Uno de los problemas más graves a los que se va a enfrentar España durante las próximas décadas será el de las pensiones públicas. Este problema deriva de la confluencia de tres fenómenos explosivos: el primero es la bomba demográfica (el número de personas en edad de trabajar va a ir reduciéndose progresivamente hasta un máximo de 15 ó 16 millones, mientras que el de pensionistas aumentará hasta esas mismas cifras); el segundo es la elevada tasa de sustitución actual (las pensiones medias representan cerca del 80% del suelo medio de un trabajador durante toda su vida actual o del 60% del sueldo medio actual); y tercero, la muy escasa presencia del ahorro privado complementario (España es uno de los países de la OCDE donde el ahorro privado para la jubilación es menor relevante).
La tragedia se masca así: el progresivo invierno demográfico irá inexorablemente erosionando la tasa de sustitución sin que exista ahorro privado complementario que permita minimizar el golpe. Dicho de otro modo, dentro de varias décadas, los jubilados van a tener que conformarse con pensiones medias mucho más reducidas con respecto a los sueldos medios que habrán venido percibiendo durante sus vidas laborales. Fijémonos en que no estoy pronosticando que las pensiones del futuro vayan a ser, por necesidad, más bajas en términos absolutos que las actuales: en efecto, si durante las próximas décadas aumenta la productividad, podremos abonar pensiones medias superiores a las de hoy. Lo que indefectiblemente sí sucederá, por culpa del declive demográfico que nos conduce a una tasa de cobertura de un cotizante por pensionista, es que la pensión media sí se reducirá en relación con el salario medio (tasa de sustitución), de forma que la entrada en la jubilación supondrá un fuerte hachazo en la calidad de vida de los españoles que carezcan de ahorro propio.
Ante este espantoso escenario, ¿cuáles son las recetas postuladas por nuestros políticos en sus diversos programas electorales? Como en breve podremos comprobar, en general los partidos no están buscando soluciones para el largo plazo: su interés es captar el voto de los pensionistas actuales y, por tanto, lo que vaya a sucederles a los pensionistas del futuro les importa entre poco y nada.
Partido Popular: sin cambios relevantes en el horizonte
En materia de sostenibilidad de pensiones, el PP propone esencialmente dos recetas: la primera, potenciar el ahorro privado de las familias a través de planes de empresa fiscalmente deducibles; la segunda, incentivar el alargamiento voluntario de la edad de jubilación (mediante la exención del pago del IRPF).
La primera es una promesa todavía vaga y sin perfilar que, según cómo se articule, podría ser positiva en tanto en cuanto contribuye a la gestación de un fondo de ahorro privado al que poder recurrir conforme se vayan deteriorando las pensiones futuras. Sin embargo, no olvidemos que ha sido el PP quien ha recortado prácticamente a la mitad las deducciones en el IRPF por aportaciones a planes privados de pensiones.
La segunda promesa, sin ser crucial para el futuro financiero de la Seguridad Social, sí está más perfilada y es una buena idea que apenas acarrea coste recaudatorio alguno: incentivar a las personas a que se jubilen más tarde por la vía de eximirles de pagar IRPF no supone menores ingresos para el Estado (dado que la gente que se habría jubilado no generaría rentas gravables) y sí conlleva importantes ahorros (las pensiones públicas no pagadas). Eso sí, la medida debería quedar restringida a los trabajadores del sector privado: eximir a los empleados públicos de pagar IRPF si siguen ocupando su plaza sí conllevaría un aumento de costes (más años de altos sueldos públicos sin siquiera recuperar pare de ese sueldo a través del IRPF).
Con todo, parece bastante obvio que ninguna de las dos medidas resuelve verdaderamente los defectos estructurales del sistema público.
PSOE: sostenibilidad vía impuestos
El PSOE promete lograr la sostenibilidad del sistema de pensiones incrementando los ingresos del Estado por vías muy diversas: elevar gradualmente las bases máximas de cotización, obligar a los autónomos a cotizar por sus ingresos reales y crear un tributo finalista al margen de la Seguridad Social.
La vía fiscal es, sin embargo, una vía con escaso recorrido: si en la actualidad quisiéramos mantener una tasa de sustitución del 60% del sueldo medio con una relación de 15 millones de pensionistas y 15 millones de cotizantes, necesitaríamos incrementar los ingresos del Estado en alrededor de 10 puntos del PIB (unos 100.000 millones de euros). Suprimir los límites máximos a las bases de cotización y obligar a los autónomos a cotizar por sus ingresos reales podría llegar a proporcionar, en el mejor de los supuestos, unos 25.000 millones de euros, de modo que el impuesto finalista debería recaudar 75.000. Pero 75.000 millones de euros es casi un 50% más de lo que recauda hoy el IVA o lo mismo que se obtiene por la totalidad del IRPF, de modo que parece poco verosímil que pueda solventarse el futuro agujero de las pensiones por una vía exclusivamente fiscalista.
Al contrario, las promesas de aumentar los impuestos para mantener las pensiones no son más que una cortina de humo para no afrontar los problemas estructurales de la Seguridad Social.
Ciudadanos: hacia unas pensiones nórdicas
Ciudadanos, fiel a sus principios de socialdemocracia moderna, promete impulsar la transición de nuestro sistema de Seguridad Social a uno equiparable al de otros países europeos. Pero, ¿en qué se diferencia el sistema español del de otros países europeos? El propio programa de Ciudadanos nos da dos pistas: transparencia para conocer qué pensión hemos devengado y flexibilidad para decidir —en función de la pensión devengada hasta el momento—cuándo jubilarnos. En otras palabras, Ciudadanos propone trasladar a España el sistema de cuentas nocionales de Suecia.
Ahora bien, tengamos presente que el sistema sueco también se basa en adoptar una tasa de sustitución del sistema público que es la mitad que la española y que se ve compensada por un sistema de pensiones privado de contribución obligatoria. ¿Pretende Ciudadanos importar asimismo esas características que vuelven sostenible el sistema sueco? Si es así, sería deseable que lo anunciara lo antes posible para que los españoles pudieran adaptarse con tiempo al nuevo escenario previsional.
Podemos: pensiones asistenciales para todos
Por último, las propuestas de Podemos se asemejan mucho a las del PSOE pero yendo todavía más allá: su intención declarada es fomentar una jubilación “colectiva de carácter público frente a la individual”. Dicho de otra forma, lejos de fomentar el ahorro privado complementario que permita compensar el futuro desplome de la tasa de sustitución ante el declive demográfico, Podemos propugna el arrinconamiento de los sistemas de pensiones privados. Por ello, la formación morada defiende suprimir todo beneficio fiscal al ahorro previsional privado.
Claro que, en ausencia de ahorro privado complementario, ¿cómo afrontar el expansivo agujero de las pensiones públicas? En este caso, y como decíamos, sus planes son prácticamente calcados a los del PSOE: eliminar los límites a las bases de cotización a la Seguridad Social y crear un nuevo impuesto finalista. Pero, al igual que ya comentamos con los socialistas, la solución tributaria no basta ni lejanamente para mantener la actual tasa de sustitución en un entorno de declive demográfico: por tanto, estamos ante meros parches para ocultar las cada vez más evidentes grietas.
Ahora bien, Podemos no busca sólo ocultar esas grietas, sino que pretende multiplicarlas: el partido de Pablo Iglesias promete rebajar la edad de jubilación a los 65 años, eliminar la última reforma de las pensiones (incluyendo la desindexación del IPC) e incrementar las pensiones no contributivas. Es decir, no sólo no solventan el boquete financiero del actual sistema público, sino que pretenden amplificarlo.
En realidad, la exacerbación de la insostenibilidad del sistema público contributivo, la marginación del sistema previsional privado y la potenciación del esquema no contributivo sólo nos conduce a un escenario: la progresiva adopción de un sistema de pensiones asistencial donde todos los ciudadanos cobren una pensión (cicateramente) similar con independencia de cuánto hayan cotizado durante su vida laboral. Igualitarismo previsional público a la baja como remedio final.
Conclusión
Ningún partido plantea soluciones verdaderas para el grave problema al que se va a enfrentar nuestro sistema de pensiones público en las próximas décadas. Sin embargo, entre los programas sí se esbozan dos líneas de actuación diferenciadas: mientras PSOE y Podemos proponen más impuestos, PP y Ciudadanos parecen apostar por una incorporación progresiva de sistemas de ahorro privado complementarios (a imagen y semejanza de lo que sucede en el norte de Europa). Evidentemente, esta segunda opción es muy preferible a la primera, pero las tímidas y vagas reformas recogidas en los programas de PP y Ciudadanos están muy alejadas de suponer un cambio radical e integral en esta dirección. Por consiguiente, dos partidos quieren llevarnos en la mala dirección y otros dos se contentan con dar un único y timorato paso en un larguísimo y complicado camino.
Conclusión: no confíe en que los políticos le vayan a arreglar su jubilación y empiece a planificar su futuro al margen del sistema.