Que nadie se confunda. Una cosa es que los presidentes de Estados Unidos y Rusia se hayan reunido en privado en el marco de la más reciente Asamblea General de las Naciones Unidas, y otra muy distinta que ya sean los mejores amigos. Nada de eso. De hecho, es todo lo contrario.
Obama está más molesto que nunca y bien conocidos son sus desplantes y manotazos en la mesa que terminan con reacciones bruscas.
Lo más destacado que se logró en ese encuentro, en realidad, fue el entendimiento para evitar “accidentes” y choques “involuntarios” entre aeronaves rusas y americanas, que mantienen por separado campañas de ataque al denominado Estado Islámico (ISIS o ISIL por sus siglas en inglés).
Pero Obama no está satisfecho en absoluto. La incomodidad es mayúscula, pues la influencia rusa amenaza con desplazar de plano la de Washington en Medio Oriente. Además, hasta el momento los reportes hablan de la efectividad de los abrumadores ataques de la Fuerza Aérea rusa contra los extremistas islámicos. El Kremlin ha estimado que su campaña militar durará “entre tres y cuatro meses”, por lo que si en este plazo logra mermar al Estado Islámico al punto de casi aniquilarlo, representará una humillación histórica para Estados Unidos, que lleva más de un año bombardeándolo.
Lo que pasa es que en el fondo, a Washington no le incomoda tanto que estos radicales avancen porque le ayudan en su propósito de derrocar al presidente sirio Bashar al-Asad. Así que no es que el todopoderoso ejército estadounidense no haya podido eliminar al Estado Islámico, sino que sólo lo ha “contenido”, aunque en la práctica ni siquiera eso.
Pero como ya dijimos, en el interés americano está antes el sacar del poder al presidente sirio que borrar del mapa a ISIS.
Por ello también El Pentágono ha acusado a Moscú de bombardear objetivos de grupos rebeldes –opositores a Asad, financiados y armados por la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.)-, que “nada tienen que ver” con el Estado Islámico. Pero para el gobierno ruso, no cabe duda de que entran en la categoría de “terroristas”, y con toda su fuerza armada en el terreno, no hay nadie que pueda detener estos golpes contra los opositores. Para decirlo sencillamente, los rusos “agarran parejo”. Igual que los estadounidenses, sus intereses están primero.
Ahora bien, reportes dan cuenta de que aviones de combate americanos y rusos están “rozándose” en espacio aéreo sirio. Turquía –miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)- además ha acusado a Moscú de violar su espacio aéreo. La respuesta rusa fue que ocurrió debido a las “condiciones climáticas”, lo que por supuesto, es falso, pero es un botón de muestra de que las provocaciones de la OTAN en territorio europeo –como el anuncio de enviar 20 nuevas bombas atómicas a Alemania- no quedarán sin respuesta.
Por ello se equivocan quienes piensan que el riesgo de una Tercera Guerra Mundial ha desaparecido. En muchos aspectos, el peligro es ahora más grande.
Un ataque “accidental” de cualquiera de los bancos en el frente de batalla, un avión derribado, etc. podrían desencadenar acontecimientos inesperados. Ojalá que no ocurran, pero como señalamos al principio, es improbable que Obama y sus aliados –en especial los sauditas- se queden cruzados de brazos mucho tiempo. Obama debería desde luego sumarse a los ataques abiertos contra ISIS, pero hacerlo implica seguir a Putin y favorecer sus intereses. Una humillación más en esta partida de ajedrez geopolítico en el que el presidente ruso le ha ganado todas las jugadas. En ello radica su reticencia.
A propósito, Rusia acaba de anunciar que lanzó un total de 26 misiles de alta precisión contra posiciones de ISIS desde cuatro barcos de la Armada de ese país en el Mar Caspio. Dado que durante el curso de estos misiles tuvieron que atravesar espacio aéreo iraní e iraquí, queda de manifiesto la coordinación que desde Moscú se está llevando a cabo en la zona, para molestia adicional de Washington.
El Wall Street Journal dio a conocer que legisladores chiítas iraquíes están urgiendo a Moscú para que lleve a cabo ataques también en su territorio, lo que terminaría por exhibir la debilidad de la influencia estadounidense en ese país.
Si a todo eso le sumamos lo que ha revelado Reuters respecto a la casi residencia del comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní, Qasem Soleimani, en Damasco, capital de Siria, podemos reafirmar lo dicho en este espacio: la salida de Asad del poder se ve más lejana que nunca. Fuentes de Reuters han dicho que fuerzas de tierra iraníes, sirias y de Hezbollah avanzan gracias al apoyo aéreo ruso.
Con un presidente Putin empoderado en Medio Oriente, tropas suyas atacando blancos que se son convenientes y sin que de manera abierta haya (todavía) una respuesta de Estados Unidos y sus aliados, las tensiones aumentarán antes que disminuir en la región. Esperemos que esto no se convierta en una gran bola de nieve. En una guerra, y peor si es a gran escala, todos perdemos. Manténgase atento.