China está intentando compensar el descenso de la inversión con la demanda interna. El liderazgo chino parece crecer en las industrias de consumo y de servicios, pero estas nuevas fuentes de demanda no pueden crecer sin nuevas reformas de libre mercado, que a su vez requieren una mayor flexibilización de los grilletes del control político. Sin crecimiento, el Partido Comunista pierde su legitimidad política, sin embargo, el modelo de viejo crecimiento se ha roto, y para lograr un nuevo motor, las autoridades deben ceder el poder y la influencia que los sostiene. A los periodistas y especuladores sólo se les podrá culpar durante un tiempo.”
Fuentes: Jeremy Warner - The Telegraph