Según la narrativa más extendida, la reforma laboral de 2012 sólo ha servido para devaluar los salarios y para multiplicar los beneficios de las empresas. Claro que semejante conspiranoica historia casa bastante mal con la desoladora estadística de que, desde que arrancara la crisis, han desaparecido 250.000 compañías en España: ¿en qué sentido las empresas se están forrando cuando su mortalidad es más elevada que nunca? De ahí que el protagonista de este tenebroso relato haya tenido que adaptarse a las circunstancias: quienes se han forrado merced a la reforma laboral no han sido las empresas en general sino, más en concreto, las grandes empresas. Así, serían estas grandes compañías las que habrían utilizado la reforma laboral para despedir a los empleados mejor remunerados y para concentrar sus contrataciones en empleados con bajos salarios.
Pero, nuevamente, los hechos no encajan con este relato. Si atendemos a la evolución del salario medio en los establecimientos con más de 250 trabajadores, lo que observamos es que éste no sólo se ha mantenido a lo largo de la crisis, sino que se ha incrementado constantemente hasta en un 23% durante la última década. Por el contrario, el salario medio en los establecimientos con menos de 10 trabajadores ha crecido sólo un 11% y sí se ha reducido durante algunos ejercicios de la crisis. Quienes han bajado salarios al calor de la reforma laboral han sido las pymes, no las megaempresas.
Fuente: INE
Ahora bien, siempre que aparecen unos valores medios de cualquier variable que desafían la sabiduría convencional, la réplica inmediata de los escépticos es que la media no resulta una medida estadística relevante, por aquello de que si “uno se come un pollo y yo no me como ninguno, de media cada uno nos hemos comido medio pollo”. Traducido al ámbito empresarial, lo anterior significaría es que los superdirectivos de las grandes empresas concentran unas remuneraciones desproporcionadas, mientras que las masas de cuadros medios y bajos apenas reciben unas pocas migajas salariales.
La realidad, sin embargo, es muy distinta: en 2014, la mayoría de trabajadores de las grandes empresas recibían salarios que se ubicaban en el tramo medio-alto de la distribución salarial nacional (de hecho, más de 500.000 trabajadores se ubicaban en el decil más alto de la distribución salarial nacional, esto es, cobraban más de 3.354 euros mensuales). O dicho de otro modo, el salario medio de las grandes empresas no es alto porque unos pocos directivos cobren mucho, sino porque muchos trabajadores cobran salarios por encima de la media nacional.
Fuente: INE
Lo mismo sucede con la evolución de la contratación en los establecimientos con más de 250 trabajadores desde la aprobación de la reforma laboral: no es verdad que las grandes empresas hayan sustituido empleados bien pagados por empleados mal pagados. Desde finales de 2011 hasta finales de 2014, el número de empleados en el tramo salarial medio-alto (entre los deciles de salario sexto y décimo) se ha incrementado en 36.000 personas, mientras que el número de trabajadores en el tramo salarial medio-bajo (deciles de salario primero a quinto) apenas lo ha hecho en 6.000.
Fuente: INE
En consecuencia, la reforma laboral aprobada a comienzos de 2012 no ha sido aprovechada por el grueso de las grandes empresas ni para despedir al personal mejor pagado ni para reducir salarios: al contrario, los salarios y las contrataciones han aumentado en estas compañías desde entonces.
Entonces, ¿para qué ha servido la reforma laboral? Volvamos al comienzo del artículo: a lo largo de la crisis, han desaparecido 250.000 empresas, que eran esencialmente pymes. La reforma laboral ha intentado aliviar la muy delicada situación de estas compañías, facilitando las rebajas de salarios y abaratando sus reestructuraciones de plantilla: han sido ellas las que, como ya vimos, han reducido salarios desde 2011 (no las grandes empresas) y han sido ellas las que han recurrido de manera más intensa a recortar su personal.
Así, tal como podemos observar en el siguiente gráfico, la destrucción de empleo desde finales de 2011 a finales de 2014 se ha concentrado en las pequeñas empresas (compañías con menos de 50 trabajadores), apenas afectando a las medianas empresas (entre 50 y 249 trabajadores) y no afectando en absoluto a las grandes empresas (las cuales incrementaron su contratación a lo largo de este período).
Fuente: INE
Así las cosas, ¿por qué se sigue insistiendo machaconamente en que la reforma laboral se ha concebido para privilegiar a las grandes compañías cuando resulta manifiestamente falso? Pues porque si sus críticos reconocieran que los beneficiarios de la reforma han sido las pymes y, en especial, aquellas pymes en peor situación económica (no lo olvidemos: entre 2009 y 2013 hemos padecido una de las crisis más devastadoras de nuestra historia), la mayor parte de su demagogia se disolvería como un azucarillo. Si la reforma ya no es un dispositivo legislativo para volver “más ricos a los ricos y más pobres a los pobres”, sino para minimizar las bancarrotas de las pymes en medio de una durísima crisis, entonces el discurso populista se desvanece. Y, por eso, continuarán negando la realidad.