Existe una manía en nuestro país con favorecer a los nuevos clientes en vez de hacerlo también con los ya existentes, que en definitiva han mostrado confianza y fidelidad. Claro, de poco sirve ofrecer buenas ventajas a las personas que se hagan nuevos clientes si por otra parte vamos perdiendo otros clientes por no saber fidelizarlos.
En el tema de los autónomos, sucede algo parecido. Se incentiva con la tarifa plana a aquellas personas que crean una empresa, pero por otro lado se incrementa la carga fiscal de los autónomos que llevan siéndolo tiempo. Una de cal y otra de arena. Y es que el gobierno va a subir la base mínima de cotización en un 2%, concretamente se situará en los 875,70 euros.
Ya saben, un incremento de la cuota mensual que se paga sobre dicha base mínima, que pasa de los 257 euros a los 261 euros. Sí, lo se, no debiera de suponer una carga enorme ese incremento, pero el caso es que se sube, y ya saben que una subida de aquí (luz, agua), otra subida de allí (IBI, tabaco, alcohol) va sumando como granitos de arena hasta hacer una playa si nos descuidamos.
Y el argumento para justificar esta subida no es otro que el hecho de que el autónomo ha de hacer un esfuerzo adicional para financiar su pensión futura.
El problema es que se pretende cambiar el cómputo del cálculo de la pensión del autónomo, con lo que ya no contarían los últimos 15 años sino toda la vida laboral. Y no hablemos de que por el aumento de la esperanza de vida y el tema del prorrateo, el dinero a recibir el día de mañana será menor, con lo que se paga más y se recibirá menos.
Todo un escenario desalentador para el autónomo, que juega un papel crucial en la economía, creando puestos de trabajo y riqueza. En fin…