Ayer el famoso inversor Simon Black –a quien también hemos entrevistado en este espacio-, publicó en su blog Sovereign Man (Hombre Soberano), un interesante artículo titulado “Lo que significa que el oro se venda a un precio negativo”. Como es bien sabido, a pesar de haber tenido un mercado alcista desde que comenzó el presente siglo, en septiembre de 2011 comenzó una corrección (baja) en el precio del oro que aún no termina.
Ya en un artículo anterior expusimos lo que le espera a este mercado en el corto, mediano y largo plazos. En el primero, la volatilidad podría continuar debido a las noticias del día, que unas veces lo disparan al alza y otras lo tumban a la baja, sobre todo, por la expectativa de alzas de tasas de interés en Estados Unidos. En el mediano plazo, la realidad es que las presiones deflacionarias provocadas por la masiva inyección de liquidez y depresión de las tasas de interés de los principales bancos centrales, más la conocida y confirmada manipulación del mercado de metales preciosos, podrían seguir propiciando caídas adicionales a nuevos mínimos.
Lo anterior sin soslayar que las caídas de las cotizaciones son en realidad provocadas por las liquidaciones de “oro papel”, en el mercado especulativo.
Mientras eso sucede, la demanda física del metal continúa fuerte y enviando señales de “escasez”. Esto se observa cuando el precio al contado o “spot”, es mayor que el del contrato de futuros activo, como es el caso hoy en día.
Debido a lo anterior, en el largo plazo no hay manipulación que dure ni que pueda evitar una escalada histórica del rey de los metales. Nada en el sistema financiero y monetario global se ha resuelto. Mientras tanto, el oro se sigue escondiendo de la circulación en manos privadas. La enfermedad de la expansión exponencial de la deuda continúa, y no existe un extintor superior de deuda que el oro.
Éste es el activo monetario por excelencia y que, al no formar parte de la hoja de balance de nadie más como pasivo –siempre que se tenga en físico-, no tiene riesgo de contraparte.
Black recuerda que todos los precios de activos en papel están influidos por las acciones de los banqueros centrales y “criminalmente manipulados por los bancos de inversión.” Por lo anterior, los precios que vemos no son un indicador válido de su valor. Los contratos con los que se negocian en especial el oro y la plata, por ejemplo, “son piezas de papel (o electrones) que circulan entre traders y banqueros”, en su mayoría no se trata de barras y lingotes que cambian de manos en forma material.
El “hombre soberano” pone el ejemplo el precio de la plata de papel que se negocia en Chicago, basado en un contrato que se supone termina con la entrega física al comprador. No obstante, las especificaciones del mismo permiten otorgar “10% MENOS onzas de plata que las especificadas en el contrato.”
En el Reino Unido –afirma Black-, las reglas de la LBMA (Asociación del Mercado de Lingotes de Londres) permiten entregar hasta 25% menos barras de plata que las especificadas en el contrato. Para decirlo claro, se trata de una evidencia más de que el precio real del metal es bastante más alto que en papel.
Estas medidas, desde luego, buscan desalentar que en los mercados predomine el comercio de metal precioso en físico. Para eso, en todo caso, conviene más recurrir a los vendedores minoristas de barras, monedas y lingotes.
Black dice que por eso, “los contratos de futuros son para banqueros y traders. Los precios de papel son para economistas y reporteros.” Tiene razón.
Los inversores en valor, por el contrario, ponderan la protección que el oro y la plata les otorgan como activos tangibles, más allá del “precio” que se observa en los tableros. En todo caso, al ser bajo les permite lograr una negociación ventajosa con la que intercambian dinero de papel, por dinero real.
“Todos estos contratos y precios lo que realmente reflejan es qué tan quebrado está el sistema financiero… que es en realidad la razón precisa por la que desearías tener oro y plata”, sentenció Black.
Debido a lo anterior, quienes siguen el día a día del precio de ambos metales preciosos monetarios y sudan cada vez que caen, es posible que tengan una sobreexposición a los mismos y/o que la razón por la que los poseen sea la equivocada.
El oro y la plata no son una “inversión”, sino una protección, un seguro financiero contra el desastre que se avecina. Quieres tenerlos porque son dinero real, indestructible, que no puede ser borrado de un plumazo, subraya Black.
Un sistema monetario cuyas bases son de papel, como las del dólar –del que derivan todas las demás divisas, incluida el peso mexicano- tenderá siempre al colapso hasta alcanzar su verdadero valor: cero. Entre más se corrompa ese sistema con deuda e impresión de dinero, más cruda será la resaca que tendremos que vivir.