Una de las iniciativas de alto interés estratégico en el campo del comercio internacional, y que dará muy posiblemente bastantes disputas entre los países y regiones, es la configuración de la nueva geografía económica global y las negociaciones mega-regionales, que vinculan las principales redes de producción mundiales: Europa, América del Norte y Asia.
Precisamente, varias negociaciones mega-regionales se encuentran modificando el panorama del comercio internacional. Destacan en ese plano el Acuerdo Transpacífico de Asociación (TPP), el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión entre Unión Europea y Estados Unidos,la Asociación EconómicaIntegral Regional (que involucra a los 10 miembros dela ASEANmás Australia, China, India, Japón, Nueva Zelanda y República de Corea) y los TLC China-Japón-República de Corea y Unión Europea-Japón. Todas estas iniciativas apuntan a crear grandes espacios económicamente integrados, tanto regionales (Asia) como transatlánticos (UE-EE.UU.) y transpacíficos (AL-Asia).
Estas mega-negociaciones incluyen además, siguiendo el informe, temas no regulados por la Organización Mundial del Comercio y que son importantes para las redes internacionales de producción. Su agenda temática se va haciendo cada vez más sofisticada, buscando armonizar las reglas mediante las cuales operan las distintas redes de producción para facilitar las operaciones de las empresas multinacionales presentes en América del Norte, Europa y Asia.
Las negociaciones mega-regionales en curso probablemente tendrán un fuerte impacto en la distribución geográfica y la gobernanza de los flujos mundiales de comercio e inversión en los próximos años. La magnitud de estas iniciativas podría implicar que hacia el año 2020 se haya producido una verdadera redefinición de las reglas del comercio internacional. Hasta ahora, esta redefinición se realizaba al margen de la OMC y sin abordar algunos de los temas pendientes en la agenda comercial y que eran los que más interesaban a los países en desarrollo.
De acuerdo con el documento, producto de estas negociaciones entre los países de la región, además de una desviación en los flujos de comercio e inversión, podrían enfrentar algunas restricciones en el acceso a las oportunidades de conocimiento e innovación que proveen las nuevas tecnologías. Ello, en caso de primar las posturas que hasta ahora se conocen de parte de los lobbies respectivos en las principales economías centrales.
El fenómeno del mega-regionalismo plantea el desafío de mejorar la calidad de la inserción económica internacional en los países de la región, a lo que ayudaría la gestación de redes de producción subregionales y el avance hacia políticas industriales plurinacionales. Para ello, se examina el potencial de algunas redes subregionales de producción y se sugieren políticas que pongan en el centro de la integración regional el aprendizaje sobre clusters y políticas industriales de reciente aparición.
Sin duda, todo esto representa un enorme y desafiante nuevo reto para América Latina que, recordemos, cada vez más se distingue porque los países avanzan a ritmos diferentes, lo que indica un nuevo mapa regional del crecimiento y la inserción internacional.