Hasta hoy, una de las sensaciones más desagradables en mi vida era cuando te despierta el móvil en la mesilla de noche de una habitación de hotel y necesitas esos primeros segundos para situarte: ¿qué hotel, qué ciudad, etc? Sinceramente, la experiencia de ayer fue aún más desagradable. Lunes, primer día hábil del 2016, miro las cotizaciones de los principales mercados financieros y observo cómo la bolsa en Europa empieza cayendo cerca del 3%, Alemania un -3.6%, Japón un -3% y, cómo no, China siempre más (para lo bueno y para lo malo), se deja un -6.9% (en el Shanghai-B) y -5.4% (en el Shenzen-B). Por cierto, deben saber que en este mercado se iba a levantar la prohibición de venta de acciones por parte de los grandes players (lo que sin duda exacerbó las caídas). ¿Les describo la expresión de mi cara tras mis primeros 30 minutos de trabajo en el 2016? Solo les diré que me entraron ganas de perderme en el tranquilo mundo francés de provincias y dedicarme a la producción del queso artesanal.
Dicho esto, debo confesarles que el sábado, cuando leía que las autoridades de Arabia Saudita decidieron ejecutar al clérigo chií Nimr al Nimr ya tuve una sensación de presagio de que esto traería consecuencias graves en las ya de por sí tensas relaciones entre los dos gigantes de Oriente Medio (Irán y Arabia Saudita), y por supuesto consecuencias nada buenas para los mercados. Efectivamente, en 24 horas, ambos países habían roto todo tipo de relación bilateral, cruzando amenazas de lo más folletinesco, por decirlo de alguna manera, y eso se extendía a toros países (Sudán anunciaba que cortaba relaciones con Irán, Bahrain y los Emiratos Árabes Unidos reducían su representación diplomática con Irán, etc.). Ciertamente, el domingo esto ya pintaba muy mal.
¿Por qué los mercados reaccionaron tan negativamente?
Supongo que por lo mismo que preocupa a los entendidos sobre Oriente Medio, a los que llevo consultando dos días. Esto es, una escalada de tensión a nivel de toda la región entre el mundo chií y sunní (representados por Irán y Arabia Saudita). Ante esta dinámica que presenciamos durante el fin de semana en la región, el temor del mundo de las finanzas se centró en el riesgo real de una remodelación desordenada del mapa en Oriente-Medio. En pocas palabras, una revuelta chií en la península arábiga (como así tuvo visos de ocurrir durante el domingo y el lunes). ¿Por qué es esto tan preocupante? Explicaba (el siempre reflexivo) Charles Gave, que el Este de la Península Arábiga ha estado bajo el control de la minoría saudí desde 1913, y se da la circunstancia de que en esta parte de la Península se encuentran los campos de explotación petrolífera y también las terminales de exportación, y que el problema es que estos pozos y terminales se encuentran en el “lado malo” del estrecho de Ormuz. Concretamente en el lado que se adentra en el Golfo Pérsico, que como bien indica su nombre, es una región mayoritariamente de etnia Persa (no Arábiga). Una población que no ha sido “mimada” precisamente por los saudís durante los últimos 100 años (siempre según expertos), lo que significa (según apunta el autor) que podrían ser fácilmente partidarios (e integrantes) de cualquier esfuerzo conjunto Ruso-Iraní (por cierto, muy proactivos últimamente) para desestabilizar la región. Fíjense que se trata de un punto geográfico de mayor relevancia económica, pues por el estrecho de Ormuz pasa el 35% del petróleo comercializado por mar, que es el 20% de todo el petróleo consumido en el mundo. En pocas palabras, el control del estrecho de Ormuz supone el control del precio mundial del petróleo.
Claro, las miradas se alargaban hacia el posible escenario de revuelta chií y control por parte de éstos de la producción de crudo saudí. Ello conlleva la gran influencia que Irán podría ejercer sobre esta actividad, que a su vez es el gran aliado de Moscú, quién no pretende sino poner el petróleo en la senda de los US$200 (pues, no nos engañemos, representa su única fuente de renta real, tras una década perdida de reformas inconclusas).
¿Está justificado el temor de los inversores ante una escalada de tensión entre Irán y Arabia Saudí?
Si lo que me preguntan es si este escenario puede darse, la respuesta obvia es que obviamente no lo sé. Pero el mero hecho de que los medios hablen de un conflicto Irán – Arabia Saudí, trae a la memoria de los inversores épocas como la vivida en 1973, en la que tras la guerra Arabo-Israelí, el crudo subió más de un 100% y los mercados de renta variable se hundieron cerca del 50%. Por lo tanto, sí. Se podría justificar el temor. Pero éste podría ser un temor pasajero.
¿Cómo afecta todo esto a nuestras estimaciones para los principales mercados?
Los hechos acaecidos este fin de semana en Oriente Medio son de naturaleza impredecible. Nadie sabe lo que puede pasar en este campo. Pero la estadística, y no sé hasta que punto nuestra esperanza, hacen que nos inclinemos a pensar que todo este asunto se normalizará (al menos, las dos firmas independientes con las que trabajamos –con gente mirando los asuntos de Oriente Medio todo el día- nos informan minuto a minuto de lo que se hace o se dice en la región, y en las últimas horas no hemos leído nada “realmente grave”. Adicionalmente, mi amigo Mora me susurró ayer que probablemente no pase nada. Una opinión mas –en este caso, cualificada-).
Por lo tanto, de momento, dejaríamos nuestros precios objetivos para los mercados en stand-by (estables), ya que el resto de economías, y en ausencia de sobresaltos geopolíticos, no nos preocupan en demasía.
Miren (y para concluir), el mundo de las finanzas se mueve hoy entre dos escenarios antagónicos y meridianamente opuestos. El primero (al que llamaremos “Escenario Malo”) se reduce a lo siguiente:
· una China que se desmorona,
· + una economía USA que decepciona notablemente
· + unos efectos financieros del colapso en materias primas que trasciende y va mas allá de empresas de minería y energéticas.
Por el contrario, el segundo escenario (al que llamaremos “Escenario Suficiente”) se resumiría en las siguientes hipótesis:
· Una China que sale del paso de sus reformas, con un crecimiento decreciente pero decente (del 6%)
· + una economía USA que se las arregla para mantenerse alrededor del >2.5% en PIB
· + una economía Europea que logra mantener el ritmo ascendente en actividad.
Quién apueste por el “Escenario Malo” debe vender Equities y comprar Treasuries + JGBs (al parecer, el lunes, los inversores apostaban por esto. Quizá arrastrados por las noticias desde Oriente-Medio).
Quién apueste por el “Escenario Suficiente” debe comprar Equities (value) preferiblemente en Europa y Asia, y vender todo tipo de deuda AAA.
Soy consciente de que el inicio de año no ha sido un buen comienzo para nuestras previsiones (un trabajo, este mío, nada agradecido). Y aunque los riesgos para ambos escenarios parecen equilibrados a día de hoy, si consideramos un periodo tiempo de un año en su conjunto (y no el primer día de cotización), pienso que las opciones para el “Escenario Suficiente” son sólidas. Al fin y al cabo, 2/3 de los PMIs manufactureros globales aumentaron en diciembre, con la eurozona marcando su mejor lectura en dos años, las economías Asiáticas (ex – China) moviéndose hacia territorio expansivo, y el crédito bancario USA manteniéndose firme. Espero no equivocarme y abandonar la disparatada idea de confeccionar queso artesanal.
Cordiales saludos y “buena” entrada de año.