Tras alertar hace dos semanas de que el Eurostoxx parecía estar mirando demasiado al abismo, nuestro comentario de hace siete días se centraba en el desplome que están viviendo las materias primas y, en particular, en la fortísima caída de una de las mineras más tradicionales, Anglo American, cotizada en la Bolsa de Londres.
Nos preguntábamos en ese último comentario si era ya el momento de comprar mineras o materias primas en general y decíamos que, a nuestro juicio, sí lo es, pero sabiendo que puede todavía quedar una última pata a la baja. Si bien recomendábamos comprar más bien acciones de Rio Tinto o de Antofagasta, acciones que, a pesar de haber sufrido recortes la semana pasada, se han comportado bastante mejor que Anglo American.
Pero la crisis de las materias primas no acaba en ellas, sino que tiene efectos de transmisión (spillovers) muy claros sobre el resto del mercado. Una muestra es lo que está pasando con el S&P, el indicador bursátil global por excelencia, que exhibe una gran debilidad cada vez que el precio del petróleo cae, lo cual está impidiendo, al menos por el momento, que este año las Bolsas disfruten del tradicional y esperado "rally" de Navidad.
El pasado viernes, en la sesión de cierre semanal, cuando los futuros del crudo ligero WTI (West Texas Intermediate) perdieron los 35 dólares, el S&P empeoró de forma inmediata, y al final de la sesión los futuros del principal índice americano y global cerraron perdiendo la simbólica cota de los dos mil puntos. En concreto, en 1.994 puntos.
Podemos discutir mucho sobre las causas de esa "correlación" entre las Bolsas y las materias primas, y sobre si es o no lógico que las Bolsas sigan tan fielmente al petróleo como lo están haciendo en las últimas semanas. Al empezar el año, la idea era que un petróleo barato favorece a las Bolsas de las economías desarrolladas, al bajar los costes de la energía de las empresas, y por eso en parte las Bolsas europeas subieron tanto en el primer cuatrimestre. Pero hoy se percibe que al final los bajos precios del petróleo y de otras materias primas producen efectos laterales no deseados, como por ejemplo la contracción de la demanda en los emergentes que exportan materias primas o el default de empresas energéticas que se han financiado a través de bonos "high yield". La liquidación de tres Fondos de bonos de alto riesgo en la última semana es un ejemplo claro de esos problemas.
Lo cierto es que, por la razón que sea, el S&P no es capaz de volver a los máximos anuales y, además, ahora amenaza, tras perder los dos mil puntos, con una corrección bastante más seria. Algunos analistas técnicos dicen que si el S&P rompe los 1.994 puntos podría tener una caída adicional hasta los 1.871 puntos que marcaron los bajos de septiembre.
Tomando prestada una expresión de una película de moda, que se estrena estos días, podríamos decir que la "fuerza" no acompaña al S&P, que, como decíamos en nuestro Gráfico del pasado 15 de junio de 2015, está formando un largo techo redondeado, en la banda entre 2.050 y 2.100 puntos, sin acabar de romper al alza ese techo.
Este tipo de situaciones se resuelve al final rompiendo en uno de los dos sentidos. Como decíamos en nuestro Gráfico semanal del pasado 12 de octubre de 2015, los pequeños terremotos de agosto y septiembre, a los que ahora deberíamos añadir los de diciembre, nos mueven a pensar que en el medio plazo el S&P puede sufrir una corrección mucho más seria, por lo que nos sigue pareciendo una buena idea vender futuros del S&P o su equivalente, vender opciones call, a partir de los niveles de 2.050. Pero a muy corto plazo, en las pocas sesiones que quedan del año, pensamos que lo normal es esperar una cierta consolidación o incluso ligera subida respecto a los niveles actuales.
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GRÁFICO DE LOS FUTUROS DEL S&P EL ÚLTIMO AÑO