Llegó el tan esperado día: la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos –su banco central-, anunció ayer que su objetivo para la Tasa de Fondos Federales permanecerá sin cambios, entre 0 y 0.25 por ciento. La mayoría de analistas esperaba un alza que finalmente no llegó.
¿Por qué todo mundo habla de esto? Porque desde hace casi siete años se deprimieron las tasas con el propósito de “estimular” la economía estadounidense, y ahora que se supone que se están recuperando, se especulaba que la Fed podría comenzar a “normalizar” su política monetaria. De hecho debió hacerlo, pero en su Comité de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés), no se atrevieron.
Como bien se sabe, desde el año pasado que comenzó la especulación acerca del movimiento de la Fed que se esperaba para ayer, las monedas de países en desarrollo como México empezaron a caer y el dólar empezó un fuerte ciclo alcista, que en el país lo llevó a rebasar hace poco los 17 pesos.
Algunas burbujas comenzaron a reventar como la de China, donde sus bolsas comenzaron a colapsar en junio. Beijing tuvo que devaluar el yuan en agosto ante la verdadera estampida de capitales que huían y siguen huyendo de ese país asiático. Hace unas semanas le platiqué que autoridades chinas se lavaron las manos diciendo que lo que les estaba pasando no era culpa de ellos, sino de que la Fed planeaba subir sus tasas. Como “contraataque”, el gobierno chino ordenó la venta masiva de bonos del Tesoro de Estados Unidos, para mandar una clara señal de que harían todo lo posible para impedir esa alza de tipos. A juzgar por los resultados, China dobló a la Fed.
Eso sí, no se puede soslayar que en realidad las presiones se sumaron también desde otros frentes. En Europa, Mario Draghi –presidente del Banco Central Europeo-, anunció hace unos días que “de ser necesario” habría más estímulos monetarios, o sea, una expansión de su propio programa de “flexibilización cuantitativa” (QE). Otras voces contra la Fed se sumaron también desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. La Fed se sintió acorralada, no hay duda.
Con un dólar fortaleciéndose, liquidez drenándose de economías emergentes, precios de materias primas cayendo, etc., les dio miedo subir las tasas, pues podrían haber pinchado burbujas que siguen vivas como las de las bolsas de valores estadounidenses y los bonos “basura”. La inevitable recesión global se habría adelantado.
Quizás en el fondo Yellen y compañía lo saben bien. No obstante, con su inacción han ganado tiempo y de paso nos han dejado claro que patearán la bomba para después –como siempre-, hasta que reviente por sí sola. No quieren ser señalados como responsables.
Para los escépticos debe ya quedar claro que no hay estrategia de salida de la política de tasas de interés en cero (ZIRP, por sus siglas en inglés), trampa que fue puesta desde la era Bernanke.
Por cierto, ayer un miembro del FOMC proyectó por primera vez que en 2015 y 2016, pudiera haber una tasa de interés negativa. ¿Estarán preparando ya el terreno de la opinión pública para esta “arma”, que sin duda sería considerada en caso de crisis y recesión? Las casualidades no existen, y menos en un documento tan cuidado como el publicado ayer.
En este espacio ya habíamos adelantado que sin cambios en las tasas, habría un respiro para los activos de riesgo, entre los que se encuentran las divisas de países emergentes y las propias materias primas. Así parece estar ocurriendo. Por ejemplo, el dólar interbancario bajó ayer a 16.48 pesos por unidad.
¿Todos felices? Por el momento, nada más. En el fondo nada ha cambiado, por lo que tal vez esta tensa calma que tendremos, sea la última oportunidad de hacer previsiones. Prepárese.