Esta es la segunda y última entrega de esta serie sobre lo que podemos esperar en el mercado del oro y la plata, el dinero real, y que es síntoma de la enfermedad económica que padece el mundo entero. Para la primera parte ver "2016: ¿Qué le espera al oro y la plata?"
En el artículo aludido dijimos que desde 2011 la dupla de metales preciosos monetarios ha sufrido una corrección (baja) mayor que fue retomada luego de un rebote que elevó los precios a principios del año pasado.
Expusimos que dos son las causas fundamentales de su desplome de precios. La primera y más importante es la manipulación del mercado. Se deprimen las cotizaciones de forma encubierta por medio de ventas masivas de “oro” de papel (derivados) en horas del mercado donde hay bajo volumen de operaciones. Los precios terminan por no reflejar la altísima demanda de metal físico que se observa. Esto es fácilmente comprobable en las estadísticas de demanda física y en la “backwardation” (inversión de la curva de futuros que ocurre cuando el precio spot es más alto que el del contrato activo) que sigue presentando el mercado.
Dar apariencia de que el dólar es mejor que el oro es crucial para los poderes que quieren que esa sea la divisa de reserva global por siempre, lo que en los hechos les da el poder de crear todo el dinero que quieran de la nada.
Esos mismos poderes son aquellos que, a través de los medios occidentales que controlan, no dejan de minimizar los avances de China, como el de haber logrado insertar su divisa en la canasta de monedas de los Derechos Especiales de Giro del FMI. Este cambio, por cierto, entrará en vigor también en 2016.
Tampoco se dice casi nada acerca de la acumulación descomunal de oro que los chinos están llevando a cabo desde el inicio de la crisis de 2008-2009. La suerte del dólar ya está echada, pues la regla dorada es invulnerable: quien tiene el oro pone las reglas. La enorme transferencia de riqueza y poder hacia Oriente que ocurre ante nuestros ojos es tal, que sólo los desinformados no la ven.
Dicho lo anterior, es momento de dar paso a la segunda razón fundamental para la caída de precios del oro y la plata –que se deriva de la primera-: la manipulación a la baja de las tasas de interés y las rondas de “flexibilización cuantitativa” (QE, por su abreviatura en inglés) de la Reserva Federal (Fed) estadounidense.
Y es que contrario a lo que analistas basados en teorías erróneas –monetaristas y keynesianos- esperaban, los estímulos monetarios NO crearon la inflación que tanto querían. Cuando esto fue evidente hacia 2011, las materias primas en general comenzaron a colapsar.
Como de forma correcta lo explicó la Nueva Escuela Austríaca de Economía –fundada por el Prof. Antal Fékete-, las operaciones de mercado abierto de la Fed sólo terminaron por alentar la especulación en el mercado de bonos, una estructura descendente de la tasa de interés y la inflación en activos. El resultado de aniquilar el ahorro y de inflar burbujas en mercados alrededor del mundo –desde divisas, bienes raíces, bonos “basura”, etc.- no ha sido otro que el de la erosión del capital y la acumulación exponencial de deuda. Esta mortífera combinación predispone una “Gran Deflación” –como la ha llamado Fékete- que tendrá consecuencias devastadoras para toda la humanidad.
¿Quién quiere arriesgar su dinero en el especulativo mercado de materias primas, cuando se pueden tener “ganancias sin riesgo” en mercados que se inflan de manera intencional y artificial?
La salida de capitales del mercado de materias primas ha agravado –y lo seguirá haciendo-, el desplome de precios.
Lo que muchos no saben es que si el oro es necesario en inflación, es indispensable en deflación. Ello porque la destrucción de “riqueza” asentada en las hojas de balance de los bancos conduce a un interminable efecto dominó de impagos y quiebras. El rey de los metales y la plata físicos, en cambio, permanecen incólumes. Para desgracia de sus detractores, no pueden desaparecerlos de un plumazo.
En este contexto, ya que por el momento hay una incipiente “normalización” de la política monetaria de la Fed –con el alza de 0.25% de sus tasas de interés ocurrida la semana pasada- mientras la economía mundial se desacelera y bancos centrales como el Europeo y el Chino continuarán sus estímulos, las burbujas seguirán reventando. Asimismo, otros bancos centrales como el propio Banxico continuarán liquidando reservas para tratar de apuntalar sus debilitadas divisas.
De este modo, lo que antes infló la Fed –con sus bajas tasas e inyección de liquidez- ahora se le revierte con el efecto contrario al deseado: fortalecimiento del dólar. El “tsunami” de liquidez que primero salió cortesía de la Fed, ahora vuelve a casa. Es por eso que la divisa estadounidense podría inflarse en burbuja en el futuro próximo. El proceso se acelerará una vez que llegue la siguiente inevitable recesión.
Ante este escenario, aunque habrá rebotes que servirán para que los especuladores profesionales saquen provecho, en el fondo se “cocina” una histórica oportunidad de compra para el oro y la plata. Si el dólar sube, el oro, la plata, etc. seguirán en números rojos, pero como explicamos en el artículo anterior, es el agotamiento de existencias de metal precioso físico –manifestada en la “backwardation” del mercado-, la que marcará el toque de fondo. El oro disponible se “acaba”.
2016 entonces, podría ser la última gran oportunidad de subirse al “tren” del oro y la plata.
Todas las burbujas revientan, sin excepción. La del dólar será la madre de todas las burbujas y, cuando estalle, el mundo habrá cambiado para siempre. Será el oro el que por las imbatibles fuerzas del mercado, vuelva a ser centro del sistema monetario global.
China, nueva máxima potencia del siglo XXI, será el nuevo protagonista que establecerá las reglas del juego económico y del comercio universal, de la mano del oro. Más vale estar en el mismo tren.