Ayer compartimos en Twitter un interesante enlace de Mining.com que vale la pena comentar. El artículo titulado “Venezuela ready to dump 80 tonnes of gold”, versa sobre la inminencia de que Caracas remate cerca de 80 toneladas (t) de oro de las reservas internacionales para el servicio de su deuda. En total, deberá afrontar pagos por 5 mil millones de dólares antes de fin de año.
Una venta de ese tamaño le daría al gobierno de Nicolás Maduro unos 3 mil millones de dólares.
Venezuela ocupa a la fecha –según el Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés)- el puesto número 16 en el ranking global de tenedores de reservas áureas con 361 t. Sin embargo, sus activos internacionales están en mínimos de 12 años, en alrededor de 15 mil 350 millones de dólares (mdd). El problema es que de ellas, la liquidez real que tienen sería de menos de 500 mdd. Si a esto agregamos los deprimidos precios del petróleo, cada vez les será más difícil allegarse de recursos y cumplir sus compromisos.
Las 361 t de oro venezolanas representan el 67.3 por ciento de sus reservas totales, pero enfrentan un problema: será muy difícil que algún banco tome como colateral un metal precioso que está (se supone) almacenado en Caracas.
Recordemos que el ex presidente Hugo Chávez, ordenó en 2011 la repatriación de 180 t de sus lingotes depositados en bancos de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, principalmente. A la fecha, casi todo el oro venezolano está ya en su territorio.
Lo que en principio es una sabia decisión –pues el oro debe estar siempre en poder de su propietario, o en el peor de los casos, en bóvedas de terceros pero con dominio sobre barras segregadas y específicas-, fue convertido por las políticas intervencionistas del gobierno venezolano en un “suicidio” económico.
El oro es un seguro monetario y el enemigo público número uno del dólar y los banqueros centrales, pero depender en su mayoría de lingotes que en caso necesario no pueden ser vendidos o puestos en garantía con facilidad, puede traer problemas si hay irresponsabilidad financiera. Es el caso de Venezuela, donde por culpa de las políticas del gobierno, tienen una ínfima entrada de divisas que pone al país al borde del precipicio, y empeora cada vez más la escasez de bienes básicos.
Ya en abril pasado Nicolás Maduro firmó un acuerdo con Citibank por un swap de 1 mil mdd en efectivo a cambio de 1.4 millones de onzas (oz.) troy de oro. Ese mes el metal amarillo cotizó en promedio en casi 1,200 dólares la oz., pero en los hechos, Venezuela recibió menos de 800 dólares por oz.
Dada la cada día más debilitada posición para negociar por parte de Maduro –pues reiteramos, el oro estaría en su poder-, es de esperar que las condiciones impuestas por los bancos en caso de un acuerdo similar al comentado, sean aún más duras.
Venezuela es pues, un ejemplo de lo que no se debe hacer.
Sí, todos los países deberían tener la mayor parte de sus reservas áureas en territorio nacional –empezando por México, que en cambio prefiere tenerlas en manos del Banco de Inglaterra y bajo una cuenta donde NO es propietario de lingotes segregados y específicos-, pero todavía más importante que eso es dejar de tratar a la economía como si se tratara de una dependencia gubernamental.
Las leyes económicas no están sometidas a las decisiones ni voluntad de los políticos.
Así que entre más quiera Maduro evitar el colapso con sus órdenes, Venezuela se hundirá más y seguirá perdiendo lo poco que le queda. Por el bien de ese pueblo, esperemos que la pesadilla del socialismo llegue pronto a su fin.