Yo no subestimaría el formidable impacto que un cambio de reglas básicas en el sistema pueda ocasionar sobre la economía toda, al cambio en vez de temerle hay que celebrarlo. Y enfatizo este detalle: gran parte del planeta tierra no vive como nosotros: el cepo es casi una medida incomprensible y tan específica a nosotros, que nos define como argentinos. Si esta joyita de la política monetaria argentina fue así de brillante: ¿por qué entonces el mundo entero no copió esta brillante idea? ¿Por qué USA, Alemania, Francia, Suiza, Japón, Australia, Canadá, Nueva Zelandia, etc. no implementaron en sus propias economías esta joyita de la economía heterodoxa? ¿Se imaginan a Janet Yellen anunciando un cepo cambiario en la economía americana? Qué pedorro todo esto ¿no?
La decisión parecería quedar clara para el próximo Presidente: ¿Cirugía general de entrada para cicatrizar después o sopa fría, pan duro y una vieja y repetida sanata para los próximos cuatro años? Dada la sorpresa electoral de octubre, el primer escenario es altamente el más probable. ¿Cuál sería el tipo de cambio de equilibrio del Peso Argentino si el cepo se liberase sentando las bases para una agresiva entrada de capitales al país?
A diferencia de lo que muchos están sugiriendo, la liberación del cepo no implicaría necesariamente una mega-devaluación ni pérdida abrupta de reservas, que by the way, casi ya no tenemos. Si la liberación se acompañase de una serie de medidas pro-mercado, podría paradójicamente ocasionar un círculo virtuoso de apreciación cambiaria e incremento de reservas y esto lo digo reconociendo que hay formas de bajar la brecha efectiva sin necesidad de mega-devaluar. En un contexto internacional de tasas colapsadas y exceso histórico de liquidez, si de golpe le damos al mundo una razón para comprar masivamente activos reales argentinos: ¿qué tal si al eliminarlo con shock de expectativas y cambios estructurales simultáneos e inmediatos, el Peso en vez de irse a 20 se aprecia?
Yo no subestimaría a un mundo ansioso de encontrar la próxima perla de emergentes y reciclar la montaña de dólares que está dando vueltas por el mundo rindiendo nada. Una cosa es la liberación del cepo sin generar confianza a la entrada de capitales y otra muy distinta es la eliminación del mismo en un contexto de shock positivo de expectativas: dos mundos diametralmente opuestos ante un mismo evento con niveles de tipo de cambio potencial de equilibrio totalmente distintos y consecuencias para la economía real ortogonalmente opuestas.
Parecería razonable esperar un plan de cambio global, agresivo y simultáneo en los primeros 100 días de gobierno poniendo como prioridad absoluta la eliminación del cepo cambiario sustentado en la recreación de expectativas positivas. El próximo Presidente debería olvidarse del modelo actual, barajar totalmente de nuevo y shockear muy rápido a la economía argentina con una serie de medidas simultáneas que nos saquen del estado actual de estancamiento económico y nos lleven a un sendero de expansión. El próximo Presidente debería estar haciéndose las siguientes cuatro preguntas y la ciudadanía argentina debería estar pensando al respecto: ¿Cómo y cuándo salimos del default?, ¿Cómo liberamos el cepo cambiario?, ¿Cuál será la forma de la curva de yields en la próxima gestión? ¿Cómo redefinimos nuestra política fiscal y monetaria? Me pregunto: ¿se discutirá algo de esto en el debate?
Se necesitan ajustes inmediatos en varios frentes: cambiario, fiscal, monetario, endeudamiento. Sería muy relevante que la ciudadanía argentina comprendiese qué impactos tendría para el país por ejemplo, aplanar la parte larga de la curva soberana de yields con un shock de confianza basado entre otras cosas en apertura de la economía y disciplina fiscal y monetaria. Queda claro que la tendencia alcista de activos argentinos está intacta, el mundo está ansioso de confiar nuevamente en Argentina y no lo hacen “por buenos” sino porque la razón es obvia: en un mundo en donde sea hace difícil encontrar algo aceptable que rinda 3%, la curva de renta fija argentina ronda el 8% y el équity promete retornos muy superiores: una uva caída del cielo que nadie quiere perderse, dadas ciertas condiciones básicas.
Si el próximo gobierno optase por un cambio global y simultáneo, sentaría las bases para recolectar las bondades de un sistema económico que quede liberado del esquema infinito e incomprensible de restricciones actuales y prepararía al sistema para un rally de la economía real con consecuencias muy positivas en el nivel de empleo. Argentina necesita reducir su déficit fiscal, implementar una política anti-inflacionaria contundente, interrelacionarse nuevamente con el mundo y mercados financieros, liberar el cepo o sea, cambios que no implican reinventar la rueda pero con amplios impactos económicos. Cambiar rápido y recolectar después, probablemente sea uno de los planes de acción a considerar por el próximo gobierno, en mi opinión el único posible, aun cuando nadie lo diga todavía. Y comento algo obvio: cambiar no tiene por qué ser una mala noticia, lo aclaro porque vivimos en un país en donde lo obvio debe explicarse.
Bien usada esta vez, la deuda puede ser un amortiguador de los ajustes que probablemente deban implementarse en la economía argentina si lo que queremos es llegar a un equilibrio con estabilidad de precios y empleo sostenible minimizando costos sociales. Argentina podría acudir a los mercados de deuda y utilizar el endeudamiento como una herramienta temporaria que descomprima el escenario actual sentando las bases para repagarla razonablemente a mediano plazo una vez que la economía traccione. Con una reducción del déficit fiscal, el endeudamiento temporario bien puede ser el amortiguador al resto de los ajustes (y que quede bien claro, digo TEMPORARIO, no estoy insinuando endeudar por siempre y sin capacidad de repago, porque esa ya la vimos).