Hace casi dos meses decíamos en este espacio que el hecho de que aviones militares de diversos países se estuvieran cruzando en territorio sirio para combatir al Estado Islámico, era extremadamente peligroso. Dijimos que cualquier "accidente" bajo el cual se produjera un derribo, podría tener consecuencias insospechadas. Ese día llegó pronto, y lo peor, es que no se debió a un hecho fortuito sino deliberado: un avión F-16s turco derribó a un bombardero táctico ruso SU-24.
Ankara se justifica diciendo que la aeronave rusa violó su espacio aéreo, algo que Moscú descarta por completo. El propio presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo que después de cinco minutos hicieron 10 advertencias al piloto, pero no hubo respuesta satisfactoria. No obstante, de acuerdo con Reuters, una fuente militar estadounidense afirma que la “violación” del espacio aéreo habría durado sólo “unos segundos” según datos preliminares.
La ocasión es propicia para recordar que el propio Erdogan dijo en 2012 que “una violación de fronteras de corto plazo no puede ser nunca pretexto para un ataque”, al referirse al derribo de un F-4 Phantom turco por parte de Siria.
De modo que incluso si en efecto la aeronave rusa atravesó el extremo sur de Turquía, hay razones de fondo que empujaron a Erdogan a ordenar el derribo con anticipación. Entre ellas cuente el respaldo pleno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –alianza de la que es miembro-, pues sin éste, Erdogan no se hubiese atrevido a enfrentar a Rusia de forma tan desafiante. Es por completo impensable que la cúpula de la OTAN no tuviera conocimiento previo de que esto sucedería. De hecho, dadas las circunstancias en que se presentó el derribo, no hay duda de que fue una acción premeditada: “cazaron” al bombardero ruso.
¿Por qué están molestos Turquía y la OTAN? Por varias razones. Por ejemplo, Ankara solicitó esta semana al Consejo de Seguridad de la ONU una reunión por los ataques de tropas rusas contra rebeldes turcomanos en Siria.
Los bombardeos de Moscú han sido en apoyo a las fuerzas de Bashar al- Asad, pues como aquí le he comentado, Rusia tiene interés en destruir al llamado “Estado Islámico” (ISIS o ISIL por sus siglas en inglés) tanto como mantener al presidente sirio en el poder. La razón es que sirve a sus intereses geopolíticos. Mantener a raya a sauditas y cataríes en su intento por construir ductos hacia Europa, es crucial. Ello implica también enfrentarse a los rebeldes turcomanos, apoyados y armados por Erdogan y los aliados.
De ahí que los rusos bombardeen con intensidad a los rebeldes opositores al régimen de Damasco, al entrar en su categoría de “terroristas”.
Así que el caso del SU-24 tiene toda la pinta de un desquite y no hará más que escalar las tensiones entre Occidente y Rusia, así como sepultar toda posibilidad de una “unión de fuerzas” contra los yihadistas.
El presidente ruso Vladimir Putin dijo que el derribo de su avión era una “puñalada en la espalda” por parte de “cómplices” de los terroristas. Y es que se sabe que ISIS obtiene una parte importante de su financiamiento vía la venta de petróleo en el mercado negro, y Putin acusa a los turcos de hacer negocios con el crudo de ISIS.
¿Habrá molestado a Turquía que Rusia destruyera la semana pasada 500 camiones-tanque que transportaban petróleo ilegal a Irak para su procesamiento? ¿Por qué será que Estados Unidos tiene consideraciones con ese mismo tipo de vehículos, a cuyos choferes les advierte con volantes 45 minutos antes que serán destruidos?
Como hemos sostenido antes, la OTAN no ve con tan malos ojos a ISIS porque son enemigos útiles para derrocar a Asad, y viejos amigos de la CIA.
Sea como sea, hay un antes y un después del derribo del SU-24 ruso. El riesgo sigue latente para una escalada del conflicto a una dimensión mayor. Alguien del lado de Occidente parece interesado en sabotear cualquier intento de “unión” de fuerzas contra el “Estado Islámico”. Moscú tendrá que apechugar por el momento, pero que nadie espere que el “oso” ruso soporte por mucho tiempo las provocaciones sin pagar las consecuencias.